Wednesday 2 April 2014

José Martí , against Spain


“Para Martí la guerra no era contra España sino contra el mal Gobierno”

05-02-2014 16:51 | Daniel Ordóñez

El paso de José Martí por Europa fue recordado en el Instituto Cervantes de Praga con motivo del 161 aniversario del nacimiento del héroe de la independencia de Cuba. Tres profesores, uno checo, otro cubano y un español, hicieron hincapié en lo innovador y universal del pensamiento que dejó Martí reflejado tanto en sus ensayos, poesías así como en sus artículos periodísticos.

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José Martí, foto: John M. Kennedy T., CC BY-SA 3.0 UnportedLa relación de José Martí con Europa, su formación en España, su concepción sobre los procesos políticos, culturales, intelectuales que se dieron en su época, la segunda mitad del siglo XIX, fueron tema de debate en la mesa redonda que formaron los profesores Sigfrido Vázquez Cienfuegos, Josef Opatrný y Armando Perryman en el Instituto Cervantes de Praga.

Sigfrido Vázquez destacó la validez de las ideas de Martí más de cien años después de su muerte.

“La trascendencia y la importancia de Martí es más que la de un prócer de la independencia cubana. Es una referencia para la cultura latinoamericana, e incluso yo diría más, porque hay que tener en cuenta que tienen una importancia fundamental sus trabajos sobre Estados Unidos. Solo destacar que aparte de que seamos tres representantes de tres países distintos, esto se ha organizado por dos instituciones como la Embajada de Cuba y el Instituto Cervantes, y con la colaboración de una institución checa como es la Universidad Carolina de Praga. Eso simboliza exactamente cuál fue la trascendencia de Martí. Más allá de que fuera cubano o español, yo creo que es un personaje universal”.

José Martí estuvo tres veces en España. La primera no cuenta ya que era apenas un niño que difícilmente se acordaría de nada de aquel viaje. Las otras dos estancias sí que resultaron decisivas en su vida, recuerda Armando Perryman.

“Las dos veces que llega Martí a Europa lo hace involuntariamente. No estamos hablando de un viaje que él se planifica, ni mucho menos. Las dos veces que viene lo hace, una vez exiliado, y la otra, preso, y le conmutan la pena cuando llega. Eso es en 1879”.

El primer viaje, que se prolonga de 1871 a 1874 es el más importante, opina Perryman. Es en el que se forma como pensador.

“Se considera su primer exilio. Es la época de formación de Martí. Llega con 18 años apenas. Estudia en la Universidad de Madrid y continúa sus estudios después en Zaragoza. Para él es mucho más importante Zaragoza. Allí termina y se gradúa en Derecho y en Filosofía y Letras. Es sintomático que, recién terminando, abandona Europa. Se va a México, allí le está esperando su familia y allí conocerá a la que será su esposa”.

El segundo y último viaje a Europa se produce en 1879. Dura tan solo dos meses, pero resulta decisivo para su idea de Cuba.

“Conoce a mucha gente, observa y estudia la situación española. No solamente la situación de España con respecto a Cuba, que era su colonia, sino la situación de España en sí misma, la situación de los políticos españoles. Y llega a una conclusión importante: que él no tiene nada más que hacer allí, porque la solución de los problemas de Cuba no está ni en el diálogo político ni en la comprensión de los políticos españoles”.



José Martí en Ybor CityMartí ya no volverá a Europa. Sale convencido de que la única salida posible con España es la ruptura. La formación en España le ha resultado de gran importancia, pero siente que Cuba tiene que llevar un camino propio que al otro lado del Atlántico ni se entiende ni interesa. Está convencido de que la solución no vendrá de los políticos españoles.

“Si hay algo que comprueba, y que le decepciona muchísimo, es que todos los políticos españoles, de todas las tendencias, desde los carlistas hasta los republicanos de izquierdas, entienden que Cuba es parte de España y que no es económicamente viable deshacerse de la colonia, porque hay muchos intereses económicos entrecruzados”.

Matiza el profesor Opatrný las razones geoestratégicas del apego de España a sus últimas colonias de ultramar, que en aquel momento pesaban más que cualquier otra.

“Pienso que no fue solo una cuestión económica sino también su posición con respecto al resto de potencias europeas. En esta época, segunda mitad del siglo XIX, es cuando las potencias europeas buscaban nuevas colonias. Así que en aquel momento perder el estatuto de poder colonial significaría una gran pérdida política y estratégica en el contexto europeo. Naturalmente la economía era importante, pero estamos en la época de la Primera Guerra de la Independencia y me temo que la economía de Cuba entonces, sobre todo en la parte oriental de la isla, estaba muy dañada. Así que me parece que entonces Cuba para España significaba más bien un peso para sus finanzas”.

En 1880, en Nueva York, José Martí se une a los clubes revolucionarios cubanos. La idea la ha venido madurando desde hace tiempo y la segunda estancia en España le decide definitivamente.

Sin embargo, en su decisión de conseguir la libertad por las armas no hay cabida para el odio a un país al que en cierto modo también pertenece, destaca Armando Perryman.

“En Martí hay dos Españas. Una es la del mal Gobierno, y la otra es la España de sus padres. Recordemos que su padre era valenciano y su madre canaria. El eje de todo su pensamiento sobre España y la concepción de la guerra contra España es que es ante todo una guerra sin odios, y que no es una guerra contra el español, sino que es una guerra contra el mal dominio”.

Estas ideas ya estaban presentes en el pensamiento de otros políticos de la historia cubana como Carlos Manuel de Céspedes o Máximo Gómez. Supone un aspecto novedoso en el proceso de descolonización latinoamericano, señala Sigfrido Vázquez.


Monumento a José Martí en la ciudad de Cienfuegos, Cuba, foto: Vgenecr, CC BY-SA 3.0 Unported“No tiene nada que ver con la independencia de los países hispanoamericanos que ocurrió casi un siglo antes, a principios del siglo XIX, en la que la propuesta es la contraria. La proclama de Bolívar era la guerra a muerte al español, y al canario, por cierto. Algo que desde luego no está presente en el discurso de Martí ni de los revolucionarios cubanos de finales del siglo XIX que lo que propugnan es un Gobierno propio, no contra los españoles, sino uno en el que los cubanos puedan defender sus propios intereses. Primero no se sabe muy bien con qué vía, pero luego se decide que con una vía independiente”.

Ni siquiera la guerra y el duro camino hacia la independencia pudieron acabar con ese sentimiento de hermandad de los cubanos hacia los españoles, recuerda Sigfrido Vázquez.

“Cuando se produce la independencia no hay un movimiento como ocurrió por ejemplo en el México recién independizado, en el que hay un movimiento contra los gachupines, los españoles, sino todo lo contrario. Se produce incluso una emigración de españoles, y se da hasta un fenómeno muy interesante que es la acogida de parte de los propios soldados que han luchado en el Ejército español para evitar la independencia. Son acogidos, la mayoría como braceros o trabajadores de bajo nivel, con total naturalidad e incluso de manera muy positiva. La emigración españoles, sobre todo durante el primer tercio del siglo XX, será continúo y muy bien acogida en la isla de Cuba”.

Miles de españoles se quedaron en Cuba. Tantos, que como Armando Perryman recuerda, las dos embajadas españolas más importantes en el mundo a principios del siglo XX eran las de Washington y La Habana. Algo que da una idea de la cantidad de españoles afincados entonces en Cuba y de la importancia de sus intereses en la isla.

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