Fernando Casas tiene 92 años y después de casi ochenta hoy ha podido asistir a la exhumación de los restos de su hermano, asesinado por dirigir una revista progresista. Al llegar junto a la fosa se ha sentado y ha relatado el sufrimiento y la persecución que padeció su familia; cómo fue número uno en una oposición y estuvo a punto de perder la plaza por ser hermano de un rojo.
La Coordinadora de la Memoria Histórica de Burgos ha promovido esta exhumación, en la localidad burgalesa de Estépar. Mientras los informativos de la televisión pública, dedican eternos minutos a las procesiones católicas de Semana Santa, no informan del descubrimiento de 17 cadáves, cuyo crimen permanece y no prescribe. Quieren seguir ocultando, escondiendo, negando, silenciando, el terrible secreto que se ocupó de mantener la transición; las enormes violaciones de derechos humanos de la dictadura franquista.
El plan consistía en que las víctimas murieran en silencio pero la memoria ha despertado y está señalando a los culpables y a quienes desde la política han dejado en las cunetas a miles de ciudadanos y ciudadanas y en el abandono a sus familias.
El tiempo de la injusticia se va agotando cada vez que otro Fernando Casas abre la puerta de su memoria, relata su dolor y da testimonio de su derecho a la justicia y de su resistencia.
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