2010: The unfairness of the construction of Spain as Nation, since its early Catholic inception till its latest Fascist design, and its maintenance as a fiction of unity that does not exist and will never do, has cost the different territoires under its flag too much suffering. Spain as a concept is a failure and is still a place to be explained and to be redeemed from its pain.This is a place for memory recovered, for causes to be revised and for traumas to be processed.
Monday, 29 April 2019
Puigdemont y la falta de fundamentación jurídica de la Junta Electoral Central
Puigdemont y la falta de fundamentación jurídica de la Junta Electoral Central
Puigdemont, Comín y Ponsatí están en pleno uso de sus derechos políticos y no han hecho hasta el momento otra cosa que ejercer el derecho reconocido en el artículo 19 de la Constitución Española
Han comparecido ante la autoridad judicial competente, belga, alemana o escocesa, siempre que se ha requerido su presencia
La justicia alemana se ha pronunciado sobre la orden de detención y entrega, autorizando la entrega de Carles Puigdemont para que pudiera ser juzgado por un eventual delito de malversación, pero no por rebelión o sediciónJavier Pérez Royo
31 comentarios
29/04/2019 - 19:48h
La Junta Electoral excluye a Puigdemont, Ponsatí y Comín de las elecciones europeas. EFE
La decisión de la Junta Electoral Central de excluir a Puigdemont, Comín y Ponsatí de la lista de Junts per Catalunya al Parlamento Europeo carece de cualquier fundamentación jurídica. Los tres políticos catalanes están en pleno uso de sus derechos políticos y no han hecho hasta el momento otra cosa que ejercer los derechos fundamentales de los que son titulares como ciudadanos españoles. Concretamente han ejercido el derecho reconocido en el artículo 19 CE, que protege la libre elección de residencia así como entrar y salir libremente de España. "Este derecho no podrá ser limitado por motivos políticos e ideológicos", dice el inciso final del artículo.
Con base en este derecho Puigdemont, Comín y Ponsatí decidieron a finales de 2017 trasladarse a Bélgica y Escocia y establecer en dichos países su residencia.
Una vez residiendo en estos países, la Jueza Carmen Lamela en primer lugar y el Juez Pablo Llarena en segundo dictaron órdenes de detención y entrega contra ellos, con la finalidad de que los tres fueran puestos a disposición de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo para ser juzgados por el delito de rebelión.
Los tres ejercieron su derecho a la tutela judicial efectiva reconocido en el artículo 24 CE, que desde el ingreso de España en la Unión Europea, comporta no solo el acceso a los tribunales de justicia españoles, sino también el derecho de acceso a los tribunales de los países miembros de la Unión Europea en aquellos supuestos en los que el derecho español entra en contacto con el derecho de la Unión.
Puigdemont, Comín y Ponsatí recurrieron la orden de detención y entrega dictada por el Juez Pablo LLarena haciendo uso de la posibilidad contemplada en la directiva europea reguladora de tal instrumento de cooperación judicial. Ejercieron su derecho a la defensa.
Puigdemont, Comín y Ponsatí no se han declarado en rebeldía ni han huído de la acción de la justicia. Han comparecido ante la autoridad judicial competente, belga, alemana o escocesa, siempre que se ha requerido su presencia. Y han argumentado ante tales autoridades judiciales europeas por qué no debería autorizarse su entrega para ser juzgados en España por el delito de rebelión.
Hasta el momento, solo la justicia alemana se ha pronunciado sobre la orden de detención y entrega dictada por el Juez Instructor español, autorizando la entrega de Carles Puigdemont para que pudiera ser juzgado por un eventual delito de malversación, pero no por rebelión o sedición. El Tribunal Supremo podría estar juzgando en este momento a Carles Puigdemont.
No ha sido, pues, Carles Puigdemont quien ha huido de la justicia española, sino la justicia española la que ha huido de la justicia alemana, no aceptando la decisión adoptada por el Tribunal Superior de Justicia de Schleswig-Holstein. Carles Puigdemont ha aceptado la autoridad de los tribunales de justicia europeos. De todos, cada uno actuando en el ejercicio de la competencia que le es propia. Es el Tribunal Supremo el que no está dispuesto a aceptar la autoridad de los tribunales de los demás países de la Unión Europea, si no resuelven de la forma en que él considera que deben hacerlo.
La conducta de Carles Puigdemont fijando su residencia en Bélgica y recurriendo la orden de detención y entrega del Juez Instructor español es jurídicamente impecable. No hay nada que reprocharle. No hay acto de rebeldía de ningún tipo. Puigdemont está dispuesto a ponerse a disposición del Tribunal Supremo en los términos en que los decida el juez belga o alemán que tome la decisión sobre la orden de detención y entrega del Juez Instructor español. No hay huida de la justicia española por ningún lado, sino sometimiento a la justicia española en los términos que se fijen por el juez europeo competente para entender de la orden de detención y entrega.
Puigdemont no está en rebeldía, ni está siendo juzgado en rebeldía en el Tribunal Supremo, algo, por lo demás, imposible para delitos que puedan comportar una pena superior a dos años.
Contra la decisión de la JEC cabe recurso contencioso-administrativo electoral ante el Tribunal Supremo (dos días para interponerlo y dos días para que se dicte sentencia) y, en su caso, recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional, que tiene que resolver en tres días.
Veremos.
Tuesday, 23 April 2019
Psycho-Geographic Moods of La Peninsula starting Franco uprising and today's
1st map shows Spain at the time of Franco’s uprising— Ignasi Centelles (@ignasics) April 30, 2019
🔴 in red areas that stayed loyal to democracy
🔵 in blue areas backing the coup
2nd map shows 2019 election resulst
🔴 majority progressive
🔵 victory for the conservatives
🔶🔰Basque & Catalan pro devolution / pro indy pic.twitter.com/Ydg9BwmmMl
Golpe de Estado, Golpistas y contenido comparativo entre Catalunya y Venezuela
Significantes políticos trasnochados por elementos de la sociedad corrupta en la que vivimos una muestra del tipo de luz de gas a la que se somete al pueblo Catalán y su digna causa. El humor de gente que improvisa en las redes lo deja patente como en este caso:
Hoy @cayetanaAT os explicará el concepto de GOLPE DE ESTADO: pic.twitter.com/aMecCqB7zT— Bernat Castro 🦊 (@Tumultuario) April 30, 2019
Misdirection and Catalonia by Graig Murray (or how the backstage of EU+UK pulls our strings)
There has never been any reckoning with the crimes of the dictator or the vast section of Spanish establishment that collaborated willingly with him.
There is an unwillingness in the West to recognise the explicit Francoist DNA in Rajoy’s political party, which was founded by seven Franco ministers avowedly to continue the Franco legacy, and which Rajoy joined not long after Franco’s death, when to do so was an unabashed declaration of Francoist belief.
Strangely enough, the best exposition of the current situation was given by Jake Wallis Simons on Sky News three days ago when he related what he himself had witnessed of the non-marginal prevalence of fascism in the Spanish nationalist demonstrations, and talked of the fascist salutes addressed to the Guardia Civil in their support, which the Guardia received as a compliment.
In their desire to prop up Spain and deny Catalonian rights, every single “liberal” western media outlet of note – the Guardian, the Washington Post, the New York Times, the Economist, etc etc – has run an article on how Catalonian independence must be stopped or it will lead to a sweeping tide of secessionism for regions across Europe. These articles never consider that perhaps, if there really is a popular desire for smaller states, it might be good to respect it. They also vastly exaggerate the likelihood of some fringe movements making ground, and fail to distinguish between regions – which do not have the right of self determination under Article 2 of the UN Charter – and peoples, which do have that right.
But they are all an exercise in misdirection. Smaller states are not a great danger to anyone. The crushing of democracy in Catalonia, the fascist salutes on the streets and the unabashed return of Francoist doctrine, is the real danger. And it is a danger all across Europe. The far right is entering government in Austria. The AFD are returning Nazi doctrine to the German parliament. Anti-Semitic slogans are infecting Italian football support. In both Poland and Hungary, Eastern Europe’s own brand of nasty right wing authoritarianism is in power.
In their desire to prop up Spain and deny Catalonian rights, every single “liberal” western media outlet of note – the Guardian, the Washington Post, the New York Times, the Economist, etc etc – has run an article on how Catalonian independence must be stopped or it will lead to a sweeping tide of secessionism for regions across Europe. These articles never consider that perhaps, if there really is a popular desire for smaller states, it might be good to respect it. They also vastly exaggerate the likelihood of some fringe movements making ground, and fail to distinguish between regions – which do not have the right of self determination under Article 2 of the UN Charter – and peoples, which do have that right.
But they are all an exercise in misdirection. Smaller states are not a great danger to anyone. The crushing of democracy in Catalonia, the fascist salutes on the streets and the unabashed return of Francoist doctrine, is the real danger. And it is a danger all across Europe. The far right is entering government in Austria. The AFD are returning Nazi doctrine to the German parliament. Anti-Semitic slogans are infecting Italian football support. In both Poland and Hungary, Eastern Europe’s own brand of nasty right wing authoritarianism is in power.
article from October 2017:
Language manipulations signifiers turned upside down Spain is the Matrix where folk are fascist without even knowing it
#TotEsMouTV3 no dieu res de que un periòdic alemany considera Ciutadans un partit d'ultradreta o és que els teniu por? pic.twitter.com/cuW6VOsD1o— #VotaPuigdemont Hegel ❤️🎗️💜 (@Hegelabsolut) May 3, 2019
España: estás en problemas
La intervención de Pedro Sánchez durante el debate presidencial del 22 de abril es transmitida en vivo en un local que despliega banderas de España.SUSANA VERA/REUTERS
Por DIEGO FONSECA
24 de abril de 2019
MADRID — El lunes 29 de abril, un día después de las elecciones en España, Europa amanecerá con una arruga más en la frente: en la cuña que los separa de África habrá un nuevo mandatario que no parece estar a la altura de las circunstancias. O tal vez sea peor: un conjunto de partidos políticos dirigido por un trío de jovenzuelos inmaduros incapaces de demostrar, en dos debates consecutivos, que pueden discutir sobre el futuro de 47 millones de personas sin embarcarse en una pelea de patio escolar.
Los dos debates, realizados el lunes 22 y martes 23 de abril, tienen el severo inconveniente de que de ahí saldrá el próximo presidente de España. En ambos se mostró que el socialista Pedro Sánchez, y actual presidente del Gobierno español, y los candidatos de la derecha Pablo Casado y Albert Rivera pierden fácilmente los estribos a la menor provocación y viven más predispuestos a la discusión absurda —ataques de cizaña menor, agravios, insultos de baja estofa, interrupciones de maleducados— que a demostrar que son políticos maduros capaces de hacerse cargo de la nación. Quien sea electo llevará por un tiempo la marca de ese ridículo grabada.
Esto representa un problema porque tan pronto se elija al presidente, debe acabarse el espectáculo y empezar la política. Los líderes de los principales partidos tienen que demostrar que son más que sus personajes en los debates. La mesura y una cabeza bien amueblada son capitales para tiempos inciertos. Especialmente cuando España enfrenta desafíos tan importantes como la irrupción de la extrema derecha de Vox, una economía que necesita estabilizarse y conflictos nacionalistas.
Por ahora, el show electoral fagocitó a la política. Sánchez debía hacer un papel presidencial: evitar el toreo y aprovecharse de que es el único con resultados para mostrar. En cambio, mordió demasiadas veces las provocaciones de Rivera. Con Sánchez uno descubre cómo al miedo escénico lo sucede el vacío de una pose presidencial. A Rivera, el ritmo eléctrico de su verborrea y su vodevil de chirimbolos —recortes de periódico, pergaminos, libritos— le arruina cualquier propuesta. La sonrisa de actor juvenil de Casado no alcanza a desviar la atención de la losa mortuoria del Partido Popular (PP) que lleva en la espalda. Solo Pablo Iglesias, el antiguo bolivariano de Unidas Podemos, salió indemne del barro.
El espectáculo de los debates fue vergonzoso porque no había mejor oportunidad para explicar propuestas cuando a tres días de la votación todavía hay un 30 por ciento de españoles indecisos, una cantidad suficiente para acabar con cualquier pronóstico razonable. Los debates eran el momento de exponer planes sobre empleo, salud, educación, género, seguridad, migración, pensiones; el momento de presentar el futuro a modelar. Pero ambos encuentros quedarán como un nuevo caso de estudio de todo lo que no debes hacer para ganar una elección reñida.
A todo se lo llevó el río de hipérboles y sarcasmo hueco. Cada vez que alguien introdujo una propuesta, otro se encargaba de echarle encima un balde con basuras. Las ideas se extraviaban entre interrupciones de niñatos. La discusión seria fue barranca abajo a poco de iniciar los intercambios.
Poco se habló de educación. Rivera, Casado y Sánchez —¡una triada de señores!— sonaron grotescos hablando de feminismo y todos resbalaron cuando debieron improvisar su propuesta para la cultura. Cataluña, el más sensible de los temas, fue un incendio, no un intercambio de pareceres. ¿Y Europa, que celebra elecciones parlamentarias en un mes? Ni una palabra. En la España de los tres tenores no existe.
Todo esto es grave porque las circunstancias de España, además, no son las mejores. El conflicto independentista ha acabado donde no debía, en un juicio contra el procés que, si envía a algún líder a prisión, creará mártires útiles al catalanismo. El país no acaba de salir de la crisis de 2008, con un desempleo por encima de la media europea, miles de trabajos precarios, salarios deprimidos y costos de vida crecientes para una sociedad de clase media acostumbrada a pensar que sus hijos vivirán mejor que ellos.Los candidatos a la presidencia del Gobierno de España durante el debate del 23 de abril (de izquierda a derecha): Pablo Casado, líder del PP; Pablo Iglesias, de Unidas Podemos; Pedro Sánchez, presidente de España y líder del PSOE, y Albert Rivera, de CiudadanosJUANJO MARTÍN/EPA VÍA SHUTTERSTOCK
La crisis de los partidos hace aun más ominoso el escenario. Después de creer por demasiado tiempo que el PP bastaba para contener a la derecha, los votantes más exasperados han encontrado en Vox la oportunidad de dar una lección a las viejas fuerzas políticas tirando del nacionalismo ultra. La nueva derecha es hija de lo más viejo y rancio de España: el jamás juzgado franquismo.
Vox no participó de los debates pero proyectó una sombra ominosa. Mientras otros candidatos peleaban en vivo, Santiago Abascal llenaba la plaza de toros de Las Rozas con su discurso simplón y efectista de la España única, unida bajo la bandera y su rey. Visto el papelón juvenil de Casado y Rivera en los debates, Abascal debe estar optimista: Vox propone una identidad en medio de tanto cambio, tosca y de garrote, pero clara. La representación de un proyecto autoritario en el parlamento nacional echará sal a los conflictos de la democracia española.
