2010: The unfairness of the construction of Spain as Nation, since its early Catholic inception till its latest Fascist design, and its maintenance as a fiction of unity that does not exist and will never do, has cost the different territoires under its flag too much suffering. Spain as a concept is a failure and is still a place to be explained and to be redeemed from its pain.This is a place for memory recovered, for causes to be revised and for traumas to be processed.
Sunday, 21 August 2022
Tourist: This is Why Spanish Holidays are Cheap Support the Peoples Struggle Against Fascism Don't Go to Spain !!!
“El BBVA debe pedir perdón si comerció con nazis” , dicen judíos y víctimas de Mauthausen
Adolf Hitler y Francisco Franco en la estación de tren de Hendaya, en Euskadi Norte / Archivo
“Si se demuestra el vínculo de sus antiguos directivos con el Tercer Reich, lo mínimo que podrían hacer los responsables del BBVA sería pedir perdón por colaborar con los nazis”, asegura la vicepresidenta de la Amical de Mauthausen, Concha Díaz Berzosa. Esta organización fue creada en 1962 en Barcelona por víctimas del Tercer Reich para defender los derechos de las aproximadamente 10.000 personas del Estado español deportadas a los campos de concentración. En la actualidad, reúne a cerca de mil socios.Los vínculos que menciona Díaz Berzosa entre el nazismo y algunos de los principales accionistas de los bancos que dieron lugar al BBVA tras su fusión han quedado probados a través de documentos y testimonios divulgados por El Nacional en reportajes precedentes. En esta entrega, añadimos nuevas evidencias. La vicepresidenta de la Amical de Mauthausen entiende que lo que procedería no sería únicamente solicitar perdón por las responsabilidades, “sino seguir el ejemplo de lo que hicieron muchas empresas de Alemania como Berterlsmann y contratar a una serie de investigadores para conocer en profundidad el lado oscuro de la historia de la empresa que han heredado, incluso si ello diera lugar a responsabilidades. Estamos hablando de crímenes de lesa humanidad que no han prescrito. Es obvio que los directivos actuales no tienen una responsabilidad directa, pero sí un compromiso moral con las víctimas y la historia. Que abran los archivos a investigadores externos es, sin duda, importante, pero ellos mismos tendrían que indagar en su pasado y pagar de su bolsillo la investigación”.
“Se da la circunstancia de que esa misma entidad ha organizado exposiciones divulgativas sobre el nazismo o sobre la Shoah a través de su fundación”, le comentamos a Díaz Berzosa. “Sí, pero eso no me vale”, replica. “Si en verdad quieres hacer algo no me vengas con donativos. En España quedan más cuentas pendientes de ajustar que incluso en Alemania porque la situación es terriblemente compleja, dado que el fascismo no fue derrotado como sucedió en el centro de Europa, de forma que el problema fue mucho más allá de la Segunda Guerra Mundial y eso, hasta el punto de que durante muchas décadas la Península continuó siendo un santuario nazi privilegiado. Lo más triste es que los Aliados lo sabían e hicieron la vista gorda. Yo les culpo a ellos”.
Al igual que la asociación barcelonesa Amical de Mauthausen, los representantes de los judíos creen también que el banco tiene emitir una disculpa pública y aclarar su pasado. “Creemos que honraría al BBVA que pidiera perdón si tal y como indica la investigación llevada a cabo por El Nacional de Catalunya, accionistas de las entidades que se fusionaron para originar el banco actual efectuaron negocios con los nazis”, ha indicado un portavoz de la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE) en relación a las informaciones divulgadas por este digital.
“De hecho, es que no sería la primera”, prosigue. “BMW, Hugo Boss y otras 6.000 empresas alemanas lo han hecho. El propio gobierno de Alemania pidió perdón en 2000 y estableció un fondo de ayuda para las víctimas del nazismo. Está claro que los actuales directivos, y los anteriores, no tienen responsabilidad, pero si una empresa tiene un pasado oscuro, lo mejor es indagar en él. No hay que olvidar que las personas y empresas que colaboraron con el Tercer Reich contribuyeron a que su maquinaria de crimen y guerra se perpetuara".
