Ni el terrorismo neofascista ni el marco más amplio de la «operación Gladio» quedaron restringidos al suelo italiano. Tras el fallido «golpe Borghese», numerosos neofascistas italianos así como el propio «Príncipe Negro» se refugiaron en España. Aquí tuvieron contacto con miembros de la OAS, la Organisation de l’Armée Sècrete, organización terrorista francesa de extrema derecha surgida en 1961 para poner trabas a la independencia de Argelia, asesinar a De Gaulle y, en última instancia, establecer un gobierno de corte autoritario y anticomunista en Francia; y muchos de cuyos líderes —como Gérin-Serac, Raoul Salan o Pierre Lagaillarde— se habían escondido en España tras su disolución en Junio de 1962.
Junio Valerio Borghese, el «Príncipe Negro»
España había funcionado, de hecho, como el gran refugio fascista a nivel europeo desde finales de la IIGM, acogiendo a gente como Otto Skorzeny, antiguo coronel de las SS, o Léon Degrelle, fundador del partido rexista en Bélgica. Con el auge del neofascismo en Italia, también será el refugio de muchos de sus militantes los cuales, tras la muerte de Franco, colaborarán con la extrema derecha española en operaciones de índole semejante.
España había funcionado, de hecho, como el gran refugio fascista a nivel europeo desde finales de la IIGM, acogiendo a gente como Otto Skorzeny, antiguo coronel de las SS, o Léon Degrelle, fundador del partido rexista en Bélgica. Con el auge del neofascismo en Italia, también será el refugio de muchos de sus militantes los cuales, tras la muerte de Franco, colaborarán con la extrema derecha española en operaciones de índole semejante.
Stefano Delle Chiaie
En el momento de su detención, el asesino del juez Occorsio llevaba una agenda con números de teléfono de funcionarios del SECED —Servicio Central de Documentación—. La ametralladora con la que Concutelli llevó a cabo el crimen también era de origen español. Concutelli, según relató el neofascista Angelo Izzo con motivo de la reapertura del caso en 2008, habría participado en el secuestro y desaparición del etarra Pertur en 1976. Personas cercanas a Delle Chiaie confirmaron la participación de neofascistas italianos en la guerra sucia contra ETA a través de organizaciones como el Batallón Vasco Español o la ATE —Antiterrorismo ETA—. El propio Delle Chiaie habría estado presente en los sucesos de Montejurra, en mayo de 1976, en los que tuvo lugar el enfrentamiento entre un ala carlista de extrema derecha, agrupada en torno a Sixto de Borbón; y militantes del Partido Carlista, partidarios de Carlos Hugo de Borbón y progresivamente más cercanos a la izquierda. En la llamada «operación Reconquista», los «sixtinos» tomaron la cima del Montejurra la noche anterior al tradicional via crucis, abriendo fuego durante la celebración de este y acabando con la vida de dos personas. Entre los atacantes también habría estado Jean Pierre Cherid, ex OAS a sueldo del SECED. Delle Chiaie participaría más tarde en la «operación Cóndor» latinoamericana, persiguiendo a disidentes políticos del régimen de Pinochet y formando parte, ya en los 80, de los «escuadrones de la muerte» del nazi Klaus Barbie en Bolivia. Fue arrestado en 1989, acusado de participar en los atentados de Piazza Fontana y Bolonia, y en su declaración afirmó haber torturado, interrogado y ejecutado a refugiados vascos en el sur de Francia en los años 70, así como haber tenido contactos con la dictadura de los coroneles griegos.
En 1977, se produce la matanza de Atocha en la que son asesinados cinco abogados laboralistas. En ella habría participado Carlo Cicuttini, ex MSI y miembro de Ordine Nuovo, que había escapado de Italia tras la bomba de Peteano. Su participación fue confirmada por un informe de la inteligencia italiana. La justicia italiana reclamó su extradición en 1987, pero el gobierno de Felipe González se negó. Finalmente, fue detenido en Francia en 1998 y condenado a cadena perpetua. Habría participado en los GAL.