En más de una ocasión me pregunté si, ante el espectáculo decadente que daban Casado, Rivera y Sánchez, no habría una miríada de votos del PP, Ciudadanos y el PSOE dispuestos a dar una lección antisistema al apoyar a Vox y Unidas Podemos como un correctivo para la clase política. De hecho, no deja de ser revelador que el único candidato que cumplió el rol del político maduro fuera el rebelde de coleta que asusta al establishment. Iglesias fue el adulto en la sala. Es un signo preocupante que el candidato con menos posibilidades de ocupar la Moncloa sea quien pareció mejor preparado.
Si uno se guía por las actuaciones de los candidatos, el futuro de España con este recambio político proyecta desasosiego: un país insular sin política exterior, provinciano y fronterizo, sin ideas ni liderazgos para resolver las crisis que la atraviesan, con la ultraderecha despierta y Cataluña expectante.
España no se resolverá con el show patético de acusaciones sino cuando todos sus partidos acepten que la fragmentación y la diversidad son inherentes a una nación hecha de múltiples naciones. Esa fragmentación ya llevó al país a vivir casi un año sin gobierno en 2015 y no se irá. A diferencia de lo que ocurrió en los debates, España solo resolverá a España con la negociación y al diálogo permanentes.
De otro modo, Europa, tienes otro problema.
Lo que nos cuentan desde el País Vasco sobre la insufrible constitución del 78 No Spain NO!
Sobre @Pablo_Iglesias_ y su pesada reivindicación de la Constitución del 78: pic.twitter.com/iGwQTq7fuP— Bernat Castro 🦊 (@Tumultuario) April 23, 2019
Wednesday, 17 April 2019
Helios Gómez, l’art revolucionari, els gitanos i la guerra del 36-39
Va ser el millor dibuixant revolucionari,
capdavanter al front i
a la rereguarda;
simpàtic, arriscat, enigmàtic, famós i controvertit.
Avui, 8 d'abril, Dia Internacional del Poble Gitano,
recordem l'artista antifeixista que, després de García Lorca,
més va reivindicar els drets i la cultura dels gitano
Hélios Gómez, Moscou 1933.
Xavier Montanyà
‘Per als gitanos, aquesta guerra és la seva justificació i
reivindicació. A Sevilla, els gitanos de la Cava,
de Pagés del Corro i del Puerto Camaronero es van
estar deu dies batent-se desesperadament contra
Queipo de Llano. A Barcelona, els gitanos de Sants,
la barriada de més significació proletària, van ser
els primers a mobilitzar-se, i amb escopetes de caça,
amb vells pistolots, amb navalles, van tallar el pas,
a la plaça d’Espanya, a les forces de la caserna de Pedralbes.
capdavanter al front i
a la rereguarda;
simpàtic, arriscat, enigmàtic, famós i controvertit.
Avui, 8 d'abril, Dia Internacional del Poble Gitano,
recordem l'artista antifeixista que, després de García Lorca,
més va reivindicar els drets i la cultura dels gitano
Hélios Gómez, Moscou 1933.
Xavier Montanyà
‘Per als gitanos, aquesta guerra és la seva justificació i
reivindicació. A Sevilla, els gitanos de la Cava,
de Pagés del Corro i del Puerto Camaronero es van
estar deu dies batent-se desesperadament contra
Queipo de Llano. A Barcelona, els gitanos de Sants,
la barriada de més significació proletària, van ser
els primers a mobilitzar-se, i amb escopetes de caça,
amb vells pistolots, amb navalles, van tallar el pas,
a la plaça d’Espanya, a les forces de la caserna de Pedralbes.
Heus ací l’extracte d’unes apassionades declaracions d’Helios Gómez a la revista Crónica de Madrid l’octubre del 1936. L’artista era a la capital allotjat a la residència de l’Aliança d’Intel·lectuals Antifeixistes, recuperant-se de les ferides que va rebre a Mallorca, enrolat com a comissari polític en l’expedició fallida del capità Alberto Bayo per a alliberar les Illes dels feixistes.
‘Jo he vist els gitanos batre’s com herois al front d’Aragó, a Bujaraloz i a Pina’, prosseguia Helios en l’entrevista. ‘Van venir gitanos amb la columna Bayo a Mallorca i van desembarcar a Porto Cristo, i allà, en una centúria del Partit Socialista Unificat de Catalunya, hi havia gitanos que van lluitar com lleons en una barricada que es va anomenar de la Mort. I ara mateix, en una columna de cavalleria en procés de formació, els primers inscrits són gitanos. D’aquesta guerra civil que donarà a llum tantes coses magnífiques, ha de sortir, també a Espanya, la reivindicació dels gitanos, la seva integració total a la vida civil.’
‘Jo he vist els gitanos batre’s com herois al front d’Aragó, a Bujaraloz i a Pina’, prosseguia Helios en l’entrevista. ‘Van venir gitanos amb la columna Bayo a Mallorca i van desembarcar a Porto Cristo, i allà, en una centúria del Partit Socialista Unificat de Catalunya, hi havia gitanos que van lluitar com lleons en una barricada que es va anomenar de la Mort. I ara mateix, en una columna de cavalleria en procés de formació, els primers inscrits són gitanos. D’aquesta guerra civil que donarà a llum tantes coses magnífiques, ha de sortir, també a Espanya, la reivindicació dels gitanos, la seva integració total a la vida civil.’
Eren dies de tinta i pólvora. D’utopies. Anys de batalla i revolució. De morts i repressió. Després de tres anys de guerra, els qui sobrevisqueren van ser víctimes de presó, exili, camps de concentració i l’eterna repressió. Aquest va ser el paisatge dels temps convulsos en què va viure l’artista Helios Gómez (Sevilla, 1905-Barcelona, 1956) un revolucionari, a cavall entre la realitat, la utopia i la llegenda, fugitiu per Europa i l’URSS, combatent al front i a la rereguarda, dibuixant d’avantguarda i víctima del franquisme, que el va condemnar manta vegada a molts anys de presó.
A mi, me’l va descobrir l’amic Carles Fontserè, que, d’ençà que va tornar de l’exili, als anys setanta, va treballar per investigar i difondre la vida i obres dels seus companys cartellistes del Sindicat de Dibuixants Professionals, fundat en començar la guerra. Especialment, la vida i el rastre que va deixar el seu admirat Helios Gómez, el millor de tots, segons que deia Fontserè, home de vida intensa i aventurera, amb més incògnites que no pas certeses, que va conèixer les millors sales d’exposició, moltes trinxeres, i massa presons i camps de concentració.
Abans d’endinsar-nos en la seva vida de film, gràcies als records de Carles Fontserè i les investigacions de la doctora en història de l’art Ursula Tjaden, de la Universitat de Dortmund, l’actualitat obliga avui, Dia Internacional del Poble Gitano, a abordar la passió d’Helios Gómez envers poble i la cultura gitanos.
‘”Jo sóc gitano…”‘, solia dir Helios amb una espècie de màgia misteriosa quan li sobrevenien problemes difícils de solucionar o passaven coses de difícil explicació’, va constatar la doctora Tadjen en les moltes entrevistes que als anys setanta i vuitanta va poder realitzar a gent que l’havia conegut. Tot i això, segons ella, que ell fos gitano de debò, no es pot confirmar ni desmentir. Sí que és clar que, en el cas improbable que no ho fos de naixença, ho va ser d’esperit, la qual cosa podria ser encara més important i significativa.
De fet, una de les darreres obres de la seva vida, lluny del traç revolucionari d’avantguarda que l’havia caracteritzat, la va pintar durant la seva darrera estada a la presó, del 1948 al 1954. Concretament, a la cel·la 1 del primer pis de la quarta galeria de la presó Model de Barcelona. Es tracta de la Capella Gitana, una obra que l’Associació Cultural Helios Gómez i el seu fill Gabriel reivindiquen que sigui restaurada i que es pugui tornar a contemplar, en el marc del projecte de resignificació memorialística en marxa. Tal com sembla fins ara, la possibilitat de restauració encara és en fase d’estudi, perquè l’any 1998, en temps de la consellera de Justícia Núria de Gispert, l’obra d’Helios Gómez va desaparèixer, sense contemplacions, sota una ‘higienitzant’ capa de calç i de pintura.
L’alliberament del poble gitano
Helios va néixer a Triana, un barri sevillà on vivien molts gitanos. Alguns amics seus, a Sevilla, Barcelona, Berlín i Moscou, van explicar a Ursula Tjaden que ell deia que per les seves venes corria sang gitana. Els gitanos protagonitzen moltes de les seves obres, que ben sovint firmava amb la creu gitana. També foren motiu de molts dels poemes que va escriure empresonat en les seves llargues estades. Al final de la seva vida recopilava material sobre els gitanos i la seva cultura amb la intenció d’escriure’n.
Tot i això, malgrat tantes evidències, ella, la que més ha investigat sobre la seva vida, afirma que no es pot demostrar. ‘Deu ser veritat l’afirmació d’alguns, que Helios Gómez era tan gitano com García Lorca? És a dir, per interès social i cultural, no per ascendència i compromís polític?’, es demana Ursula Tjaden en el llibre Helios Gómez. Artista de corbata roja (Txalaparta, 1996).
Helios va ser detingut i empresonat infinitat de vegades. Sentia una malvolença especial envers la Guàrdia Civil. Ell explicava que, durant la vaga general del 1931, a Sevilla, va ser detingut per la policia i que la Guàrdia Civil va intentar d’arrabassar-los-el per tots els mitjans. Helios temia que li apliquessin la llei de fugides i el matessin per l’esquena en revenja dels seus dibuixos contra la repressió que els de l’institut armat del tricorni exercien a tota Espanya. Segons l’amic i dibuixant Josep Bartolí, hi ha obres seves que possiblement eren inspirades en poesies de García Lorca. En totes Helios critica els procediments de la Guàrdia Civil, una de les seves obsessions, potser per allò que havia vist i experimentat d’ençà de la seva infantesa.
Les seves paraules, les seves obres i la seva actitud són carregades de passió i reivindicació gitana. La prova més evident n’és l’entrevista publicada a la revista Crónica de Madrid, l’octubre del 1936, que he citat al començament d’aquest article. A banda els elogis de la lluita dels gitanos contra el feixisme al front de guerra espanyol, l’artista s’esplaia sobre què ha vist a Rússia, on ha viscut un temps.
De fet, Helios va recórrer mitja Europa. Se n’anà d’Espanya per problemes polítics en temps de la dictadura de Primo de Rivera. A París participà en les protestes contra les execucions de Sacco i Vanzetti, l’expulsaren a Brussel·les, després passà per Amsterdam, Viena, Moscou i Berlín. Sortí d’Espanya anarquista i en tornà comunista.
L’autor de l’entrevista, que signa amb les inicials J.F., fa una descripció de les seves fugides i problemes legals, que, tot i tenir una base certa, fàcilment podria estar una mica inflada pel carisma i la facilitat d’oratòria del protagonista: ‘Helios, malgrat la seva joventut, és una personalitat d’excel·lència internacional com a revolucionari. Pot ser considerat un home rècord de persecucions: ha estat detingut per les autoritats de molts països setanta-una vegades i ha estat sotmès a quaranta-dos processos. Expulsat d’Espanya, de França, de Bèlgica i Alemanya, es va refugiar a Rússia, l’únic país les presons del qual no van allotjar el dibuixant.’
A tot arreu va fer exposicions, publicacions, amistats i conquestes femenines. A tot arreu va deixar obra. Va aprendre molt dels corrents més moderns de l’art polític i del grafisme, sobretot a Rússia i Alemanya. Quan tornà a Espanya l’any 1930 amb la caiguda de Primo de Rivera, era un mestre, una figura d’escala europea.
Val a dir que va abandonar l’anarquisme i va abraçar el comunisme amb un fervor extraordinari que ell comunicava públicament i enèrgicament sempre que en tenia oportunitat. Sobre allò que havia vist a Rússia i les virtuts emancipadores dels soviets per al poble gitano, en la mateixa entrevista afirmava això amb total rotunditat:
‘Una de les meves millors emocions a Rússia va ser comprovar que els gitanos hi han estat totalment integrats en la vida social. A la gran República dels Soviets, els gitanos tenen la mateixa categoria social que tots els altres habitants. Treballen en totes les indústries; han format kolkhoz agrícoles que, organitzats i dirigits per gitanos, donen un rendiment magnífic. Tècnics en el comerç de ramaderia, en controlen i en fomenten en diverses repúbliques. Al Caucas es dediquen a la cria de cavalls per les necessitats de la famosa Cavalleria Roja. A Moscou hi ha el Tzigane-Teatre, exclusiu per als gitanos. Avui molts dels principals artistes del Teatre de l’Òpera són d’aquesta raça. El gitano té una categoria política i social igual a la de tots. Això hem d’aconseguir a Espanya.’
L’Helios Gómez de Carles Fontserè
Carles Fontserè el considerava el seu mestre i un personatge amb una simpatia andalusa especial. L’admirava. Ja de ben jovenet, Fontserè en copiava l’estil en les il·lustracions que dibuixava per a publicacions carlines, als antípodes de les revistes en què publicava Helios. Cal recordar que Fontserè era fill d’una família petit burgesa tradicionalista i encara no havia abraçat els ideals llibertaris i republicans que el guiarien tota la vida. Ara, no hi trigaria gaire. I potser, entre més, el personatge d’Helios el devia influir decisivament. L’andalús tenia carisma, facilitat d’oratòria i dots de comandament. Havia estat elegit President del Sindicat Professional de Dibuixants (SPD) per aclamació quan va ser fundat l’any 1936. Fontserè en va formar part ja al primer dia, a vint anys. En van sortir els millors cartells de propaganda de la guerra civil espanyola i els més famosos.
Uns quants dies després del 18 de juliol de 1936, Helios Gómez va aparèixer a La Vanguardia en una foto d’Agustí Centelles, amb casc militar, fusell i metralladora. Helios es va enfrontar amb les armes als carrers de la ciutat contra els militars rebels. Més tard, un dia es presentà al Sindicat com a emissari d’ordres del Partit, que va anunciar solemnement: ‘Tots els dibuixants han d’estar disposats a ser militaritzats.’ La gran majoria ho van acceptar entusiastes, recordava Fontserè. A més a més, somreia burleta. Val a dir que, segons ell, els comunistes havien tingut més bon gust que no els anarquistes a l’hora de col·lectivitzar. En els locals comunistes s’hi menjava millor.
Però la guerra i l’exili va dispersar els dos amics. Quan Fontserè va tornar a Catalunya als anys setanta va seguir el rastre del seu col·lega. Però havia desaparegut. Gràcies a l’atzar d’ensopegar amb un anunci a la premsa, va contactar l’alemanya Ursula Tjaden i el fill d’Helios, Gabriel Gómez. Entre tots tres van ajuntar peces i van reconstruir la vida de l’artista, tant com van poder, tot i que sempre van obtenir més preguntes que no pas respostes. La vida d’Helios és digna d’una pel·lícula i en resten alguns capítols que només ell podria escriure –o fabular- si ells l’haguessin trobat viu a la Barcelona dels setanta.
A mi, sempre m’ha sorprès que Helios Gómez tingués la virtut d’estar a tot arreu gairebé en els moments més interessants. És com el Zelig de Woody Allen.