Casoplones en Neguri
“¿Pedir perdón? No van a hacerlo”, dice el político Iñaki Anasagasti. “Pero por supuesto que los empresarios del clan de Neguri deberían solicitar disculpas por sus crímenes. Yo tengo la impresión de que la sociedad vasca ni siquiera conoce los vínculos de cierta derecha de aquí con el nazismo. Decía Dulce Chacón que somos hijos del silencio de nuestros padres y responsables de la ignorancia de nuestros hijos”, prosigue el antiguo senador del PNV. “Cierto es que esta sociedad nunca ha podido hacer un trabajo de esclarecimiento de la memoria. En primer lugar, porque no se ha permitido abrir los archivos. Y en segundo lugar, porque hay mucho tabú. El tema se tocó en el libro Los españoles que dejaron de serlo de Gregorio Morán y te puedes imaginar. Una de las principales responsabilidades que ha tenido ETA en este país es impedir que se puedan estudiar e investigar asuntos como ese. Nosotros queríamos hacer un libro sobre José Félix de Lequerica y pensábamos titularlo Heil, Lequerica. No pudimos seguir con ello porque nos dijeron que los poníamos en el punto de mira”.
El llamado “clan de Neguri” que menciona Anasagasti es una denominación coloquial con la que acostumbra a designarse a la oligarquía de industriales y financieros que alumbraron con el tiempo el BBV, resultado de la fusión del Bilbao y el Vizcaya en 1988. Once años después, se le añadiría la “A” de Argentaria, una entidad creada por Felipe González que agrupaba varios bancos públicos. Los de Neguri debían su sobrenombre al hecho de que se concentraban en la margen derecha del barrio homónimo de la ciudad de Getxo, un área donde todavía hoy menudean las mansiones y los ostentosos palacetes (en la izquierda se asentó la industria). El barrio nació en los albores del siglo pasado, pocos años después de la construcción del puente de Vizcaya, como una zona residencial diseñada en consonancia con la tradición anglófila de la alta burguesía de Vizcaya, a imagen y semejanza de las ciudades-jardín inglesas.
Bien es verdad que si los financieros y los industriales vascos buscaron inspiración en el Reino Unido para construirse un barrio a su medida, parte del dinero con el que consolidaron o fundaron sus fortunas procedía de sus negocios con la Alemania nazi y, en parejo, con las oportunidades que les brindaron sus amistades con el régimen franquista, que es la parte más conocida de la espeluznante historia de colaboración con dictaduras sanguinarias de buena parte de la burguesía de Neguri. “El Banco de Vizcaya está vigilando la cuenta de crédito de los alemanes ya que los directivos de la entidad temen que se embarguen activos alemanes”, se lee en un documento secreto de los aliados desclasificado en 1987 y originalmente datado a finales de 1945 (Documento01).
“Sin embargo, las cuentas estarán camufladas y los directores y responsables del banco sin duda ayudarán en este trabajo ya que todos son germanófilos y totalitarios”. En otro de los papeles desclasificados por los estadounidenses en ese mismo año (Documento03) puede leerse: “Guillermo Ibáñez, director del Banco de Vizcaya, está ayudando a camuflar el capital alemán en España. Este capital se suele poner a nombre de cierta Mdme. Bergarche y enviado a su familia en Buenos Aires”.
