Sunday, 13 May 2018

Texto meditación del profesor José Antonio Palau Errando


José Antonio Palao Errando


Por cierto, me leí los tuits de Torra e, independientemente de la opinión que me pueda ir forjando de un personaje para mí desconocido hasta hace cuatro días, no me sentí insultado en absoluto. Y soy español, ¿no? Hasta que algún juez del PP decida confiscarme el DNI, por lo menos. No creo que por ser español te hayas de sentir ofendido por esos tuits viniendo de Catalunya. Yo me sentiría ofendido si vienen de Francia, Inglaterra o Alemania, por ejemplo. Lo que atacan no es la españolidad como concepto abstracto o rasgo étnico o nacional, sino el supremacismo mesetario, ése de los palurdos sin danzas ni canciones de los que hablaba Machado, al que esos mismos supremacistas hicieron morir en el exilio (tras intentar refugiarse un tiempo en Valencia, en Rocafort, para ser más exactos), esa España negra que retrató Lorca, antes de que esos mismos supremacistas rojigualdas lo fusilaran por rojo y maricón, o Buñuel antes de que lo mandaran al exilio. Las Hurdes o Viridiana ponen a España mucho peor que un tuit de Torra. Y no digamos ya, muchos escritos de Unamuno o Valle. Si te molesta un tuit de Torra, lo normal es que quemes un teatro en el que se esté representando Los Cuernos de D. Friolera, Luces de Bohemia o La Casa de Bernarda Alba. Y que pongas una bomba en una librería donde tengan a la venta La Colmena o Tiempo de Silencio. Sí, sí, ya sé que igual lo hacéis: conocemos vuestros procedimientos.
En general, las Generaciones del 27 y del 98, Goya o Solana, o los escritores que retrataron la España de los años del franquismo, hubieran dicho “qué bestia el catalán éste, pero no le falta razón”. Y desde fuera del síndrome de Estocolmo pepero del supremacismo mesetario centralista, muchos vemos esta España del paro, los recortes, la corrupción y el neo-nacionalcatolicismo muy parecida a aquella. Algunos dirán, “¡pero cómo te atreves a comparar esta España constitucional con aquélla! ¡De ésta, ¿quién querría irse a un país republicano, como aquellos rojos, con lo bien que se vive aquí y lo querido que es nuestro jefe de Estado?” Pues nada, si vives en Palencia, Zamora o Sevilla y no te parece así, pues no te preocupes. A los falangistas de los años 40 también les parecía que vivían en el paraíso. Igual es que el sol de secano te deslumbra de tanto darte en la cara. Arriba escuadras a vencer, que en España empieza a amanecer.

(Dedicado a los mesetarios que ayer se molestaron cuando dije que la bandera rojigualda hace mucho que no era un símbolo de amor a España, sino una muestra de odio hacia los disconformes, los díscolos y a los rebeldes al Reino. Ayer ya me empleé a fondo con los convergentes que entienden que la lealtad al pueblo catalán y a su caminar hacia la república exige cero críticas a los tejemanejes de Puigdemont y el PdCat para recuperar el procés de las manos del pueblo que se lo ha apropiado. No es tan raro que algunos veamos raro que, si el pujolismo fue la forma de asimilar el catalanismo a la España monárquica del 78, se pretenda que sea un pujolista el que lo extraiga de ella hacia una forma republicana. No son muy distintos unos de otros: a los dos les gustan las filas prietas, recias y marciales. Los himnos falangistas son una mina de metáforas en la España actual. El pueblo catalán y el resto de pueblos sometidos a la Corona Española, son otra cosa. Si quieres ser un fiel súbdito de unos u otros, o una voz popular crítica, it's up to you [si no entiendes esta última expresión, no me bloquees: no es catalán, es inglés])

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