Coincideix amb Lluís Companys al pati de la Model l’any 1934. Exposa a les galeries Dalmau de Barcelona, a l’ateneu Enciclopèdic Popular i a l’ateneu de Madrid. Tracta Francesc Macià i Ventura Gassol quan s’exilia a Brussel·les. Dibuixa i publica en gairebé totes les revistes revolucionàries i d’esquerres de l’època, tant aquí com a l’estranger. Publica a Berlin Días de Ira sota els auspicis del sindicat anarquista AIT.
És comissari de milícies en el desembarcament de les tropes de Bayo a Mallorca. Participa en la formació de l’Aliança d’Intel·lectuals Antifeixistes a Barcelona i Madrid. Combat al front sud, on diuen que va matar un capità. És expulsat del Partit Comunista ‘per traïdor’. Torna amb els anarquistes de la 26a Divisió –Columna Durruti–, on fa de milicià de cultura. L’any 1938 organitza a la plaça Catalunya una exposició d’homenatge a Durruti, mort a Madrid dos anys abans.
Després de la derrota de l’any 39, travessa els Pirineus amb les restes de la 26a Divisió. Va estar internat als camps de concentració del Vernet, a la Guingueta d’Ix,i Bram, a l’estat francès; i a Bou Saâda, a Algèria. De tornada a l’estat espanyol, es casa, té un fill, funda un grup polític, i és arrestat unes quantes vegades, no sempre per motius clars. La darrera estada a la Model és del 1948 al 1954. Els últims anys de presó van ser durs. És quan pinta la Capella Gitana. No té diners, ni advocat.
El dirigent del PSUC Joan Comorera ingressa a la Model l’any 1954 i li demana al seu advocat que s’encarregui del cas del dibuixant. Descobreixen que a la mateixa presó hi havia una ordre d’alliberament signada quatre anys abans perquè Helios sortís en llibertat l’any 1950. Ningú no li ho havia comunicat. Va ser retingut il·legalment entre reixes quatre anys de més.
Helios Gómez no va deixar mai de pintar i dir què pensava. No va callar mai. La seva intensa vida de film va ser una lluita permanent amb la justícia, un combat per transformar la realitat en favor dels desposseïts, els proletaris, els gitanos. L’any 1956 es va morir a Barcelona.
Lo inimaginable a la vista: el eterno retorno Nacional Católico Romano Monárquico
Der spanische Staat bittet höflich darum, diesen Gefangenen, der inhaftiert ist, weil er ein Referendum ermöglicht hat, nicht - ich wiederhole - NICHT #PresoPolític zu nennen.— Michaela Klinkert 🎗 (@Klinkmi) April 18, 2019
Span. Flagge, Foto v König, Minitisch... #ThisIsTheRealsPain #GlobalsPain #JoAcuso@Foreign_Cat pic.twitter.com/JMfMuNNkwJ
“El pasado franquista de España ha ayudado a que durante muchos años no haya habido ningún partido de extrema derecha”
Xavier Casals (Barcelona, 1963) es doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Barcelona y profesor de Blanquerna-URL. Ha analizado y pensado sobre la nueva extrema derecha y, últimamente, le ha tocado reflexionar sobre el fenómeno de Vox. Es autor de varios artículos y libros sobre la evolución de la ultraderecha, entre los cuales, su tesis, donde estudió los neonazis en España. Pero también acaba de reeditar ‘Franco y los Borbones’ (Ariel) y publicó un clásico sobre la historia política contemporánea de Cataluña ‘El oasis catalán’ (Edhasa). Hablamos con él para analizar el fenómeno de Vox y el panorama que nos espera en las próximas elecciones españolas.
Texto: Sergi Picazo / Edición: Berta Artigas / Fotos: Ivan Giménez
¿Los medios hablamos demasiado de Vox?
Depende. En octubre pasado, cuando la encuesta del barómetro del CIS indicó que Vox obtendría un 1,2%, sí se habló demasiado de ellos. En la misma encuesta salió que el PACMA tendría un 1,4%; pero, sin embargo, todos los medios hablaron de Vox. Hay una inercia informativa que beneficia Vox y el entorno de extrema derecha. Un ejemplo claro es el bus de Hazte Oír, que consiguió mucha presencia mediática. Pero, sí que tiene más lógica hablar de Vox desde las elecciones andaluzas y sabiendo que Vox está marcando el espacio político de la derecha. Si no se tiene en cuenta Vox como actor político, es difícil entender algunas maniobras del resto de los partidos de derechas.
Quizás la pregunta debería ser: ¿cómo debemos informar sobre Vox?
Debemos reflexionar sobre si hay una “sobreinformación”, si aporta algo al lector todo lo que los medios dicen sobre Vox o si simplemente están reproduciendo un titular estridente y llamativo para tener más clics. Por ejemplo, ¿creeis que un acto de las juventudes de Vox en el que Santiago Abascal hizo de DJ en una discoteca se merecía aquella amplia cobertura? Sin embargo, debe entenderse que todo lo que sale de la norma tiene interés para los medios, y a la extrema derecha siempre se le ha asociado como el enemigo de la democracia.
El fenómeno de Vox en los medios de comunicación confirmaría tu tesis de la “presencia ausente” de la extrema derecha en España.
Mi idea era que, si en la mayor parte de Europa hay partidos de extrema derecha importantes, en España debe haber una extrema derecha que está escondida y que emergería en cualquier momento. Desde 1982 ha habido una reflexión constante en los medios cada vez que ha habido algún éxito de la extrema derecha en Europa y aquí no. Aunque en España la extrema derecha sea insignificante, si alguien la mira en el tiempo, es un fenómeno que ha logrado un alto nivel informativo, salvo en el caso de la Plataforma por Cataluña. Para mí, la presencia ausente representa este interés recurrente por una realidad que era patente en Europa y aquí no, y que, en cierto modo, con la eclosión de Vox se “resolvió el enigma” y se puso fin a esta excepcionalidad. Por lo tanto, cuando ha emergido la posibilidad de que la extrema derecha volviera a tener representación parlamentaria, se le ha dedicado un gran interés mediático.
Texto: Sergi Picazo / Edición: Berta Artigas / Fotos: Ivan Giménez
¿Los medios hablamos demasiado de Vox?
Depende. En octubre pasado, cuando la encuesta del barómetro del CIS indicó que Vox obtendría un 1,2%, sí se habló demasiado de ellos. En la misma encuesta salió que el PACMA tendría un 1,4%; pero, sin embargo, todos los medios hablaron de Vox. Hay una inercia informativa que beneficia Vox y el entorno de extrema derecha. Un ejemplo claro es el bus de Hazte Oír, que consiguió mucha presencia mediática. Pero, sí que tiene más lógica hablar de Vox desde las elecciones andaluzas y sabiendo que Vox está marcando el espacio político de la derecha. Si no se tiene en cuenta Vox como actor político, es difícil entender algunas maniobras del resto de los partidos de derechas.
Quizás la pregunta debería ser: ¿cómo debemos informar sobre Vox?
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El fenómeno de Vox en los medios de comunicación confirmaría tu tesis de la “presencia ausente” de la extrema derecha en España.
Mi idea era que, si en la mayor parte de Europa hay partidos de extrema derecha importantes, en España debe haber una extrema derecha que está escondida y que emergería en cualquier momento. Desde 1982 ha habido una reflexión constante en los medios cada vez que ha habido algún éxito de la extrema derecha en Europa y aquí no. Aunque en España la extrema derecha sea insignificante, si alguien la mira en el tiempo, es un fenómeno que ha logrado un alto nivel informativo, salvo en el caso de la Plataforma por Cataluña. Para mí, la presencia ausente representa este interés recurrente por una realidad que era patente en Europa y aquí no, y que, en cierto modo, con la eclosión de Vox se “resolvió el enigma” y se puso fin a esta excepcionalidad. Por lo tanto, cuando ha emergido la posibilidad de que la extrema derecha volviera a tener representación parlamentaria, se le ha dedicado un gran interés mediático.
Foto: IVAN GIMÉNEZ
“El pasado franquista de España ha ayudado a que durante muchos años no haya habido ningún partido de extrema derecha”
España, Portugal y Grecia, tres países con dictaduras fascistas hasta los años setenta, tardaron mucho en tener partidos de extrema derecha con diputados en sus parlamentos. Portugal todavía ni tiene. Este pasado franquista de España, ¿ha ayudado o ha perjudicado a la extrema derecha?
Es una paradoja, pero creo que precisamente el pasado franquista de España ha ayudado a que durante muchos años no haya habido ningún partido de extrema derecha. Los tres países que tuvieron dictaduras anticomunistas durante la Guerra Fría no tenían extrema derecha clásica con diputados hasta hace poco. Portugal no los tiene; España los ha tenido en diciembre de 2018 (salvo el paréntesis de la Plataforma por Cataluña de 2003 a 2015 en el ámbito local y de una presencia muy pequeña de la ultraderecha de Blas Piñar hasta 1982), y, en Grecia, la extrema derecha emerge en 2009 en las elecciones al Parlamento Europeo con la Concentración Popular Ortodoxa, y, cuando ésta quiebra, surge Amanecer Dorado. Haciendo una simplificación, pienso esto: las dictaduras arcaizaron el discurso de la extrema derecha y lo hicieron poco competitivo. Si nos fijamos en España, la extrema derecha que surge a finales de los setenta está fragmentada y tiene un discurso neofranquista. Pero el franquismo es un régimen unipersonal, y, por tanto, no se puede restaurar, lo que lo convirtió en un proyecto político inviable. La extrema derecha de ese momento se caracteriza por ser nostálgica del pasado, es ultracatólica y se muestra favorable a una involución. Esto no es atractivo para la sociedad de la época, que lo que quiere es superar la Guerra Civil y el franquismo.
Tampoco les ayuda que la primera Alianza Popular captara buena parte del voto del franquismo sociológico. En ese momento, la extrema derecha duda entre insertarse en el sistema, participar en las elecciones e influir políticamente —como hizo el movimiento italiano—, o apostar por una involución política con un golpe de Estado. Fuerza Nueva, el partido de extrema derecha del momento, no tenía ni programa ni táctica, y este cúmulo de elementos precipitó su final.
“Informativamente, creo que la extrema derecha se debería tratar como un partido más “
Volviendo al momento actual… ¿podríamos decir que Vox es neofranquismo?
Si definimos Vox como neofranquismo, nos equivocaremos. Vox es un partido homologable a la extrema derecha europea. Pero tiene elementos tradicionales de la extrema derecha española como el ultranacionalismo español —reivindicar Gibraltar—, el rechazo del ‘separatismo’ y la oposición a la ley de la memoria histórica o a la exhumación del cuerpo de Franco… Esto es cierto que atrae a una masa que no obligatoriamente es defensora de la dictadura, pero opina que la dictadura tuvo cosas buenas y malas. También puede movilizar a un electorado antisocialista, que cree que le imponen una determinada lectura de la Guerra Civil. Una divisa importante es “la España viva”, el Estado visto como un organismo vivo, que renacerá. Se habla de la ‘Reconquista’; por tanto, no es un lema “decorativo”: estamos hablando de la nación, de la identificación de España como un ente vivo, y eso implica una política de regeneración y de reconquista. Vox sintoniza con este ultranacionalismo español integrista, con la idea de una nación que renacerá por encima de sus enemigos, implícitamente llamados, y con esta voluntad de renacimiento de la nación, que sintoniza muy bien con discursos que hay en la extrema derecha occidental. No es casualidad que hayan cogido el lema de Donald Trump, “Hacer España grande otra vez”, porque es la idea de que la patria renacerá, más allá de sus élites traidoras.
Por lo tanto, tú dirías que no vienen del franquismo, pero sí que impulsan un nacionalismo español integrista.
Exacto. Si fuera neofranquista, estaríamos hablando de un cuerpo doctrinal aferrado a Franco, relacionado con el corporativismo, la democracia orgánica, el partido único… y todo ello no está. Se combinan los elementos tradicionales que hemos mencionado antes con ideas modernas de la extrema derecha, como el rechazo al “islam radical”, la voluntad de erigir un muro en Ceuta y en Melilla…
Defiendes que, en lugar de criticar a la extrema derecha, hay que ir a la raíz del problema para solucionarlo… ¿A qué te refieres?
Informativamente, creo que la extrema derecha se debería tratar como un partido más. Generalmente, en España se hacen aproximaciones críticas a los partidos, donde se muestran sus contradicciones. Con los partidos de derechas, en cambio, se tiende simplemente a anatematizar el discurso. Por ejemplo, se debería hacer una reflexión sobre hasta qué punto sería viable el programa de ayudas a la natalidad que justifica Vox. Una “normalización informativa” puede dar claves para entender por qué hay gente que se puede sentir atraída por este partido.
“Los socialistas y los comunistas se dirigían a una clase social en desaparición: el obrero de las periferias industriales”
¿Sabemos si el votante potencial de Vox sería el de un votante de clase obrera, como una parte -no toda- de los votantes de Le Pen en Francia o provendría de clases medias y altas, como explican que pasó en Andalucía?
Hay que tener en cuenta que las elecciones andaluzas son un punto atípico para entender el fenómeno de Vox. Primero, porque en Andalucía había un gobierno socialista que había tenido el Gobierno durante décadas sin alternancia. Esto provoca un agotamiento. Si eres partidario de un cambio de gobierno, obviamente no vas a votar a los socialistas ni a Podemos ni a Ciudadanos —que habían apoyado al PSOE. Por lo tanto, se veía una apatía en el electorado, que se traduce en un 41% de abstención, más de un 3% de voto nulo o en blanco, y los cuatro partidos principales no llegan al 50% del censo. La situación de desalineamiento electoral es tan grande que genera un espacio propicio para que actores nuevos eclosionen. El resultado de Andalucía tiene unos sesgos que en el ámbito estatal no están.
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La mutación de la extrema derecha para luchar contra el independentismo
Texto: Laura Aznar y Jordi Borràs | Fotos: Jordi Borràs
De acuerdo, no se pueden sacar conclusiones a partir de los resultados de Andalucía, pero sí sabemos cómo es el votante de extrema derecha en Europa Occidental.
El problema de los partidos que hace tantos años que existen, como el Frente Nacional en Francia, es que llevan desde 1984 en el ámbito institucional y, por tanto, a lo largo de 35 años la extrema derecha allí se ha normalizado y ha tendido a perder peculiaridades que tenía antes. Haciendo una simplificación, las características de estos partidos se basaban en la sobrerrepresentación de los hombres sobre las mujeres (aproximadamente dos tercios de hombres y uno de mujeres), un electorado mayoritariamente urbano o ‘rururbano’ y una sobrerrepresentación de electorado juvenil con un nivel de estudios bajos. De estos elementos, algunos se mantienen, y otros, ya no.
La clase obrera que sí pueda votar la extrema derecha, ¿lo hace por los errores de la izquierda?