Los siniestros Lipperheide
Las potencias vencedoras nunca tuvieron dudas de las simpatías nazis de los principales accionistas de los bancos de Vizcaya y de Bilbao que con los años crearon el BBV y, a falta de documentos españoles que acrediten ese vínculo (escasos, destruidos, perdidos o todavía ocultos), hace años que los norteamericanos desclasificaron papeles que hablan de la implicación de ambas entidades y de sus directivos en negocios que envolvían a empresas como Minersa (fundada, entre otros, por Friedrich Lipperheide Henke, un nazi alemán de siniestro pasado, afincado en el País Vasco y directamente vinculado al Banco de Vizcaya) o a organizaciones comerciales e industriales del Tercer Reich como IG Farben y Sofindus, un conglomerado de empresas alemanas que operó desde 1938 a 1945 y que fue puesto a andar por el empresario nazi Johannes Bernhardt. Pero la información que existe acerca de los vínculos de esas entidades bancarias con los chiringuitos hitlerianos es escasa, fragmentaria o nula. “Es una página de la historia que no ha sido escrita todavía”, coincide Anasagasti.
Existen varios ensayos académicos sobre las relaciones comerciales hispano-alemanas que mencionan los vínculos con el nazismo de los Lipperheide u otros accionistas del Banco de Vizcaya. Entre los catedráticos que mejor han documentado estas relaciones se halla la profesora Nuria Puig Raposo. No obstante, sus estudios no ahondan en los vínculos con el Tercer Reich de los propios bancos cuya fusión dio lugar al BBV. “Seguí la pista de Lipperheide hace casi veinte años, cuando su hijo todavía vivía. No logré entrevistarlo y la información biográfica que me mandó era poco relevante. Ahora me dedico a otros temas, pero las colonias alemanas en España siguen pendientes de estudio. El entramado social y empresarial tuvo bastante continuidad y me hubiera gustado explorar los archivos de los colegios y de las iglesias católica y evangélica, entre otras cosas”, nos dijo Puig Raposo en un breve mensaje de correo electrónico, al tiempo que se niega a responder nuestros mensajes y nuestra petición de una entrevista. Al menos uno de los trabajos de esta catedrática de la Complutense sobre las redes comerciales hispanoalemanas fue financiado parcialmente por la Fundación BBVA.
A diferencia de lo ocurrido en otros países como la propia Alemania, ninguna empresa o banco ha aclarado públicamente, investigado o, menos aún, ha pedido perdón en el Estado español por su contribución a mantener en el poder al Führer gracias, entre otras cosas, en el caso de la Península, al comercio con el Tercer Reich y al suministro de productos y minerales estratégicos para su esfuerzo bélico, asunto al que El Nacional ha dedicado tres reportajes anteriores de una serie de investigación que arranca con el hallazgo fortuito en Sant Feliu de Guíxols — por un librero de Badalona, Marçal Font— de un diario escrito por un soldado de la Wehrmacht. Y son precisamente varios apellidos asociados al clan de Neguri los que más a menudo reverberan a medida que uno se zambulle entre los documentos y los estudios académicos que tratan de contar la historia de esas conexiones.
Blanqueando la timba de Neguri
“¿Pedir perdón?”, añade Iñaki Anasagasti. “Esa gente no pide perdón. Esa gente considera que no hay que mirar al pasado sino al futuro, y esa es la gran trampa. La ley de punto final y la amnistía del 77 crearon un paraguas de impunidad. Y una vez más eso ocurrió porque existía ETA. Si no hubiera estado la organización, los hubiéramos puesto en el punto de mira. Lo primero que hizo ETA tras las elecciones del 77 fue asesinar de una forma inmisericorde a Javier Ybarra, que había sido alcalde de Bilbao. También a José Lipperheide lo secuestró ETA y, de ese modo, lo convirtió en una víctima. Y cuando uno es una víctima, es de muy mal gusto hurgar en su pasado”.