Tras el atentado, se descubrió una fábrica de armas en la calle Pelayo de Madrid a cargo de los miembros de Ordine Nuovo Salvatore Francia, Giancarlo Rognoni y Elio Massagrande. Es entonces cuando Gregorio Morán publica un reportaje titulado «La camada negra», en el que expone los contactos entre el neofascismo italiano y el español, afirmando que Stefano Delle Chiaie había sido visto en Lérida junto a un teniente coronel de la Guardia Civil y Miguel Gómez Benet, principal sospechoso por una bomba contra la sede de la revista «Papus» que causó la muerte del conserje del edificio y dejó 17 heridos; información por la que Morán tuvo que declarar ante un tribunal militar.
Con el paso del tiempo, y ante no pocas trabas, han ido quedando más claras las responsabilidades de este «terrorismo negro» en los «años de plomo». Parece, sin embargo, que aún falta mucho para conocer el verdadero alcance de sus conexiones con los órganos de poder. Ya en 1987, Delle Chiaie había amenazado con involucrar a dirigentes políticos con sus declaraciones. Otro de los acusados por la matanza de Bolonia, Roberto Fiore, vivió en Inglaterra desde 1980 manteniendo contactos con la extrema derecha británica. A su regreso a Italia, funda el partido Forza Nuova, por el que acabó siendo eurodiputado. El informe sobre Gladio del año 2000 reconoció el papel del neofascismo en todos estos atentados. El expresidente Cossiga reconoció haber ayudado a Gladio desde su posición de Ministro del Interior entre 1976 y 1978. Giandelio Maletti, ex jefe del contraespionaje italiano, confirmó que había ayudado a neofascistas italianos en su huida a España. En el año 2014, el primer ministro Matteo Renzi anunció que el gobierno comenzaría a desclasificar los documentos en relación a los atentados ocurridos entre 1969 y 1984. En España, las revelaciones de Andreotti llevaron a Izquierda Unida a promover una investigación. El general Manglano, entonces director del CESID, se negó a declarar en el Parlamento y se cerró el caso.
Por último, cabría hacerse la pregunta de hasta qué punto la inteligencia occidental se valió de un terrorismo que, en palabras del terrorista Vinciguerra, atacó a «civiles, al pueblo, mujeres, niños, gente inocente, gente desconocida desligada de cualquier juego político» para influir desde la sombra en la vida política italiana; o si por el contrario fue el neofascismo el que utilizó esta posición privilegiada para llevar a cabo su programa nacional-revolucionario. Hoy, parece que la extrema derecha italiana ha suavizado sus tácticas, al menos de cara a la galería, y la Liga Norte reclama el gobierno del país tras autoproclamarse líder del «centro-derecha». Nihil novum sub sole.
* Artículo publicado en Bruxismo Nº2 (abril 2018), fanzine que podéis comprar aquí.
En el momento de su detención, el asesino del juez Occorsio llevaba una agenda con números de teléfono de funcionarios del SECED —Servicio Central de Documentación—. La ametralladora con la que Concutelli llevó a cabo el crimen también era de origen español. Concutelli, según relató el neofascista Angelo Izzo con motivo de la reapertura del caso en 2008, habría participado en el secuestro y desaparición del etarra Pertur en 1976. Personas cercanas a Delle Chiaie confirmaron la participación de neofascistas italianos en la guerra sucia contra ETA a través de organizaciones como el Batallón Vasco Español o la ATE —Antiterrorismo ETA—. El propio Delle Chiaie habría estado presente en los sucesos de Montejurra, en mayo de 1976, en los que tuvo lugar el enfrentamiento entre un ala carlista de extrema derecha, agrupada en torno a Sixto de Borbón; y militantes del Partido Carlista, partidarios de Carlos Hugo de Borbón y progresivamente más cercanos a la izquierda. En la llamada «operación Reconquista», los «sixtinos» tomaron la cima del Montejurra la noche anterior al tradicional via crucis, abriendo fuego durante la celebración de este y acabando con la vida de dos personas. Entre los atacantes también habría estado Jean Pierre Cherid, ex OAS a sueldo del SECED. Delle Chiaie participaría más tarde en la «operación Cóndor» latinoamericana, persiguiendo a disidentes políticos del régimen de Pinochet y formando parte, ya en los 80, de los «escuadrones de la muerte» del nazi Klaus Barbie en Bolivia. Fue arrestado en 1989, acusado de participar en los atentados de Piazza Fontana y Bolonia, y en su declaración afirmó haber torturado, interrogado y ejecutado a refugiados vascos en el sur de Francia en los años 70, así como haber tenido contactos con la dictadura de los coroneles griegos.