Aquí se mezclan diferentes cuestiones. La primera es que tanto el partido socialista como el comunista se dirigían a una clase social que está desapareciendo: el del obrero de las grandes periferias industriales, que no había sufrido las deslocalizaciones y tenía una carrera previsible, protegida por el sindicato. Esto está desapareciendo. En segundo lugar, hay un problema de comunicación: los líderes no se identifican con los votantes. Han quedado unas periferias urbanas, desindustrializadas, con sectores con bajos ingresos y elevadas frustraciones, y tienen un problema para identificarse con los nuevos líderes, de los partidos socialistas especialmente. Y, por último, hay otra cosa, menor quizá, que es que, si tu eres una persona con este perfil y te gustaría hacer política, es difícil que puedas progresar en un partido institucionalizado.
¿Cuales podríamos decir, en general, que son los factores que llevan a votar a partidos de extrema derecha?
El politólogo francés Pascal Perrineau en el libro ‘La France au front‘ explica que hay cinco fracturas que explican el voto de la clase obrera a la extrema derecha. Para empezar, la que más se ha utilizado es la fractura económica entre perdedores y ganadores de la globalización: lo que antes era una pequeña ciudad de la periferia ahora es un suburbio desindustrializado con un paro elevadísimo. En segundo lugar, la fractura entre las zonas integradas en la economía dinámica global y las zonas que no lo están: hay una corona de núcleos urbanos bien insertados en la economía global y, por otro lado, zonas urbanas y rurales, que han quedado fuera del circuito, y esto genera tensiones. Una tercera fractura es la que se establece entre los partidarios de sociedades cerradas y de sociedades abiertas: los que quieren multiculturalismo e influencias del exterior, y los que no, más partidarios del proteccionismo. La cuarta fractura es la que existe entre los valores liberales y los valores autoritarios. Y la última es la que tenemos entre culturas de gobierno y culturas de protesta. Dependiendo de los escenarios, algunas variables pesarán más que otras.
El caso más evidente es el de los ‘Chalecos Amarillos’. Es la explosión, de la manera más literal, de la Francia periférica. Después de un París metropolitano y una corona de ciudades bien insertadas en la economía global, nos encontramos “la Francia de los olvidados”, la Francia interior, que cada vez tiene menos oferta de servicios, las personas a quienes se les complica la colocación, que necesitan coche para desplazarse … Este fenómeno está bien descrito en un pequeño ensayo del sociólogo Christophe Guilluy que se llama ‘La Francia periférica‘. Creo que debemos dejar de analizar si hay voto obrero o no, y tenemos que pensar en grandes fracturas que están atravesando las grandes ciudades. Es muy importante no ir a dinámicas binarias, sino a dinámicas multifactoriales. Si nos quedamos sólo con un factor, tendremos un análisis limitado y será difícil de entender.
“El resultado de Vox en Cataluña dependerá mucho de lo que ocurra en el espacio de la derecha con el PP, C’s y ellos”
Conociendo la realidad histórica, electoral e incluso sociológica de Cataluña, ¿se podría decir que aquí se da el caldo de cultivo para Vox triunfe?
Haré dos precisiones. Primero, que el único pronóstico que se puede hacer es que no se puede hacer ningún pronóstico. Y, segundo, para entender lo que ocurre sólo se me ocurre recurrir al discurso del replicante de ‘Blade Runner’ que dice aquello de “he vivido cosas que no creeríais”.
Más allá de un pronóstico, pregunto si hay un espacio sociológico y electoral para la extrema derecha en Cataluña.
Vox en Cataluña es una incógnita; no se pueden hacer suposiciones porque las encuestas aún no son fiables. Vox dependerá mucho de los resultados que haya en el espacio de la derecha, que ahora incluye a Ciudadanos, al PP y a Vox. Hay más de un 40% del voto de derechas indeciso. Aquí en Cataluña hay tres derivadas a considerar: primero, que el PP va camino de la marginalidad, y, por tanto, un elector del PP que ve que su partido está volviéndose testimonial puede decidir votar a otro partido para sentirse más bien representado con un discurso más contundente; segundo, que es posible que Ciudadanos en las elecciones catalanas hubiera alcanzado su máximo histórico y ahora algunos votantes suyos pueden decidir apoyar a Vox, porque creen que Ciudadanos no es lo suficientemente duro o puede pactar con el PSOE, y, tercero, que Vox defiende que no se necesitan las comunidades autónomas, y esto puede atraer a un votante en Cataluña. Si en las encuestas en Cataluña saliera que Vox tiene posibilidades de obtener uno o dos escaños, puede crear un efecto de “autoprofecía” y que el elector indeciso piense que votándoles no perderá el voto. Pero, ahora mismo, un mes es una eternidad. Puede pasar cualquier cosa. Por lo tanto, Vox es un misterio que no sabremos hasta la noche de las elecciones.
“Es lógico que hubiera una reacción del nacionalismo español contra el auge independentista”
El auge independentista en Cataluña parecía que había ayudado a frenar el ascenso de la extrema derecha porqué centraba el discurso en el eje nacional y no en la inmigración. Pero, ahora, parece que Vox ha acabado utilizando más el anticatalanismo que la xenofobia para crecer.
El nacionalismo de Vox es un reflejo del temor de la amputación de España. Vuelve el peligro de que haya una “segunda Cuba”. Después de ver como un movimiento separatista movilizaba el 48% del electorado catalán, es lógico que hubiera una reacción del nacionalismo español. El agotamiento del régimen político que codificó la Constitución también es otro elemento importante. El independentismo, Podemos y en cierta medida Vox, son una crítica al régimen del 78.
¿Por qué no ha tenido nunca fuerza parlamentaria una extrema derecha independentista o nacionalista catalana como ocurre en casi todos los países europeos?
La configuración política del independentismo hasta ahora ha tenido grupúsculos de extrema derecha, pero no ha habido un gran movimiento, debido en parte a cómo se ha configurado el independentismo en Cataluña: contra el ultraespañolismo, el fascismo, el franquismo… con lo que ha limitado el campo de juego para una eventual extrema derecha independentista. Esto no quiere decir que no pueda existir en el futuro, porque estamos en un momento en que se están rasgando todos los consensos políticos tradicionales que habíamos visto, en que el sistema muda rápidamente y se hace difícil hacer previsiones.
“‘Plataforma per Catalunya’ sigue siendo el intento de hacer una extrema derecha autonomista”
¿Por qué terminó fracasando el proyecto de ‘Plataforma per Catalunya’?
‘Plataforma per Catalunya’ sigue siendo el intento de hacer una extrema derecha autonomista. Son un partido dispuesto a asimilar un electorado que podría ser independentista, catalanista o ultraespañolista, porque hace un discurso que crea un eje que ya no es derecha-izquierda ni Cataluña-España, sino autóctonos-foráneos. Y esto tiene una gran capacidad de integración. Ahora tenemos una extrema derecha que quiere poner fin a las autonomías, quiere revisar la Constitución y que es ultranacionalista española. La realidad política que planteaba ‘Plataforma per Catalunya’ era una, y lo que plantea Vox es otra muy diferente.
La quiebra de ‘Plataforma per Catalunya’ se explica por tres puntos: el primero, la problemática de liderazgo, que la debilita mucho; el segundo, el peso del ‘procés’ en la agenda política, que es abrumador, y, el tercero, que Cataluña lleva viviendo una dinámica electoral plebiscitaria desde el 2015: cada elección se considera un plebiscito para la independencia, y esta cuestión se convierte en la cuestión central. Esta dinámica hace que no puedan existir discursos excluyentes, porque se necesita que todos vayan a votar. La dinámica en Cataluña es la opuesta a la de Andalucía, donde hubo mucha abstención: aquí hay una hipermobilización electoral permanente.
“El pasado franquista de España ha ayudado a que durante muchos años no haya habido ningún partido de extrema derecha”
España, Portugal y Grecia, tres países con dictaduras fascistas hasta los años setenta, tardaron mucho en tener partidos de extrema derecha con diputados en sus parlamentos. Portugal todavía ni tiene. Este pasado franquista de España, ¿ha ayudado o ha perjudicado a la extrema derecha?
Es una paradoja, pero creo que precisamente el pasado franquista de España ha ayudado a que durante muchos años no haya habido ningún partido de extrema derecha. Los tres países que tuvieron dictaduras anticomunistas durante la Guerra Fría no tenían extrema derecha clásica con diputados hasta hace poco. Portugal no los tiene; España los ha tenido en diciembre de 2018 (salvo el paréntesis de la Plataforma por Cataluña de 2003 a 2015 en el ámbito local y de una presencia muy pequeña de la ultraderecha de Blas Piñar hasta 1982), y, en Grecia, la extrema derecha emerge en 2009 en las elecciones al Parlamento Europeo con la Concentración Popular Ortodoxa, y, cuando ésta quiebra, surge Amanecer Dorado. Haciendo una simplificación, pienso esto: las dictaduras arcaizaron el discurso de la extrema derecha y lo hicieron poco competitivo. Si nos fijamos en España, la extrema derecha que surge a finales de los setenta está fragmentada y tiene un discurso neofranquista. Pero el franquismo es un régimen unipersonal, y, por tanto, no se puede restaurar, lo que lo convirtió en un proyecto político inviable. La extrema derecha de ese momento se caracteriza por ser nostálgica del pasado, es ultracatólica y se muestra favorable a una involución. Esto no es atractivo para la sociedad de la época, que lo que quiere es superar la Guerra Civil y el franquismo.
Tampoco les ayuda que la primera Alianza Popular captara buena parte del voto del franquismo sociológico. En ese momento, la extrema derecha duda entre insertarse en el sistema, participar en las elecciones e influir políticamente —como hizo el movimiento italiano—, o apostar por una involución política con un golpe de Estado. Fuerza Nueva, el partido de extrema derecha del momento, no tenía ni programa ni táctica, y este cúmulo de elementos precipitó su final.
“Informativamente, creo que la extrema derecha se debería tratar como un partido más “
Volviendo al momento actual… ¿podríamos decir que Vox es neofranquismo?
Si definimos Vox como neofranquismo, nos equivocaremos. Vox es un partido homologable a la extrema derecha europea. Pero tiene elementos tradicionales de la extrema derecha española como el ultranacionalismo español —reivindicar Gibraltar—, el rechazo del ‘separatismo’ y la oposición a la ley de la memoria histórica o a la exhumación del cuerpo de Franco… Esto es cierto que atrae a una masa que no obligatoriamente es defensora de la dictadura, pero opina que la dictadura tuvo cosas buenas y malas. También puede movilizar a un electorado antisocialista, que cree que le imponen una determinada lectura de la Guerra Civil. Una divisa importante es “la España viva”, el Estado visto como un organismo vivo, que renacerá. Se habla de la ‘Reconquista’; por tanto, no es un lema “decorativo”: estamos hablando de la nación, de la identificación de España como un ente vivo, y eso implica una política de regeneración y de reconquista. Vox sintoniza con este ultranacionalismo español integrista, con la idea de una nación que renacerá por encima de sus enemigos, implícitamente llamados, y con esta voluntad de renacimiento de la nación, que sintoniza muy bien con discursos que hay en la extrema derecha occidental. No es casualidad que hayan cogido el lema de Donald Trump, “Hacer España grande otra vez”, porque es la idea de que la patria renacerá, más allá de sus élites traidoras.
Por lo tanto, tú dirías que no vienen del franquismo, pero sí que impulsan un nacionalismo español integrista.
Exacto. Si fuera neofranquista, estaríamos hablando de un cuerpo doctrinal aferrado a Franco, relacionado con el corporativismo, la democracia orgánica, el partido único… y todo ello no está. Se combinan los elementos tradicionales que hemos mencionado antes con ideas modernas de la extrema derecha, como el rechazo al “islam radical”, la voluntad de erigir un muro en Ceuta y en Melilla…
Defiendes que, en lugar de criticar a la extrema derecha, hay que ir a la raíz del problema para solucionarlo… ¿A qué te refieres?
Informativamente, creo que la extrema derecha se debería tratar como un partido más. Generalmente, en España se hacen aproximaciones críticas a los partidos, donde se muestran sus contradicciones. Con los partidos de derechas, en cambio, se tiende simplemente a anatematizar el discurso. Por ejemplo, se debería hacer una reflexión sobre hasta qué punto sería viable el programa de ayudas a la natalidad que justifica Vox. Una “normalización informativa” puede dar claves para entender por qué hay gente que se puede sentir atraída por este partido.
“Los socialistas y los comunistas se dirigían a una clase social en desaparición: el obrero de las periferias industriales”
¿Sabemos si el votante potencial de Vox sería el de un votante de clase obrera, como una parte -no toda- de los votantes de Le Pen en Francia o provendría de clases medias y altas, como explican que pasó en Andalucía?
Hay que tener en cuenta que las elecciones andaluzas son un punto atípico para entender el fenómeno de Vox. Primero, porque en Andalucía había un gobierno socialista que había tenido el Gobierno durante décadas sin alternancia. Esto provoca un agotamiento. Si eres partidario de un cambio de gobierno, obviamente no vas a votar a los socialistas ni a Podemos ni a Ciudadanos —que habían apoyado al PSOE. Por lo tanto, se veía una apatía en el electorado, que se traduce en un 41% de abstención, más de un 3% de voto nulo o en blanco, y los cuatro partidos principales no llegan al 50% del censo. La situación de desalineamiento electoral es tan grande que genera un espacio propicio para que actores nuevos eclosionen. El resultado de Andalucía tiene unos sesgos que en el ámbito estatal no están.
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Texto: Laura Aznar y Jordi Borràs | Fotos: Jordi Borràs
De acuerdo, no se pueden sacar conclusiones a partir de los resultados de Andalucía, pero sí sabemos cómo es el votante de extrema derecha en Europa Occidental.
El problema de los partidos que hace tantos años que existen, como el Frente Nacional en Francia, es que llevan desde 1984 en el ámbito institucional y, por tanto, a lo largo de 35 años la extrema derecha allí se ha normalizado y ha tendido a perder peculiaridades que tenía antes. Haciendo una simplificación, las características de estos partidos se basaban en la sobrerrepresentación de los hombres sobre las mujeres (aproximadamente dos tercios de hombres y uno de mujeres), un electorado mayoritariamente urbano o ‘rururbano’ y una sobrerrepresentación de electorado juvenil con un nivel de estudios bajos. De estos elementos, algunos se mantienen, y otros, ya no.
La clase obrera que sí pueda votar la extrema derecha, ¿lo hace por los errores de la izquierda?
Aquí se mezclan diferentes cuestiones. La primera es que tanto el partido socialista como el comunista se dirigían a una clase social que está desapareciendo: el del obrero de las grandes periferias industriales, que no había sufrido las deslocalizaciones y tenía una carrera previsible, protegida por el sindicato. Esto está desapareciendo. En segundo lugar, hay un problema de comunicación: los líderes no se identifican con los votantes. Han quedado unas periferias urbanas, desindustrializadas, con sectores con bajos ingresos y elevadas frustraciones, y tienen un problema para identificarse con los nuevos líderes, de los partidos socialistas especialmente. Y, por último, hay otra cosa, menor quizá, que es que, si tu eres una persona con este perfil y te gustaría hacer política, es difícil que puedas progresar en un partido institucionalizado.
¿Cuales podríamos decir, en general, que son los factores que llevan a votar a partidos de extrema derecha?