“No solo no han pedido perdón, sino que todo ese mundo y sus personajes han sido blanqueados”, sostiene el antiguo senador del PNV. “Lo de Neguri se ha ido desmontando poco a poco porque la mayoría de los grandes negocios los hicieron en connivencia con el régimen. Entre que unos se han ido; entre que otros pagaron el impuesto revolucionario; entre que son pocos... al final, han gozado de muchas dádivas y, en un momento dado, han llegado a creer que el PNV era su mayordomo. La mayoría han muerto y solo quedan sus hijos y sus nietos. Muchos han dilapidado las fortunas familiares. Por culpa de sus paraísos fiscales, Emilio Ybarra, que fue concejal del Ayuntamiento de Bilbao, ha perdido la joya de la corona, que era el Banco de Bilbao y de Vizcaya. Antes, normalmente, se dedicaba el hijo tonto a la política y el listo a la economía, pero con Ybarra fue al revés, lo que explica que haya hundido el barco. Nosotros llevamos mucho tiempo luchando para que se abran los archivos aunque imagino que lo que debe quedar es muy poco porque los interesados en que no se conozcan esos hechos habrán hecho su trabajo”.
“Una excepción entre los de Neguri fue la familia de don Ramón de la Sota, cercana al PNV, y que fue forzada a exiliarse mientras los Aznar le robaban la flota”, continúa Anasagasti. En efecto, Ramón de la Sota y Llano falleció en Getxo el 17 de agosto de 1936, poco después del comienzo de la Guerra Civil española. Tres años después, el Tribunal de Responsabilidades Políticas condenaba a sus descendientes al abono de una sanción de cien millones de pesetas “por conspiración para la rebelión militar”, de tal suerte que sus entonces cuantiosos bienes fueron embargados y, entre ellos, cuarenta buques de sus compañías que habían sido usados para evacuar Bilbao.
Licencia para robar de los Aznar
Detrás de esa operación política se hallaban, entre otros, los herederos de su primo carnal y antiguo socio Eduardo Aznar y de la Sota, marqués de Bérriz, quienes terminaron apropiándose de todos sus activos con la ayuda de sus amigos franquistas. Fue un atraco en toda regla.
La Compañía Naviera Sota y Aznar pasó a llamarse tras la Guerra Civil Naviera Aznar y terminó por convertirse en la mayor flota mercante de España, con 44 buques y más de 175.000 toneladas de registro bruto. Al frente de ella se hallaba José Luis de Aznar y Zavala, nieto del fundador y una de las personalidades más ricas de la época. Tal y como cuenta Jesús María Valdaliso en un libro sobre La familia Aznar, “hubo de esperarse al relevo generacional en ambas familias para que las relaciones, al menos en lo personal, volvieran a normalizarse”.
La germanofilia e inclinaciones totalitarias de los Aznar está bien documentada, del mismo modo que existen pruebas irrefutables del modo en que se usó su naviera como parte de la logística de las ratlines o rutas de huida a América Latina de los nazis perseguidos tras el final de la Segunda Guerra Mundial. El periodista José María Irujo documentó en su libro La lista negra cómo el espía Reinhard Spitzy logró escapar desde España en el barco Monte Urbasa, propiedad de esa familia. “Toda esa gente como los Aznar de la naviera o los Ybarra son una vergüenza”, afirma Iñaki Anasagasti. “Se da la circunstancia de que hace algún tiempo se hizo “ilustre de Bilbao” a uno de sus descendientes, Alejandro Aznar, y yo me indigné con eso pero, claro, mi palabra era la voz que clama en el desierto”.
El Nacional ha proporcionado pruebas adicionales en una serie de reportajes de investigación sobre el Tercer Reich en la Costa Brava de cómo José Luis de Aznar ayudó a ocultarse en su finca manchega de Cabañeros al nazi Friedrich Lipperheide Henke, quien, — según la investigación llevada a cabo por este digital junto al librero badalonés Marçal Font, Miriam Noheras y Francisco Muñoz— , fundó parte de su fortuna, al igual que sus hermanos, en la venta a Hitler de fluorita o wolframio mediante sociedades como Somimet o la todavía viva Minersa, y mediante la comercialización y explotación en España a través de Unicolor de las patentes de IG Farben. IG Farbenindustrie AG o IG Farben fue un conglomerado nazi de compañías químicas creado el 25 de diciembre de 1925 como resultado de la fusión de BASF, Bayer, Hoechst y Agfa, entre otras. Inicialmente, producían colorantes, pero pronto comenzaron a investigar otras áreas de la química. Durante la Alemania nazi, produjeron Zyklon B.