En 1977, se produce la matanza de Atocha en la que son asesinados cinco abogados laboralistas. En ella habría participado Carlo Cicuttini, ex MSI y miembro de Ordine Nuovo, que había escapado de Italia tras la bomba de Peteano. Su participación fue confirmada por un informe de la inteligencia italiana. La justicia italiana reclamó su extradición en 1987, pero el gobierno de Felipe González se negó. Finalmente, fue detenido en Francia en 1998 y condenado a cadena perpetua. Habría participado en los GAL.
Tras el atentado, se descubrió una fábrica de armas en la calle Pelayo de Madrid a cargo de los miembros de Ordine Nuovo Salvatore Francia, Giancarlo Rognoni y Elio Massagrande. Es entonces cuando Gregorio Morán publica un reportaje titulado «La camada negra», en el que expone los contactos entre el neofascismo italiano y el español, afirmando que Stefano Delle Chiaie había sido visto en Lérida junto a un teniente coronel de la Guardia Civil y Miguel Gómez Benet, principal sospechoso por una bomba contra la sede de la revista «Papus» que causó la muerte del conserje del edificio y dejó 17 heridos; información por la que Morán tuvo que declarar ante un tribunal militar.
Con el paso del tiempo, y ante no pocas trabas, han ido quedando más claras las responsabilidades de este «terrorismo negro» en los «años de plomo». Parece, sin embargo, que aún falta mucho para conocer el verdadero alcance de sus conexiones con los órganos de poder. Ya en 1987, Delle Chiaie había amenazado con involucrar a dirigentes políticos con sus declaraciones. Otro de los acusados por la matanza de Bolonia, Roberto Fiore, vivió en Inglaterra desde 1980 manteniendo contactos con la extrema derecha británica. A su regreso a Italia, funda el partido Forza Nuova, por el que acabó siendo eurodiputado. El informe sobre Gladio del año 2000 reconoció el papel del neofascismo en todos estos atentados. El expresidente Cossiga reconoció haber ayudado a Gladio desde su posición de Ministro del Interior entre 1976 y 1978. Giandelio Maletti, ex jefe del contraespionaje italiano, confirmó que había ayudado a neofascistas italianos en su huida a España. En el año 2014, el primer ministro Matteo Renzi anunció que el gobierno comenzaría a desclasificar los documentos en relación a los atentados ocurridos entre 1969 y 1984. En España, las revelaciones de Andreotti llevaron a Izquierda Unida a promover una investigación. El general Manglano, entonces director del CESID, se negó a declarar en el Parlamento y se cerró el caso.
Por último, cabría hacerse la pregunta de hasta qué punto la inteligencia occidental se valió de un terrorismo que, en palabras del terrorista Vinciguerra, atacó a «civiles, al pueblo, mujeres, niños, gente inocente, gente desconocida desligada de cualquier juego político» para influir desde la sombra en la vida política italiana; o si por el contrario fue el neofascismo el que utilizó esta posición privilegiada para llevar a cabo su programa nacional-revolucionario. Hoy, parece que la extrema derecha italiana ha suavizado sus tácticas, al menos de cara a la galería, y la Liga Norte reclama el gobierno del país tras autoproclamarse líder del «centro-derecha». Nihil novum sub sole.
* Artículo publicado en Bruxismo Nº2 (abril 2018), fanzine que podéis comprar aquí.
Editorial completo: https://colectivobruxista.es/2018/10/los-anos-de-plomo-y-el-terrorismo-neofascista-en-italia-1/?v=a33c1ea972fc
No comments:
Post a Comment