El politólogo francés Pascal Perrineau en el libro ‘La France au front‘ explica que hay cinco fracturas que explican el voto de la clase obrera a la extrema derecha. Para empezar, la que más se ha utilizado es la fractura económica entre perdedores y ganadores de la globalización: lo que antes era una pequeña ciudad de la periferia ahora es un suburbio desindustrializado con un paro elevadísimo. En segundo lugar, la fractura entre las zonas integradas en la economía dinámica global y las zonas que no lo están: hay una corona de núcleos urbanos bien insertados en la economía global y, por otro lado, zonas urbanas y rurales, que han quedado fuera del circuito, y esto genera tensiones. Una tercera fractura es la que se establece entre los partidarios de sociedades cerradas y de sociedades abiertas: los que quieren multiculturalismo e influencias del exterior, y los que no, más partidarios del proteccionismo. La cuarta fractura es la que existe entre los valores liberales y los valores autoritarios. Y la última es la que tenemos entre culturas de gobierno y culturas de protesta. Dependiendo de los escenarios, algunas variables pesarán más que otras.
El caso más evidente es el de los ‘Chalecos Amarillos’. Es la explosión, de la manera más literal, de la Francia periférica. Después de un París metropolitano y una corona de ciudades bien insertadas en la economía global, nos encontramos “la Francia de los olvidados”, la Francia interior, que cada vez tiene menos oferta de servicios, las personas a quienes se les complica la colocación, que necesitan coche para desplazarse … Este fenómeno está bien descrito en un pequeño ensayo del sociólogo Christophe Guilluy que se llama ‘La Francia periférica‘. Creo que debemos dejar de analizar si hay voto obrero o no, y tenemos que pensar en grandes fracturas que están atravesando las grandes ciudades. Es muy importante no ir a dinámicas binarias, sino a dinámicas multifactoriales. Si nos quedamos sólo con un factor, tendremos un análisis limitado y será difícil de entender.
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Conociendo la realidad histórica, electoral e incluso sociológica de Cataluña, ¿se podría decir que aquí se da el caldo de cultivo para Vox triunfe?
Haré dos precisiones. Primero, que el único pronóstico que se puede hacer es que no se puede hacer ningún pronóstico. Y, segundo, para entender lo que ocurre sólo se me ocurre recurrir al discurso del replicante de ‘Blade Runner’ que dice aquello de “he vivido cosas que no creeríais”.
Más allá de un pronóstico, pregunto si hay un espacio sociológico y electoral para la extrema derecha en Cataluña.
Vox en Cataluña es una incógnita; no se pueden hacer suposiciones porque las encuestas aún no son fiables. Vox dependerá mucho de los resultados que haya en el espacio de la derecha, que ahora incluye a Ciudadanos, al PP y a Vox. Hay más de un 40% del voto de derechas indeciso. Aquí en Cataluña hay tres derivadas a considerar: primero, que el PP va camino de la marginalidad, y, por tanto, un elector del PP que ve que su partido está volviéndose testimonial puede decidir votar a otro partido para sentirse más bien representado con un discurso más contundente; segundo, que es posible que Ciudadanos en las elecciones catalanas hubiera alcanzado su máximo histórico y ahora algunos votantes suyos pueden decidir apoyar a Vox, porque creen que Ciudadanos no es lo suficientemente duro o puede pactar con el PSOE, y, tercero, que Vox defiende que no se necesitan las comunidades autónomas, y esto puede atraer a un votante en Cataluña. Si en las encuestas en Cataluña saliera que Vox tiene posibilidades de obtener uno o dos escaños, puede crear un efecto de “autoprofecía” y que el elector indeciso piense que votándoles no perderá el voto. Pero, ahora mismo, un mes es una eternidad. Puede pasar cualquier cosa. Por lo tanto, Vox es un misterio que no sabremos hasta la noche de las elecciones.
“Es lógico que hubiera una reacción del nacionalismo español contra el auge independentista”
El auge independentista en Cataluña parecía que había ayudado a frenar el ascenso de la extrema derecha porqué centraba el discurso en el eje nacional y no en la inmigración. Pero, ahora, parece que Vox ha acabado utilizando más el anticatalanismo que la xenofobia para crecer.
El nacionalismo de Vox es un reflejo del temor de la amputación de España. Vuelve el peligro de que haya una “segunda Cuba”. Después de ver como un movimiento separatista movilizaba el 48% del electorado catalán, es lógico que hubiera una reacción del nacionalismo español. El agotamiento del régimen político que codificó la Constitución también es otro elemento importante. El independentismo, Podemos y en cierta medida Vox, son una crítica al régimen del 78.
¿Por qué no ha tenido nunca fuerza parlamentaria una extrema derecha independentista o nacionalista catalana como ocurre en casi todos los países europeos?
La configuración política del independentismo hasta ahora ha tenido grupúsculos de extrema derecha, pero no ha habido un gran movimiento, debido en parte a cómo se ha configurado el independentismo en Cataluña: contra el ultraespañolismo, el fascismo, el franquismo… con lo que ha limitado el campo de juego para una eventual extrema derecha independentista. Esto no quiere decir que no pueda existir en el futuro, porque estamos en un momento en que se están rasgando todos los consensos políticos tradicionales que habíamos visto, en que el sistema muda rápidamente y se hace difícil hacer previsiones.
“‘Plataforma per Catalunya’ sigue siendo el intento de hacer una extrema derecha autonomista”
¿Por qué terminó fracasando el proyecto de ‘Plataforma per Catalunya’?
‘Plataforma per Catalunya’ sigue siendo el intento de hacer una extrema derecha autonomista. Son un partido dispuesto a asimilar un electorado que podría ser independentista, catalanista o ultraespañolista, porque hace un discurso que crea un eje que ya no es derecha-izquierda ni Cataluña-España, sino autóctonos-foráneos. Y esto tiene una gran capacidad de integración. Ahora tenemos una extrema derecha que quiere poner fin a las autonomías, quiere revisar la Constitución y que es ultranacionalista española. La realidad política que planteaba ‘Plataforma per Catalunya’ era una, y lo que plantea Vox es otra muy diferente.
La quiebra de ‘Plataforma per Catalunya’ se explica por tres puntos: el primero, la problemática de liderazgo, que la debilita mucho; el segundo, el peso del ‘procés’ en la agenda política, que es abrumador, y, el tercero, que Cataluña lleva viviendo una dinámica electoral plebiscitaria desde el 2015: cada elección se considera un plebiscito para la independencia, y esta cuestión se convierte en la cuestión central. Esta dinámica hace que no puedan existir discursos excluyentes, porque se necesita que todos vayan a votar. La dinámica en Cataluña es la opuesta a la de Andalucía, donde hubo mucha abstención: aquí hay una hipermobilización electoral permanente.
El Consejo de Europa examinará la situación de los políticos encarcelados en España y Turquía
Alerta:source la Vanguardia de Barcelona
La organización estudia si se vulneran los derechos y “la libertad de expresión” de los presos
La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, durante la sesión plenaria del pasado 11 de abril (Candice Imbert /Council of Europe)
ÀLEX TORT, BARCELONA17/04/2019 06:00Actualizado a17/04/2019 13:02
La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa elaborará uninforme mediante el cual va a estudiar si se están vulnerando la libertad de expresión de los políticos encarcelados en España y Turquía. La iniciativa parte de la Comisión de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos, que constata en una moción su “preocupación por el creciente número de políticos nacionales, regionales y locales procesados por declaraciones efectuadas en el ejercicio de su mandato, en particular en España y Turquía”. Pese a que en el texto no se menciona en ningún momento el conflicto catalán, dicha preocupación apunta en el caso español a la situación de los procesados por el Tribunal Supremo por el 1-O. El informe basará en parte sus conclusiones en dos resoluciones aprobadas anteriormente por la misma Asamblea: “Definición de preso político” (2012) y “Mantener separada la responsabilidad política y penal” (2013).
Bajo el título “¿Deberían los políticos ser procesados por declaraciones hechas en el ejercicio de su mandato?, la moción apela a la Comisión de Venecia, que estipula que el objetivo principal de la inmunidad parlamentaria es la protección fundamental de las instituciones parlamentarias y la garantía, “igualmente fundamental, de la independencia de los representantes elegidos para que puedan ejercer sus funciones democráticas de manera efectiva sin temor a la injerencia del poder ejecutivo o judicial”. Los firmantes recogen también que la Comisión de Venecia hizo hincapié en que “la libertad de expresión de los miembros del Parlamento es una parte esencial de la democracia”. “Su libertad de expresión debe ser amplia y debe protegerse también cuando hablan fuera del Parlamento. Esto se aplica también, y especialmente, a los parlamentarios que pertenecen a la oposición y cuyas ideas difieren mucho de las de la mayoría”, afirma.
El texto apela a la Comisión de Venecia, que pide garantizar “la independencia de los representantes elegidos para que puedan ejercer sus funciones democráticas de manera efectiva sin temor a la injerencia del poder ejecutivo o judicial”
Por todo ello, los 24 miembros de la Asamblea que han firmado la moción abogan por examinar, “desde una perspectiva legal y de derechos humanos, la situación de los políticos encarcelados” en España y Turquía “por ejercer su libertad de expresión, a la luz de los principios defendidos por el Consejo de Europa y, en particular, del Convenio Europeo de Derechos Humanos”.
La iniciativa está firmada por 24 miembros de cinco de los seis grupos que conforman actualmente la Cámara: 16 diputados del Grupo de los Socialistas, Demócratas y los Verdes, 4 del Partido Popular Europeo, 2 de la Alianza de Liberales y Demócratas por Europa (ALDE), 1 de la Izquierda Europea Unificada y 1 de los Conservadores Europeos. El pasado 8 de abril, la Asamblea designó al letón Boriss Cilevičs como ponente. Con su designación, los trabajos para realizar el informe se ponen en marcha, pero puede tardar meses en cerrarse. Sólo una vez se presente, el informe se debatirá, deberá dilucidarse si se vulneran los derechos a los políticos encarcelados y se votará el documento en el pleno de la Asamblea.
El informe se apoyará en las resoluciones “Definición de preso político” (2012) y “Mantener separada la responsabilidad política y penal” (2013)
La Asamblea Parlamentaria, formada por 324 parlamentarios de los 47 Estados miembros, tiene como objetivo principal velar por la protección de los derechos humanos –en particular los civiles y políticos– y tiene atribuidas las funciones de elección del secretario general del Consejo de Europa, al comisario de Derechos Humanos y a los jueces del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH). Además, lleva a cabo misiones de observación de elecciones, por lo que los trabajos que efectúe Cilevičs también podrían recoger la situación de los presos independentistas catalanes que concurren en las elecciones generales, europeas y municipales: Oriol Junqueras, Joaquim Forn, Jordi Sànchez, Josep Rull, Jordi Turull y Raül Romeva.
En la moción se menciona expresamente la resolución intitulada “Definición de preso político”, que aprobó la Asamblea en el año 2012. Dicha resolución afirma que sólo puede ser considerado un preso político en cinco casos: si la detención se ha realizado violando alguna de las garantías fundamentales establecidas en el Convenio Europeo de Derechos Humanos o cualquiera de sus protocolos, en particular, libertad de pensamiento, conciencia, religión, libertad de expresión o información, libertad de reunión o asociación; también si la detención ha sido efectuada por razones puramente políticas sin conexión con ningún delito. Igualmente considera preso político aquel que, por motivos políticos, la duración de su detención o sus condiciones son claramente desproporcionadas con respecto al delito del que se ha declarado culpable o se sospecha que cometió. Los dos últimos casos remiten a si por motivos políticos, la persona ha sido detenidad de manera discriminatoria en comparación con otras personas, y si la detención es el resultado de procedimientos claramente injustos y esto parece estar relacionado con motivos políticos de las autoridades.
La moción la firman 24 parlamentarios de cinco de los seis grupos que conforman la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa
También es relevante la resolución de 2013 “Mantener separada la responsabilidad política y penal”, a la que apela la moción. La resolución aprobada hace seis años dice en su punto número uno: “La Asamblea Parlamentaria considera que la democracia y el Estado de derecho requieren que los políticos estén protegidos de manera efectiva contra los procesos penales basados en sus decisiones políticas”, pero advierte a la vez que “los políticos deben rendir cuentas por los actos criminales u omisiones que cometan, tanto a título personal como en el ejercicio de su cargo público”. El texto avisa de que “los procedimientos penales no deben utilizarse para penalizar errores políticos o desacuerdos” y, entre otros, insta a “las mayorías gubernamentales en los Estados miembros a que se abstengan de abusar del sistema de justicia penal para perseguir a los opositores políticos”.
La propuesta de la Asamblea está al margen de las declaraciones del secretario general del Consejo de Europa, Thorbjorn Jagland, que en rueda de prensa en septiembre del 2018 junto al ministro de Exteriores, Josep Borrell, aseguró que el organismo “apoya plenamente el enfoque del Gobierno español por lo que se refiere a la cuestión catalana” y que no tenía “ninguna duda de que los tribunales españoles están tratando este asunto (el de Catalunya) de acuerdo a la ley española y al Convenio Europeo de Derechos Humanos”.
El secretario general del Consejo de Europa aseguró en septiembre que no tiene ninguna duda de la imparcialidad de los tribunales españoles; ahora, la comisaria de Derechos Humanos admite que están monitorizando la situación y “sigue de cerca” el juicio del 1-O
No obstante, y en contraste, hace unos días la comisaria europea por los Derechos Humanos del Consejo de Europa, Dunja Mijatovic, admitió en sesión plenaria que sigue personalmente “muy de cerca” el juicio a los procesado por el 1-O y que su equipo está “cuidadosamente monitorizando la situación de los derechos humanos en España” en general desde que empezó la crisis en Catalunya. Además, confirmó que visitará España, pese a que no pudo especificar las fechas. En este sentido, este diario se ha puesto en contacto con Boriss Cilevičs. El ponente del informe asegura que no puede adelantar nada, pues se encuentra todavía en la fase inicial de su investigación. Fuentes del Consejo de Europa afirman, sin embargo, que la investigación llevará a Cilevičs a viajar también a España.
La organización estudia si se vulneran los derechos y “la libertad de expresión” de los presos
La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, durante la sesión plenaria del pasado 11 de abril (Candice Imbert /Council of Europe)
ÀLEX TORT, BARCELONA17/04/2019 06:00Actualizado a17/04/2019 13:02
La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa elaborará uninforme mediante el cual va a estudiar si se están vulnerando la libertad de expresión de los políticos encarcelados en España y Turquía. La iniciativa parte de la Comisión de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos, que constata en una moción su “preocupación por el creciente número de políticos nacionales, regionales y locales procesados por declaraciones efectuadas en el ejercicio de su mandato, en particular en España y Turquía”. Pese a que en el texto no se menciona en ningún momento el conflicto catalán, dicha preocupación apunta en el caso español a la situación de los procesados por el Tribunal Supremo por el 1-O. El informe basará en parte sus conclusiones en dos resoluciones aprobadas anteriormente por la misma Asamblea: “Definición de preso político” (2012) y “Mantener separada la responsabilidad política y penal” (2013).