El banco “germanofilo y totalitario”
Los Lipperheide son también otra de las familias legendarias de Neguri e incluso a día de hoy, sus herederos siguen siendo los accionistas mayoritarios de Minersa (una empresa creada por un desalmado nazi para comerciar con nazis y que operó también en Catalunya), junto a Alejandro Aznar, presidente de Marqués de Riscal y descendiente de José Luis Aznar, el autor material y el cerebro del atraco a la naviera de los de la Sota. Documentos desclasificados de los aliados llaman igualmente la atención acerca de la implicación del Banco de Vizcaya en la creación de esa sociedad de explotaciones mineras, nacida senso stricto al calor del Tercer Reich. Con frecuencia, allí donde había un miembro de la burguesía industrial de Getxo aparecen, tarde o temprano, los nombres del Banco de Vizcaya o de Bilbao, y en ocasiones, no muy lejos, el de un nazi, junto al de los apellidos clásicos de la corte franquista de la época afincada en las provincias vascongadas. “El Sr. Heiler opinó que el Sr. Lipperheide (Unquinesa) continuaría como en el pasado trabajando con IG Farben si los campos de interés estuvieran claramente definidos”, se asegura en otro informe desclasificado de los servicios de espionaje norteamericanos escrito durante la Segunda Guerra Mundial (Documento04).
Unquinesa fue la sociedad en torno a la cual los Lipperheide refundaron en 1940 parte de su negocio. Concretamente, el que aglutinaba todas sus industrias químicas del país (las actividades mineras giraban en torno a la citada Minersa). Pues bien, en ese mismo año, fue cuando Unquinesa firmó un acuerdo comercial con Unicolor, la franquicia española de IG Farben, que le garantizaba un 12% de las ventas de Unicolor en España".
El informe de los servicios secretos norteamericanos prosigue: “Entre los otros intereses de Lipperheide, se hallan las minas de Osor [la Selva]. En 1943, el Sr. Lipperheide le informó al Dr. Hailer que las acciones se repartían de la siguiente manera: 41% de la familia Lipperheide; 19% de amigos de Lipperheide (Konsorten); 40% de españoles (Banco de Vizcaya, etc)”. En esa mina se explotaba con usos militares fluoritas que luego era enviada a Alemania de forma clandestina con la colaboración de varios industriales catalanes, ciertas empresas pantalla y navieras como los del Aznar. Los detalles de este tráfico también están contados en dos de los tres reportajes de investigación publicados por El Nacional en los domingos precedentes.
Friedrich Lipperheide fue incluido en la lista de 104 nazis reclamados a España por los aliados que hace algunos años dio a conocer el periodista de El País José María Irujo. Cuando el reportero le preguntó a su hijo —quien fue también vicepresidente del Banco de Vizcaya— acerca de los trapicheos de Friedrich, su padre, Federico Lipperheide Wicke alegó una ignorancia y una amnesia inverosímil acerca de las supuestas relaciones de su familia con la Alemania nazi.
Oxígeno para el Führer
Ese mismo documento de los Aliados prueba de forma inequívoca cómo los Lipperheide y sus amigos de Neguri (el resto de accionistas de Minersa, la empresa que explotaba, entre otros yacimientos, las minas catalanas de Osor) contribuyeron a sostener el esfuerzo bélico del Führer de un modo determinante: “Las entregas de fluorita a Alemania se pagaron a través de la oficina de compensación hispanoalemana. La empresa, es decir, el presidente del Banco de Vizcaya, ha recibido una propuesta muy ventajosa de los estadounidenses que ofrecieron efectivo. Dado que algunos de los miembros de la junta directiva se sintieron inclinados a aceptar la oferta, el Sr. Lipperheide temió perder el control de la sociedad. Por lo tanto, sugirió que IG Farben adquiriese una participación de 1/4. Lipperheide e IG Farben tendrían entonces el 55% de las acciones. Considerando que los extranjeros no están autorizados a poseer más del 40 por ciento del capital de una mina, IG Farben debería comprar las acciones a través de Unicolor”.