Bajo el título “¿Deberían los políticos ser procesados por declaraciones hechas en el ejercicio de su mandato?, la moción apela a la Comisión de Venecia, que estipula que el objetivo principal de la inmunidad parlamentaria es la protección fundamental de las instituciones parlamentarias y la garantía, “igualmente fundamental, de la independencia de los representantes elegidos para que puedan ejercer sus funciones democráticas de manera efectiva sin temor a la injerencia del poder ejecutivo o judicial”. Los firmantes recogen también que la Comisión de Venecia hizo hincapié en que “la libertad de expresión de los miembros del Parlamento es una parte esencial de la democracia”. “Su libertad de expresión debe ser amplia y debe protegerse también cuando hablan fuera del Parlamento. Esto se aplica también, y especialmente, a los parlamentarios que pertenecen a la oposición y cuyas ideas difieren mucho de las de la mayoría”, afirma.
El texto apela a la Comisión de Venecia, que pide garantizar “la independencia de los representantes elegidos para que puedan ejercer sus funciones democráticas de manera efectiva sin temor a la injerencia del poder ejecutivo o judicial”
Por todo ello, los 24 miembros de la Asamblea que han firmado la moción abogan por examinar, “desde una perspectiva legal y de derechos humanos, la situación de los políticos encarcelados” en España y Turquía “por ejercer su libertad de expresión, a la luz de los principios defendidos por el Consejo de Europa y, en particular, del Convenio Europeo de Derechos Humanos”.
La iniciativa está firmada por 24 miembros de cinco de los seis grupos que conforman actualmente la Cámara: 16 diputados del Grupo de los Socialistas, Demócratas y los Verdes, 4 del Partido Popular Europeo, 2 de la Alianza de Liberales y Demócratas por Europa (ALDE), 1 de la Izquierda Europea Unificada y 1 de los Conservadores Europeos. El pasado 8 de abril, la Asamblea designó al letón Boriss Cilevičs como ponente. Con su designación, los trabajos para realizar el informe se ponen en marcha, pero puede tardar meses en cerrarse. Sólo una vez se presente, el informe se debatirá, deberá dilucidarse si se vulneran los derechos a los políticos encarcelados y se votará el documento en el pleno de la Asamblea.
El informe se apoyará en las resoluciones “Definición de preso político” (2012) y “Mantener separada la responsabilidad política y penal” (2013)
La Asamblea Parlamentaria, formada por 324 parlamentarios de los 47 Estados miembros, tiene como objetivo principal velar por la protección de los derechos humanos –en particular los civiles y políticos– y tiene atribuidas las funciones de elección del secretario general del Consejo de Europa, al comisario de Derechos Humanos y a los jueces del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH). Además, lleva a cabo misiones de observación de elecciones, por lo que los trabajos que efectúe Cilevičs también podrían recoger la situación de los presos independentistas catalanes que concurren en las elecciones generales, europeas y municipales: Oriol Junqueras, Joaquim Forn, Jordi Sànchez, Josep Rull, Jordi Turull y Raül Romeva.
En la moción se menciona expresamente la resolución intitulada “Definición de preso político”, que aprobó la Asamblea en el año 2012. Dicha resolución afirma que sólo puede ser considerado un preso político en cinco casos: si la detención se ha realizado violando alguna de las garantías fundamentales establecidas en el Convenio Europeo de Derechos Humanos o cualquiera de sus protocolos, en particular, libertad de pensamiento, conciencia, religión, libertad de expresión o información, libertad de reunión o asociación; también si la detención ha sido efectuada por razones puramente políticas sin conexión con ningún delito. Igualmente considera preso político aquel que, por motivos políticos, la duración de su detención o sus condiciones son claramente desproporcionadas con respecto al delito del que se ha declarado culpable o se sospecha que cometió. Los dos últimos casos remiten a si por motivos políticos, la persona ha sido detenidad de manera discriminatoria en comparación con otras personas, y si la detención es el resultado de procedimientos claramente injustos y esto parece estar relacionado con motivos políticos de las autoridades.
La moción la firman 24 parlamentarios de cinco de los seis grupos que conforman la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa
También es relevante la resolución de 2013 “Mantener separada la responsabilidad política y penal”, a la que apela la moción. La resolución aprobada hace seis años dice en su punto número uno: “La Asamblea Parlamentaria considera que la democracia y el Estado de derecho requieren que los políticos estén protegidos de manera efectiva contra los procesos penales basados en sus decisiones políticas”, pero advierte a la vez que “los políticos deben rendir cuentas por los actos criminales u omisiones que cometan, tanto a título personal como en el ejercicio de su cargo público”. El texto avisa de que “los procedimientos penales no deben utilizarse para penalizar errores políticos o desacuerdos” y, entre otros, insta a “las mayorías gubernamentales en los Estados miembros a que se abstengan de abusar del sistema de justicia penal para perseguir a los opositores políticos”.
La propuesta de la Asamblea está al margen de las declaraciones del secretario general del Consejo de Europa, Thorbjorn Jagland, que en rueda de prensa en septiembre del 2018 junto al ministro de Exteriores, Josep Borrell, aseguró que el organismo “apoya plenamente el enfoque del Gobierno español por lo que se refiere a la cuestión catalana” y que no tenía “ninguna duda de que los tribunales españoles están tratando este asunto (el de Catalunya) de acuerdo a la ley española y al Convenio Europeo de Derechos Humanos”.
El secretario general del Consejo de Europa aseguró en septiembre que no tiene ninguna duda de la imparcialidad de los tribunales españoles; ahora, la comisaria de Derechos Humanos admite que están monitorizando la situación y “sigue de cerca” el juicio del 1-O
No obstante, y en contraste, hace unos días la comisaria europea por los Derechos Humanos del Consejo de Europa, Dunja Mijatovic, admitió en sesión plenaria que sigue personalmente “muy de cerca” el juicio a los procesado por el 1-O y que su equipo está “cuidadosamente monitorizando la situación de los derechos humanos en España” en general desde que empezó la crisis en Catalunya. Además, confirmó que visitará España, pese a que no pudo especificar las fechas. En este sentido, este diario se ha puesto en contacto con Boriss Cilevičs. El ponente del informe asegura que no puede adelantar nada, pues se encuentra todavía en la fase inicial de su investigación. Fuentes del Consejo de Europa afirman, sin embargo, que la investigación llevará a Cilevičs a viajar también a España.
El Centro de las políticas del nuevo Sur, observa e ilustra la crisis de No Spain NO
Is the exponential growth of the Spanish Vox far right political party marking the beginning of the European Union’s slow death?— Policy Center for the New South (@PolicyCenterNS) April 23, 2019
by @al_chmielewska @Atl_Dialogues alumna
@Europarl_EN @EU_Commission #Populism #Spain #Vox #EU #Politics
➡️ https://t.co/OTZ9HkvS81 pic.twitter.com/hJ5BGYXSMh
Anatomía del fascismo Robert O. Paxton
Hemos reeditado "Anatomía del fascismo" Robert O. Paxton 📕— Capitán Swing (@Capitan_Swing) April 19, 2019
Politólogo estadounidense especializado en el auge de la extrema derecha en #Europa desde los años 30
La lucha contra el fascismo, empieza conociendo las múltiples caras del enemigo. pic.twitter.com/FTG3pyyCwj
Tuesday, 16 April 2019
¿Por qué España no es una democracia?
¿Por qué España no es una democracia?
Por Xavier Diez
Para los amantes de las series históricas, una recomendación. Hořící keř es una miniserie checa de HBO que evoca la corrupción moral y la miseria política y judicial de la antigua Checoslovaquia durante el período de la dictadura comunista. En enero de 1969, Jan Palach, un joven estudiante de historia, se prende fuego en el centro de Praga como protesta ante la ocupación soviética producida meses atrás, y la falta de libertad y perspectivas en un país sin esperanza. Para evitar que el hecho desencadene una protesta generalizada que cuestionara el orden impuesto por los tanques soviéticos meses atrás, algunos dirigentes del régimen se dedican a inundar con mentiras el hecho y las circunstancias que lo rodean. Los tres capítulos del drama se centran entonces en seguir la denuncia que interpone la madre del protagonista, y el juicio posterior, contra los altos cargos del partido que han difamado la memoria de su hijo, y relatan cómo el estado utiliza las más variadas artimañas jurídicas, maniobras políticas, deformación periodística, presión al entorno para hacer fracasar la querella y aprovechar todo ello para reprimir a la disidencia. La serie, dirigida por la cineasta Agnieska Holland muestra con detalle en qué consiste una dictadura. Bajo una apariencia de legalidad, de separación de poderes, de una Constitución que define al estado como “popular”, y “democrático” que presume de retórica de igualdad y valores socialistas, se oculta una camarilla que actúa de manera arbitraria, utilizando todos los mecanismos del estado para mantener unos intereses, más de grupo que de clase.
Mirar Hořící keř puede resultar un buen ejercicio para comprender por qué España, aunque se parapete tras una constitución de grandes principios y escasos resultados, exista una apariencia de separación de poderes o forme parte del club de países europeos, no es una democracia. No es difícil establecer paralelismos entre la dictadura checa de los sesenta y el “estado de derecho” español actual. Convendría releer las obras de Milan Kundera o Václav Havel para comprendernos mejor a nosotros mismos. Los juicios contra el procésparecen filmados por una Agnieska Holland, cineasta polaca, que sabe perfectamente lo que es vivir bajo una dictadura fundamentada en el miedo, la represión, y por encima de todo, la mentira. Pero incluso el propio Pablo Iglesias, una especie de líder de la oposición moderada al régimen, sabe lo que es estar vigilado por la policía política, como lo era Havel, monitorizado por los servicios (no tan) secretos. O basta contemplar la impunidad de una ultraderecha que puede agredir físicamente a ciudadanos sin que ninguno de ellos tenga que pasar ante un juez mientras personas que han participado en protestas pacíficas, han sido perseguidos, difamados, multados, encarcelados, exiliados o confinados, sin pruebas, sino por presiones extrajudiciales (a menudo muy reales), como es el caso de Tamara Carrasco o diversos músicos o activistas sociales.
Pero no nos engañemos. España no ha sido nunca una democracia. Lo que pasa ahora es que van cayendo las máscaras. Lo que llaman “Régimen del 78” fue la continuidad del franquismo por otros medios, aunque probablemente, hace veinte años, incluso trenta, no haríamos esta afirmación. La diferencia es que en estos momentos la disidencia al régimen es mucho más consistente y numerosa, y es por ello que las fuerzas oscuras del estado profundo están abusando de la represión con el objeto de defenderse ante quienes cuestionan un statu quocrecientemente frágil. Simplemente hay que ver cómo han reaccionado desde principio de siglo ante la presión de quienes reivindican la memoria histórica, el interesante (y aún poco y mal analizado), policialmente infiltrado y violentamente reprimido 15-M, la emergencia de una fuerza como Podemos (contrarestado por la operación de estado de Ciudadanos), la enmienda a la totalidad que presenta el independentismo, y la aparición creciente de un nuevo republicanismo. Décadas atrás, la de los ochenta o los noventa, la represión arbitraria era igual de injusta, aunque con menor extensión e impacto que en la actualidad. Para poner un ejemplo, en el año 1981 ponerse tras una pancarta que pusiera “independencia” en Barcelona desató decenas de detenciones y maltratos policiales. Lo mismo sucedió en los días previos a las olimpiadas de 1992, cuando decenas de activistas políticos fueron encarcelados y torturados con cargos inventados. Estos días estoy leyendo el borrador de unas interesantes memorias del intelectual y catedrático de ecología (y opositor antifranquista) Joan Martínez Alier que fue detenido en aquel mismo año por preparar una campaña de denuncia del genodicio indígena durante los fastos del Quinto Centenario.
Por Xavier Diez
Para los amantes de las series históricas, una recomendación. Hořící keř es una miniserie checa de HBO que evoca la corrupción moral y la miseria política y judicial de la antigua Checoslovaquia durante el período de la dictadura comunista. En enero de 1969, Jan Palach, un joven estudiante de historia, se prende fuego en el centro de Praga como protesta ante la ocupación soviética producida meses atrás, y la falta de libertad y perspectivas en un país sin esperanza. Para evitar que el hecho desencadene una protesta generalizada que cuestionara el orden impuesto por los tanques soviéticos meses atrás, algunos dirigentes del régimen se dedican a inundar con mentiras el hecho y las circunstancias que lo rodean. Los tres capítulos del drama se centran entonces en seguir la denuncia que interpone la madre del protagonista, y el juicio posterior, contra los altos cargos del partido que han difamado la memoria de su hijo, y relatan cómo el estado utiliza las más variadas artimañas jurídicas, maniobras políticas, deformación periodística, presión al entorno para hacer fracasar la querella y aprovechar todo ello para reprimir a la disidencia. La serie, dirigida por la cineasta Agnieska Holland muestra con detalle en qué consiste una dictadura. Bajo una apariencia de legalidad, de separación de poderes, de una Constitución que define al estado como “popular”, y “democrático” que presume de retórica de igualdad y valores socialistas, se oculta una camarilla que actúa de manera arbitraria, utilizando todos los mecanismos del estado para mantener unos intereses, más de grupo que de clase.
Mirar Hořící keř puede resultar un buen ejercicio para comprender por qué España, aunque se parapete tras una constitución de grandes principios y escasos resultados, exista una apariencia de separación de poderes o forme parte del club de países europeos, no es una democracia. No es difícil establecer paralelismos entre la dictadura checa de los sesenta y el “estado de derecho” español actual. Convendría releer las obras de Milan Kundera o Václav Havel para comprendernos mejor a nosotros mismos. Los juicios contra el procésparecen filmados por una Agnieska Holland, cineasta polaca, que sabe perfectamente lo que es vivir bajo una dictadura fundamentada en el miedo, la represión, y por encima de todo, la mentira. Pero incluso el propio Pablo Iglesias, una especie de líder de la oposición moderada al régimen, sabe lo que es estar vigilado por la policía política, como lo era Havel, monitorizado por los servicios (no tan) secretos. O basta contemplar la impunidad de una ultraderecha que puede agredir físicamente a ciudadanos sin que ninguno de ellos tenga que pasar ante un juez mientras personas que han participado en protestas pacíficas, han sido perseguidos, difamados, multados, encarcelados, exiliados o confinados, sin pruebas, sino por presiones extrajudiciales (a menudo muy reales), como es el caso de Tamara Carrasco o diversos músicos o activistas sociales.
Pero no nos engañemos. España no ha sido nunca una democracia. Lo que pasa ahora es que van cayendo las máscaras. Lo que llaman “Régimen del 78” fue la continuidad del franquismo por otros medios, aunque probablemente, hace veinte años, incluso trenta, no haríamos esta afirmación. La diferencia es que en estos momentos la disidencia al régimen es mucho más consistente y numerosa, y es por ello que las fuerzas oscuras del estado profundo están abusando de la represión con el objeto de defenderse ante quienes cuestionan un statu quocrecientemente frágil. Simplemente hay que ver cómo han reaccionado desde principio de siglo ante la presión de quienes reivindican la memoria histórica, el interesante (y aún poco y mal analizado), policialmente infiltrado y violentamente reprimido 15-M, la emergencia de una fuerza como Podemos (contrarestado por la operación de estado de Ciudadanos), la enmienda a la totalidad que presenta el independentismo, y la aparición creciente de un nuevo republicanismo. Décadas atrás, la de los ochenta o los noventa, la represión arbitraria era igual de injusta, aunque con menor extensión e impacto que en la actualidad. Para poner un ejemplo, en el año 1981 ponerse tras una pancarta que pusiera “independencia” en Barcelona desató decenas de detenciones y maltratos policiales. Lo mismo sucedió en los días previos a las olimpiadas de 1992, cuando decenas de activistas políticos fueron encarcelados y torturados con cargos inventados. Estos días estoy leyendo el borrador de unas interesantes memorias del intelectual y catedrático de ecología (y opositor antifranquista) Joan Martínez Alier que fue detenido en aquel mismo año por preparar una campaña de denuncia del genodicio indígena durante los fastos del Quinto Centenario.
España no es una democracia. Y voy a exponer algunas razones que así lo refuerzan.
Uno. El régimen actual viene viciado de origen a partir de una monarquía impuesta
No es ningún secreto que la continuidad entre franquismo y Constitución se personalizó en la forma del Borbón. Un Borbón blindado ante la crítica y la ley que disfruta de una impunidad insostenible a partir de las evidencias de comportamientos familiares discutibles, incompetencia profesional, falta de neutralidad, y la evidencia creciente de interferir en el gobierno o a expresar simpatías por la ultraderecha.
No es ningún secreto que la continuidad entre franquismo y Constitución se personalizó en la forma del Borbón. Un Borbón blindado ante la crítica y la ley que disfruta de una impunidad insostenible a partir de las evidencias de comportamientos familiares discutibles, incompetencia profesional, falta de neutralidad, y la evidencia creciente de interferir en el gobierno o a expresar simpatías por la ultraderecha.
Se trató de una continuidad legal dictada a partir de la propia ley franquista de sucesión y las voluntades testamentarias del dictador. La propia Constitución sirvió para ordenar la caótica legislación franquista incorporando buena parte del contenido de las Leyes Fundamentales. La monarquía impuesta se aseguró la jefatura perpetua del estado evitando un referéndum, que, a partir de las revelaciones del presidente Suárez, hubiera resultado adverso. Desde un punto legislativo y político se trató de preservar la brutalidad de la dictadura y amparar sus crímenes -especialmente mediante la Ley de (auto)amnistía.
En otros términos, respecto al equilibrio de poderes entre vencedores y perdedores de la guerra, el régimen del 78 es la actualización del 39.
La no reparación ni el proceso a los crímenes (y criminales) de guerra es muy indicativo de lo que sucedió después. La principal obsesión de la “democracia” fue mantener intacto el poder, influencia y privilegios de aquellos sectores beneficiarios del franquismo. Es por ello que se dejaron intactos los cuerpos represivos, especialmente las fuerzas armadas, del orden y la judicatura, aunque también del eclesiástico o el mediático.
El daño inflingido a la sociedad española tras cuatro décadas de dictadura fue tan profundo que condicionó la capacidad de regenerarse. La represión hasta los cimientos de la disidencia, el orden a partir del miedo, fabricó generaciones de españoles, como decía la canción de Jarcha, obedientes hasta en la cama. El franquismo sociológico, que acabó creyéndose la propaganda de que el precario bienestar era fruto del desarrollismo del régimen, acabó siendo un freno para enjuiciar los crímenes del franquismo, el “Holocausto español”, en términos del historiador británico Paul Preston. En cierta manera, la sumisión de la población española ante la creciente involución de estos últimos años, y el apoyo, por acción u omisión a la represión en el País Vasco o Cataluña demuestra hasta qué punto está interiorizado el autoritarismo dentro de la propia sociedad, cada vez más parecida a los campesinos miedosos y maltratados en los Santos Inocentes de Miguel Delibes. El comportamiento electoral, apoyando a quienes pretenden más nacionalismo (español, por supuesto), más represión, más involución, a pesar que el paro, la precariedad y la pobreza, correlacionada por las desiguales relaciones de clase, es un buen barómetro que explica hasta qué punto está interiorizada una cosmovisión jerárquica del país. Pero incluso, la idea que la democracia es un mecanismo para que las mayorías se impongan a las minorías también es una muestra de hasta qué punto el autoritarismo está instalado en los subconscientes. La democracia sirve para gestionar los conflictos en base al pacto y compromiso, buscando consensos y realizando cesiones mutuas para llegar a soluciones. Pero esto no parece estar sucediendo.
Como sucedía con la dictadura checoslovaca, intentar disentir ante la represión en Cataluña, el País Vasco, o cuestionar la impundad de los crímenes del franquismo resulta arriesgado. Hay decenas de casos de mecanismos, no siempre sutiles, de represión. Algunos ejemplos. Durante las manifestaciones anticatalanas a raíz del retorno de los documentos de la Generalitat del archivo de Salamanca durante 1995, a los escasos columnistas de la prensa local que comprendían los motivos de los catalanes,… se les cerraron para siempre las páginas de los medios. Muchos de quienes cuestionaban la política represiva en el País Vasco fueron procesados por “apología del terrorismo”. Jueces, como el mismo Garzón, que intentó investigar los crímenes franquistas, fueron expulsados de la judicatura, así como tantos otros que tocaron elementos sensibles. Seis chavales que participaron en una manifestación en Madrid, en apoyo al referéndum del 1 de octubre están siendo procesados. Algunos de los actos organizados en apoyo de los independentistas en el estado, han sido prohibidos (a diferencia de lo que sucede con los actos ultras). Diputados como Joan Tardá, no podían hacer vida normal en Madrid, porque eran habituales los incidentes en el que le increpaban o amenazaban por su condición de republicano. Los militares que se han atrevido a denunciar el franquismo de sus superiores, han sido apartados. Periodistas que han destapado escándalos de corrupción, están siendo asediados por grupos mafiosos o las propias fuerzas policiales. Ser un disidente en España, cuando se atacan los intereses de los herederos franquistas es un ejercicio arriesgado…. como sucedió con aquellos que apoyaron a la madre de Jan Palach en su búsqueda de justicia.
El Régimen del 78 se construyó para salvaguardar el viejo orden del 39. Como explicaba el falangista Antonio Labadie en 1974 ante la incertidumbre de los cambios que se avecinaban, “defenderemos con uñas y dientes la legitimidad de una victoria que es hoy patrimonio de todo el pueblo español”. Y, visto lo visto, el búnker se ha salido con la suya. Ni un solo franquista juzgado. A pesar de que España es el país, tras Camboya, con el mayor número de desaparecidos, el estado solamente ha servido para obstaculizar cualquier política de memoria y reparación. El Valle de los Caídos sigue siendo un lugar de peregrinaje ultra, en el que se difunden los valores de la violencia y el fascismo. De hecho, el fascismo es legal, en este país. Ni siquiera la democracia sirvió para extraditar a decenas de criminales nazis buscados internacionalmente, como el belga León Degelle, tras 46 peticiones de Bruselas, quien murió plácidamente en 1994. Pero a todo ello hay que añadir que, tras la ley de autoamnistía de 1977, decenas de crímenes cometidos por la ultraderecha o casos de torturas protagonizadas por fuerzas policiales, o bien se han mantenido en la impunidad, o bien han gozado de indultos sistemáticos. Es evidente que así no puede construirse ninguna democracia. Porque, en el fondo, lo que sucede, es que la vida de los españoles sigue afectada por los crímenes del franquismo que la Transición no pudo corregir. Sin justicia, ni igualdad, no es posible ninguna democracia.
Ligado a todo ello, debe decirse que el franquismo sirvió, sobre todo, para otorgar impunidad a los beneficiarios de 1939, y ello se concretó en poder robar a manos llenas (todavía está por resolver las incautaciones sistémicas, con ejemplos tan palmarios como el caso del Pazo de Meirás) que hace que toda España sea el botín de guerra de los franquistas. La corrupción, amparada a través de relaciones privilegiadas con el poder, que fue sistemática con el régimen, perduró con lo que llamaron democracia. El enriquecimiento ilícito, a partir de los contactos con las altas esferas, especialmente en una promiscuidad entre poder político, económico, jurídico y administrativo prosiguió sin demasiados problemas. El caso Nóos, sin ir más lejos, resulta muy ejemplificador de cómo el tráfico de influencias en las altas esferas permitía hacer del erario público el cajero automático de determinadas élites blindadas. Pero, sobre todo, la cultura de la impunidad se instaló de tal modo que el nepotismo y la endogamia de espacios com el jurídico, el diplomático, la alta administración, y las puertas giratorias con un IBEX 35 plagado de sagas franquistas hacía del estado el patrimonio de unas pocas familias. Para acabar de rematar, los nietos y biznietos de los franquistas ni siquiera sienten rubor en exhibir másteres y títulos universitarios que todos sabemos que son ficticios. Tal es el nivel de arraigo del “no sabe usted con quien está hablando” en la cotidianidad hispánica.
España es aquel país en el que los hechos y el relato periodístico no guardan ninguna relación, incluso más allá de las mentiras corrientes, sino que a menudo la prensa española explica cómo los hechos deberían haber ocurrido según las líneas de partido. Esta afirmación, redactada por Georges Orwell durante la guerra civil, podría aplicarse en el momento actual. En una sociedad profundamente dividida y sin tradición democrática, la información es pura trinchera. En las últimas décadas se pasó de un analfabetismo funcional generalizado, fruto de la ausencia de políticas educativas durante el franquismo, a un analfabetismo mediático, propiciado desde las cadenas televisivas generalistas. El franquismo creó un modelo propagandístico fundamentado especialmente en el monopolio informativo en el audiovisual, que no pudo transformarse durante la etapa constitucional. En la actualidad se ha pasado a un oligopolio en el que los grandes medios están vinculados a un poder económico endogámico en el que grandes grupos de comunicación son cadenas transmisoras de los intereses de unas élites autoritarias. Lo hemos podido comprobar en estos últimos años, en los que, por ejemplo, se ha criminalizado no solamente el mundo abertzale -con unas estructuras de debate profundamente asamblearias y deliberativas-, sino al 15M o un independentismo catalán que proviene de una sociedad civil altamente organizada, autogestionada y profundamente democrática y plural, pero que los medios presentan como una mezcla entre Corea del Norte y Leni Riefenstahl, en base a la más burda manipulación mediática, y atizando el odio en términos parecidos a la televisión yugoslava en los meses previos a su dramática desintegración. Precisamente las televisiones y los medios han trabajado en las últimas décadas para ofrecer una imagen de una España uniforme que no se corresponde con la realidad, escondiendo, para poner un ejemplo, a los diez millones de catalanohablantes del estado, confinando el euskera o el gallego a los márgenes del sistema mediático, o inventándose hechos, como decía Orwell, que deberían encajar con los prejuicios propios. Y ya sabemos que sin medios libres y plurales, no puede haber democracia.
Pero incluso, se ha silenciado a aquellas voces incómodas y discrepantes, o se ha sancionado a quienes, mediante rigurosas investigaciones, han puesto sobre la mesa verdades incómodas. El periodista Xavier Vinader fue perseguido y exiliado tras denunciar la guerra sucia en el País Vasco. Las investigaciones recientes sobre los títulos académicos ficticios de dirigentes del PP, sobre el Bar España, redes de corrupción o sobre el robo de niños por parte de instituciones afines al régimen han comportado diversos dolores de cabeza a sus autores, más que necesarios Pulitzer con los que deberían haber sido premiados.
Las revelaciones sobre la infiltración y seguimiento a Pablo Iglesias por parte de la policía española es la punta del iceberg. Las fuerzas del orden parecen más preocupadas para montar maniobras de descrédito y asedio sobre la oposición y la disidencia que a perseguir los muchos y variados crímenes cometidos por aquellos que poseen un exceso de poder. Antes de hablar de Iglesias, muchos desconocen las diversas maniobras, en base a la fabricación de pruebas falsas para desacreditar al alcalde Xavier Trias, los seguimientos ilegales al independentismo catalán, el inexplicable papel (porque no se permite explicar) de los servicios secretos en los atentado yihadista en Barcelona en agosto de 2017, las maniobras para erosionar la sanidad pública y tantos otros muchos escándalos que no han suscitado la más mínima reacción de la opinión pública española. Que incluso han contado con el boicot televisivo, a pesar de su extraordinaria audiencia y veracidad. En España hay varios watergate cada año, y pocos reaccionan. Y eso es impropio de unas democracias. Es terrible, que como en el caso de Jan Palach, la policía sirva para evitar que la gente reaccione, para preservar un orden que está bastante claro que va en contra del interés común.
Cosa evidente en la genealogía de las élites del estado y objetivables en la presencia de la iglesia católica (que, a diferencia de lo que sucede en el mundo, no está siedo investgada ni condenada por abusos, robo de niños, explotación,…) las empresas del IBEX 35, la judicatura (en la que no se duda a apartar a los jueces díscolos que “meten las narices donde no deben”), el alto funcionariado del estado, el ejército, las fuerzas de seguridad, así como la connivencia con una ultraderecha que, a pesar de centenares de actos delictivos, parecen poseer una extraña inmunidad (a diferencia de activistas pacíficos)
No. La bandera rojigualda, el himno, la monarquía, o determinadas tradiciones, no son los símbolos de todos los españoles, sino la de la España del 39. Ha habido una política de imposición y apropiación de unos símbolos que no buscan el consenso, sino la escenificación de la victoria del franquismo, hasta tal punto que buena parte de una izquierda cobarde y acomplejada los está asumiendo como propios. Lo más lógico sería replantearse una nueva simbología que debería ser debatida y consensuada. Pero ello no es así. Precisamente la incomodidad de sociedades radicalmente antifranquistas como la vasca y la catalana, no las aceptan. Y resulta mucho más simple reivindicar los propios que intentar cambiar aquellos que representan una España poco fraterna, y en cambio tan hostil que no duda de ser el complemento cromático y musical del “a por ellos”. No es ningún secreto que buena parte de la cohesión nacional se fabrica a partir del enemigo exterior o interior. Pero esta es una identidad tóxica, fundamentada en el odio y el desprecio. Y el odio y el desprecio son sentimientos de los que se alimentan las dictaduras. Una democracia busca el acuerdo, el consenso. Nadie debería tener miedo a construir unos símbolos aceptados por todos, pero también estructurar el territorio y la sociedad a partir de nuevos acuerdos. Desgraciadamente la visión uniformista de España, concretada en sus símbolos excluyentes, acabará por disolverla, porque, al fin y al cabo, la exhibición de la rojigualda es una manera de resistirse a una solución pactada, es decir, a una solución democrática.
En sus estudios sobre audiencias y redes sociales, el analista Joe Brew destacaba el escaso interés que está suscitando entre la opinión pública española el juicio contra los independentistas en el supremo. Se ve claro que para la mayoría, la vergüenza de una farsa retransmitida en la que la sentencia ya está redactada, los testimonios de la acusación están abiertamente falseados, se vetan testigos pruebas clave de la defensa están dejando la imagen pública de España a la altura de Arabia Saudí. Pero aún así son pocas las voces que se alzan ante tamaña injusticia. En cierta manera, el juicio contra los independentistas es un acto supremo de prevaricación, no únicamente desde un punto de vista administrativo, sino, sobre todo, moral. En las dictaduras, todos callan ante la injusticia. En las democracias un conflicto tan serio como el de Cataluña estaría tratándose mediante el diálogo, siempre incómodo, siempre difícil, siempre insatisfactorio, pero inmensamente más práctico que producir una ruptura irreparable que acabará volviéndose en contra de quienes detentan el poder.