En otras palabras, a Lipperheide le inquietaba que la fluorita se vendiera a los norteamericanos y apostaba de manera entusiasta por incluir en su sociedad a los fabricantes del gas Zyclon, el citado IG Farben, que a menudo ha sido descrito por los historiadores como el “conglomerado industrial más notorio del Tercer Reich”. Fue una de sus subsidiarias, Degesch, la que fabricó el pesticida con el que se gaseó a un millón de hebreos en campos de concentración como Auschwitz II y Majdanek. Otra de las empresas del grupo, la famosa Bayer, realizó experimentos médicos con prisioneros en Mauthausen. Friedrich, sin embargo, se sentía mucho más cómodo con ellos en el accionariado que vendiendo fluorita a los Aliados. Y según se dice en ese informe, para no incumplir la ley franquista que obligaba a mantener la mayoría de las acciones de las sociedades en manos españolas, sugirió realizar la compra de las acciones a través de Unicolor, que venía a ser la forma española maquillada de IG Farben. Eso nunca ocurrió finalmente, pero da una idea muy precisa del modo en que se articulaban las inclinaciones políticas de ese tétrico individuo que solía honrar las visitas a Bilbao del caudillo saludando con el brazo alzado, al estilo falangista.
Es interesante precisar que tanto el wolframio o tungsteno —denominaciones sinónimas— como la fluorita eran indispensables para los planes militares de Hitler. El wolframio era utilizado para endurecer el acero y reforzar el blindaje de los tanques y aumentar la capacidad de penetración de sus proyectiles. Los principales exportadores de tungsteno eran China y Birmania, pero en previsión de que se cortaran las vías de suministro, el Führer decidió cobrarse parte de la deuda que había contraído Franco con el mineral esencialmente procedente de Galicia. Y lo mismo sucedía con la fluorita, usada, entre otras cosas, para la fabricación del aluminio y en ciertos procesos necesarios para blindar sus vehículos militares.
A última hora, el espato de flúor se reveló también fundamental en la industria nuclear para el enriquecimiento del uranio y el plutonio. La parte del león procedía de la cornisa cantábrica y fue comercializada a través de Sofindus, entre otros, por un codicioso e inmoral oportunista llamado Ángel Pérez de Leza. Sin embargo, se extrajeron y exportaron de forma clandestina varios miles más de toneladas de otras minas catalanas como El Papiol (Baix Llobregat) u Osor (la Selva). Lo de El Papiol pertenecía a Sofindus pero los fluoruros de Osor — en parte extraídos por los “rojos” durante la época de la Guerra Civil en la que la mina estaba colectivizada— fueron vendidos por Lipperheide y sus amigos banqueros. Hay informes de los Aliados que sugieren incluso que Pérez de Leza llegó a trabajar también para Somimet, sociedad predecesora de Minersa fundada, entre otros, por el propio Friedrich y por otro directivo del Banco de Vizcaya, Guillermo Ibáñez.
El conglomerado nazi Sofindus llegó a acaparar cerca del 80% de los intercambios comerciales hispanoalemanes. Fue en el 20% restante donde los Lipperheide consolidaron su fortuna. También Friedrich, como accionista, ocupó cargos de la máxima responsabilidad en el Banco de Vizcaya. Murió, al igual que todos sus amigos de Getxo, como un empresario respetable. Su familia de origen alemán había acabado convirtiéndose en una de las dinastías de referencia del clan de Neguri y también en un notorio ejemplo del modo en que cierta burguesía vizcaína se lucró haciendo negocios con el Führer y trapicheando a la sombra del caudillo. Eso sí, su apellido había quedado perfectamente blanqueado, y no exclusivamente por el franquismo. La Historia les había absuelto hasta la fecha por desidia, desconocimiento, oscurantismo en la gestión de los archivos, falta de recursos de los especialistas en Humanidades o, en otros casos más notorios, por pura mala fe y por la deliberada ocultación de información por parte de los herederos de los criminales.