Seguramente, este artículo generará no poca indignación entre quienes prefieren vivir con los ojos vendados. Como Borrell, muchos se desgañitarán afirmando que España es una democracia ejemplar. Pero como reza el proverbio, “dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”. Las autoridades de la Checoslovaquia comunista no se cansaban de describir el paraíso en la tierra, el mejor de los mundos posibles que representaba su república democrática y popular. Entonces, ¿por qué tenían que atacar a quienes defendían la honorabilidad del gesto del joven Jan Palach? España no es una democracia. Y no lo será hasta que se sacuda de encima la tóxica herencia franquista; la de las instituciones, pero aún más importante, la que todavía impregna el subconsciente de millones de españoles.
Dos.Existe una clamorosa ausencia de cultura democrática
El daño inflingido a la sociedad española tras cuatro décadas de dictadura fue tan profundo que condicionó la capacidad de regenerarse. La represión hasta los cimientos de la disidencia, el orden a partir del miedo, fabricó generaciones de españoles, como decía la canción de Jarcha, obedientes hasta en la cama. El franquismo sociológico, que acabó creyéndose la propaganda de que el precario bienestar era fruto del desarrollismo del régimen, acabó siendo un freno para enjuiciar los crímenes del franquismo, el “Holocausto español”, en términos del historiador británico Paul Preston. En cierta manera, la sumisión de la población española ante la creciente involución de estos últimos años, y el apoyo, por acción u omisión a la represión en el País Vasco o Cataluña demuestra hasta qué punto está interiorizado el autoritarismo dentro de la propia sociedad, cada vez más parecida a los campesinos miedosos y maltratados en los Santos Inocentes de Miguel Delibes. El comportamiento electoral, apoyando a quienes pretenden más nacionalismo (español, por supuesto), más represión, más involución, a pesar que el paro, la precariedad y la pobreza, correlacionada por las desiguales relaciones de clase, es un buen barómetro que explica hasta qué punto está interiorizada una cosmovisión jerárquica del país. Pero incluso, la idea que la democracia es un mecanismo para que las mayorías se impongan a las minorías también es una muestra de hasta qué punto el autoritarismo está instalado en los subconscientes. La democracia sirve para gestionar los conflictos en base al pacto y compromiso, buscando consensos y realizando cesiones mutuas para llegar a soluciones. Pero esto no parece estar sucediendo.
Tres.Mecanismos nada sutiles de censura y silenciamiento de la disidencia
Como sucedía con la dictadura checoslovaca, intentar disentir ante la represión en Cataluña, el País Vasco, o cuestionar la impundad de los crímenes del franquismo resulta arriesgado. Hay decenas de casos de mecanismos, no siempre sutiles, de represión. Algunos ejemplos. Durante las manifestaciones anticatalanas a raíz del retorno de los documentos de la Generalitat del archivo de Salamanca durante 1995, a los escasos columnistas de la prensa local que comprendían los motivos de los catalanes,… se les cerraron para siempre las páginas de los medios. Muchos de quienes cuestionaban la política represiva en el País Vasco fueron procesados por “apología del terrorismo”. Jueces, como el mismo Garzón, que intentó investigar los crímenes franquistas, fueron expulsados de la judicatura, así como tantos otros que tocaron elementos sensibles. Seis chavales que participaron en una manifestación en Madrid, en apoyo al referéndum del 1 de octubre están siendo procesados. Algunos de los actos organizados en apoyo de los independentistas en el estado, han sido prohibidos (a diferencia de lo que sucede con los actos ultras). Diputados como Joan Tardá, no podían hacer vida normal en Madrid, porque eran habituales los incidentes en el que le increpaban o amenazaban por su condición de republicano. Los militares que se han atrevido a denunciar el franquismo de sus superiores, han sido apartados. Periodistas que han destapado escándalos de corrupción, están siendo asediados por grupos mafiosos o las propias fuerzas policiales. Ser un disidente en España, cuando se atacan los intereses de los herederos franquistas es un ejercicio arriesgado…. como sucedió con aquellos que apoyaron a la madre de Jan Palach en su búsqueda de justicia.
Cuatro.Impunidad del franquismo
El Régimen del 78 se construyó para salvaguardar el viejo orden del 39. Como explicaba el falangista Antonio Labadie en 1974 ante la incertidumbre de los cambios que se avecinaban, “defenderemos con uñas y dientes la legitimidad de una victoria que es hoy patrimonio de todo el pueblo español”. Y, visto lo visto, el búnker se ha salido con la suya. Ni un solo franquista juzgado. A pesar de que España es el país, tras Camboya, con el mayor número de desaparecidos, el estado solamente ha servido para obstaculizar cualquier política de memoria y reparación. El Valle de los Caídos sigue siendo un lugar de peregrinaje ultra, en el que se difunden los valores de la violencia y el fascismo. De hecho, el fascismo es legal, en este país. Ni siquiera la democracia sirvió para extraditar a decenas de criminales nazis buscados internacionalmente, como el belga León Degelle, tras 46 peticiones de Bruselas, quien murió plácidamente en 1994. Pero a todo ello hay que añadir que, tras la ley de autoamnistía de 1977, decenas de crímenes cometidos por la ultraderecha o casos de torturas protagonizadas por fuerzas policiales, o bien se han mantenido en la impunidad, o bien han gozado de indultos sistemáticos. Es evidente que así no puede construirse ninguna democracia. Porque, en el fondo, lo que sucede, es que la vida de los españoles sigue afectada por los crímenes del franquismo que la Transición no pudo corregir. Sin justicia, ni igualdad, no es posible ninguna democracia.
Cinco:una corrupción sistémica y amparada
Ligado a todo ello, debe decirse que el franquismo sirvió, sobre todo, para otorgar impunidad a los beneficiarios de 1939, y ello se concretó en poder robar a manos llenas (todavía está por resolver las incautaciones sistémicas, con ejemplos tan palmarios como el caso del Pazo de Meirás) que hace que toda España sea el botín de guerra de los franquistas. La corrupción, amparada a través de relaciones privilegiadas con el poder, que fue sistemática con el régimen, perduró con lo que llamaron democracia. El enriquecimiento ilícito, a partir de los contactos con las altas esferas, especialmente en una promiscuidad entre poder político, económico, jurídico y administrativo prosiguió sin demasiados problemas. El caso Nóos, sin ir más lejos, resulta muy ejemplificador de cómo el tráfico de influencias en las altas esferas permitía hacer del erario público el cajero automático de determinadas élites blindadas. Pero, sobre todo, la cultura de la impunidad se instaló de tal modo que el nepotismo y la endogamia de espacios com el jurídico, el diplomático, la alta administración, y las puertas giratorias con un IBEX 35 plagado de sagas franquistas hacía del estado el patrimonio de unas pocas familias. Para acabar de rematar, los nietos y biznietos de los franquistas ni siquiera sienten rubor en exhibir másteres y títulos universitarios que todos sabemos que son ficticios. Tal es el nivel de arraigo del “no sabe usted con quien está hablando” en la cotidianidad hispánica.
Seis.Unos medios de comunicación escasamente plurales
España es aquel país en el que los hechos y el relato periodístico no guardan ninguna relación, incluso más allá de las mentiras corrientes, sino que a menudo la prensa española explica cómo los hechos deberían haber ocurrido según las líneas de partido. Esta afirmación, redactada por Georges Orwell durante la guerra civil, podría aplicarse en el momento actual. En una sociedad profundamente dividida y sin tradición democrática, la información es pura trinchera. En las últimas décadas se pasó de un analfabetismo funcional generalizado, fruto de la ausencia de políticas educativas durante el franquismo, a un analfabetismo mediático, propiciado desde las cadenas televisivas generalistas. El franquismo creó un modelo propagandístico fundamentado especialmente en el monopolio informativo en el audiovisual, que no pudo transformarse durante la etapa constitucional. En la actualidad se ha pasado a un oligopolio en el que los grandes medios están vinculados a un poder económico endogámico en el que grandes grupos de comunicación son cadenas transmisoras de los intereses de unas élites autoritarias. Lo hemos podido comprobar en estos últimos años, en los que, por ejemplo, se ha criminalizado no solamente el mundo abertzale -con unas estructuras de debate profundamente asamblearias y deliberativas-, sino al 15M o un independentismo catalán que proviene de una sociedad civil altamente organizada, autogestionada y profundamente democrática y plural, pero que los medios presentan como una mezcla entre Corea del Norte y Leni Riefenstahl, en base a la más burda manipulación mediática, y atizando el odio en términos parecidos a la televisión yugoslava en los meses previos a su dramática desintegración. Precisamente las televisiones y los medios han trabajado en las últimas décadas para ofrecer una imagen de una España uniforme que no se corresponde con la realidad, escondiendo, para poner un ejemplo, a los diez millones de catalanohablantes del estado, confinando el euskera o el gallego a los márgenes del sistema mediático, o inventándose hechos, como decía Orwell, que deberían encajar con los prejuicios propios. Y ya sabemos que sin medios libres y plurales, no puede haber democracia.
Pero incluso, se ha silenciado a aquellas voces incómodas y discrepantes, o se ha sancionado a quienes, mediante rigurosas investigaciones, han puesto sobre la mesa verdades incómodas. El periodista Xavier Vinader fue perseguido y exiliado tras denunciar la guerra sucia en el País Vasco. Las investigaciones recientes sobre los títulos académicos ficticios de dirigentes del PP, sobre el Bar España, redes de corrupción o sobre el robo de niños por parte de instituciones afines al régimen han comportado diversos dolores de cabeza a sus autores, más que necesarios Pulitzer con los que deberían haber sido premiados.
Siete.Una policía política y, peor aún, la incapacidad de reacción de la sociedad española
Las revelaciones sobre la infiltración y seguimiento a Pablo Iglesias por parte de la policía española es la punta del iceberg. Las fuerzas del orden parecen más preocupadas para montar maniobras de descrédito y asedio sobre la oposición y la disidencia que a perseguir los muchos y variados crímenes cometidos por aquellos que poseen un exceso de poder. Antes de hablar de Iglesias, muchos desconocen las diversas maniobras, en base a la fabricación de pruebas falsas para desacreditar al alcalde Xavier Trias, los seguimientos ilegales al independentismo catalán, el inexplicable papel (porque no se permite explicar) de los servicios secretos en los atentado yihadista en Barcelona en agosto de 2017, las maniobras para erosionar la sanidad pública y tantos otros muchos escándalos que no han suscitado la más mínima reacción de la opinión pública española. Que incluso han contado con el boicot televisivo, a pesar de su extraordinaria audiencia y veracidad. En España hay varios watergate cada año, y pocos reaccionan. Y eso es impropio de unas democracias. Es terrible, que como en el caso de Jan Palach, la policía sirva para evitar que la gente reaccione, para preservar un orden que está bastante claro que va en contra del interés común.
Ocho.Control casi absoluto del franquismo en instituciones clave
Cosa evidente en la genealogía de las élites del estado y objetivables en la presencia de la iglesia católica (que, a diferencia de lo que sucede en el mundo, no está siedo investgada ni condenada por abusos, robo de niños, explotación,…) las empresas del IBEX 35, la judicatura (en la que no se duda a apartar a los jueces díscolos que “meten las narices donde no deben”), el alto funcionariado del estado, el ejército, las fuerzas de seguridad, así como la connivencia con una ultraderecha que, a pesar de centenares de actos delictivos, parecen poseer una extraña inmunidad (a diferencia de activistas pacíficos)
Nueve.Hegemonía de sus símbolos
No. La bandera rojigualda, el himno, la monarquía, o determinadas tradiciones, no son los símbolos de todos los españoles, sino la de la España del 39. Ha habido una política de imposición y apropiación de unos símbolos que no buscan el consenso, sino la escenificación de la victoria del franquismo, hasta tal punto que buena parte de una izquierda cobarde y acomplejada los está asumiendo como propios. Lo más lógico sería replantearse una nueva simbología que debería ser debatida y consensuada. Pero ello no es así. Precisamente la incomodidad de sociedades radicalmente antifranquistas como la vasca y la catalana, no las aceptan. Y resulta mucho más simple reivindicar los propios que intentar cambiar aquellos que representan una España poco fraterna, y en cambio tan hostil que no duda de ser el complemento cromático y musical del “a por ellos”. No es ningún secreto que buena parte de la cohesión nacional se fabrica a partir del enemigo exterior o interior. Pero esta es una identidad tóxica, fundamentada en el odio y el desprecio. Y el odio y el desprecio son sentimientos de los que se alimentan las dictaduras. Una democracia busca el acuerdo, el consenso. Nadie debería tener miedo a construir unos símbolos aceptados por todos, pero también estructurar el territorio y la sociedad a partir de nuevos acuerdos. Desgraciadamente la visión uniformista de España, concretada en sus símbolos excluyentes, acabará por disolverla, porque, al fin y al cabo, la exhibición de la rojigualda es una manera de resistirse a una solución pactada, es decir, a una solución democrática.
Diez. Cataluña y el juicio farsa
En sus estudios sobre audiencias y redes sociales, el analista Joe Brew destacaba el escaso interés que está suscitando entre la opinión pública española el juicio contra los independentistas en el supremo. Se ve claro que para la mayoría, la vergüenza de una farsa retransmitida en la que la sentencia ya está redactada, los testimonios de la acusación están abiertamente falseados, se vetan testigos pruebas clave de la defensa están dejando la imagen pública de España a la altura de Arabia Saudí. Pero aún así son pocas las voces que se alzan ante tamaña injusticia. En cierta manera, el juicio contra los independentistas es un acto supremo de prevaricación, no únicamente desde un punto de vista administrativo, sino, sobre todo, moral. En las dictaduras, todos callan ante la injusticia. En las democracias un conflicto tan serio como el de Cataluña estaría tratándose mediante el diálogo, siempre incómodo, siempre difícil, siempre insatisfactorio, pero inmensamente más práctico que producir una ruptura irreparable que acabará volviéndose en contra de quienes detentan el poder.
Conclusión
Seguramente, este artículo generará no poca indignación entre quienes prefieren vivir con los ojos vendados. Como Borrell, muchos se desgañitarán afirmando que España es una democracia ejemplar. Pero como reza el proverbio, “dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”. Las autoridades de la Checoslovaquia comunista no se cansaban de describir el paraíso en la tierra, el mejor de los mundos posibles que representaba su república democrática y popular. Entonces, ¿por qué tenían que atacar a quienes defendían la honorabilidad del gesto del joven Jan Palach? España no es una democracia. Y no lo será hasta que se sacuda de encima la tóxica herencia franquista; la de las instituciones, pero aún más importante, la que todavía impregna el subconsciente de millones de españoles.
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