En el punto de mira de ETA
¿Tuvo que ver también la indulgencia y el silencio incluso de una parte de la propia prensa vasca con algunos de esos apellidos con la actividad de ETA? Eso es justamente lo que sostiene Anasagasti, para quien “la presencia indeseable” de esa organización en la vida política de Euskadi contribuyó de forma especialmente relevante a enrarecer la atmósfera social y a impedir la restauración de la memoria y alguna forma póstuma de justicia.
Neguri y sus miembros filonazis fueron siempre objetivos preferentes de ETA. En 2008, la organización atentó directamente contra el corazón de la vida social del clan, el club marítimo del Abra, en Getxo. Y con ese eran seis los coches bomba que habían estallado en tan solo ocho años en el barrio de Neguri y las Arenas. El primero de esos atentados tuvo lugar el 25 de junio de 2000 en la calle Manuel Smith con un coche bomba estacionado delante del chalet de un miembro de la familia Delclaux, otro apellido clásico vinculado a los de Neguri. Dieciocho años antes, en 1982, fue secuestrado por ETA y posteriormente liberado tras el pago de un rescate el hermano de Friedrich, José Lipperheide.
“En cierta manera comparto la percepción de que el hecho de que algunas personas fueran objetivo o incluso víctimas de ETA ha ayudado a no profundizar o a no investigar su pasado, pero creo que esto va mucho más allá”, asegura el diputado de EH-Bildu, Jon Iñarritu. “Que tuvieran una vinculación con el nazismo deriva también de que estuvieran cerca del poder franquista y debido al mito de la transición ejemplar y pacífica, muchos de ellos se levantaron de la noche a la mañana tras la muerte del dictador convertidos en demócratas con pedigrí. Seguían siendo influyentes, especialmente, en la economía. Y eso contribuyó a que no se quisiera hurgar en los orígenes de todas esas grandes dinastías de renombre relacionadas con la dictadura [y el Tercer Reich] o que se hiciera de una forma muy parcial. Sucedió en Euskadi pero también en España”.
Iñarritu es de la opinión de que las empresas y los descendientes de los personajes relacionados con la Alemania nazi deberían, de forma prioritaria, esclarecer esos vínculos. “Ciertamente, los responsables directos de esas actividades, quienes medraron con los nazis, no están ya vivos. Pero sí que lo están sus herederos, tanto en la política como en la economía. No sé hasta qué punto son directamente responsables de algo, más allá de haber heredado, pero aun así, creo que las sociedades y las compañías que comerciaron y colaboraron con los nazis deberían entonar un mea culpa, tal y como se ha hecho en Alemania. Y de igual forma deberían proceder las que se hicieron de oro con los bienes expropiados por el franquismo, las que usaron mano de obra esclava republicana —en mi casa tengo el caso cercano de mi abuelo— y, en general, todas las vinculadas con la dictadura”.
“En cuanto a los bancos de Vizcaya y de Bilbao, ambos evolucionaron hasta fusionarse y convertirse en lo que hoy en día es el BBVA. En aras de la transparencia y por una cuestión de reparación histórica y de justicia, deberían asimismo abrir sus archivos y esclarecer sus relaciones con el Tercer Reich”, añade el diputado. “Durante el proceso de industrialización vasca del siglo XIX, grandes familias hicieron cuantiosas fortunas y se establecieron en la margen derecha de la ría, en Getxo, y más especialmente en Neguri. Hay que tener en cuenta que las grandes zonas de industrialización fueron Catalunya y Euskal Herria, así que no resulta sorprendente que aquellos miembros de la burguesía que tenían relación con Alemania o Austria utilizaran esos vínculos para hacer negocios con Berlín o para promover las ideas abyectas del nazismo en el clima propicio del franquismo. Tras la Guerra Civil, quienes no simpatizaban con el régimen se fueron al exilio, pero el resto medró y muchos aún conservan su poder. Cierto es que ya no viven en Bizkaia, sino que se les encuentra, sobre todo, en lugares como Madrid, Marsella o Londres”. El diputado de Bildu cree que ni siquiera la sociedad vasca conoce bien el pasado nazi de esas familias fuera de los restringidos círculos políticos y académicos.
Crímenes impunes
A juicio del historiador Xabier Irujo, presidente del Centro de Estudios Vascos en Reno (Nevada, Estados Unidos), la vinculación con el Tercer Reich de ciertos bancos y cierta burguesía vasca son episodios de la historia todavía inexplorados. “No se hizo justicia en su día ni siquiera en Alemania y dudo de que se haga nunca, pero la única forma de reparación a la que podemos aferrarnos es la recuperación de la memoria histórica. Por supuestísimo que el BBVA debería pedir perdón por sus actividades comerciales del pasado. En Alemania existen todavía un montón de empresas que colaboraron con el Eje, claro que algunas tuvieron que responder en Nuremberg y otros momentos históricos. Bien es verdad que aquello fue simbólico y se juzgó a una insignificante minoría de implicados. Por lo demás, la mayoría de las conocidas colaboraron con Hitler. Hablo de Mercedes Benz, Bayer, Hugo Boss, Opel, Audi o tantas otras. La sociedad que fabricó los hornos de Auschwitz estaba abierta hasta hace cinco o seis años, pero abonó reparaciones. Aquí, las empresas no solo se lucraron comerciando durante la guerra, sino gracias a los expolios. Y entre ellos, los propios bancos. Conozco buenos ejemplos de ello en mi familia”.
El bisabuelo de Xabier fue el navarro Manuel de Irujo Ollo, diputado del PNV y ministro con los gobiernos de Largo Caballero y de Negrín durante la Segunda República. Tras la Guerra Civil Española se exilió en el Reino Unido. “A todos los hermanos les metieron en la cárcel y a alguno de ellos incluso lo condenaron a muerte”, precisa el historiador. “Lo que hacían era embargarles y sacar a subasta los bienes robados. Hasta no hace mucho, los documentos judiciales de esos procesos estaban bajo candado, pero recientemente, al menos, en Navarra, han salido a la luz y, con ellos, han aparecido libros. En el inventario que hicieron de la farmacia que le robaron a mi abuelo incluyeron hasta un tubo de pasta de dientes abierto. ¿Quién o quiénes se hacían con esas propiedades? Las clases medias no podían permitírselo así que, en la mayoría de los casos, grandes empresas. Y a mí no me sorprendería que entre ellas estuvieran los bancos que dieron lugar al BBV y que, como en el caso del Vizcaya, formaban parte de esa urdimbre de negocios de franquistas y nazis”.
“Una de las fórmulas de los nazis para la evasión de capital puede ser denominada 'exportación de expertos técnicos'. Los alemanes ya tenían las conexiones necesarias con el Banco Alemán Transatlántico de España y durante 1942 convirtieron todas sus posesiones en acciones y títulos extranjeros enviándolos a España e invirtiéndolos en préstamos en los siguientes bancos: Banco de Vizcaya, Banco Hispano-Americano, Banco Exterior de Crédito y Banco Urquijo Catalán”, puede leerse en otro documento de los servicios secretos de los Aliados datado en Tánger el 25 de abril de 1946 (Documento02).
El texto lleva por título Capital enemigo oculto en España y prosigue de este modo: “El Banco Alemán Transatlántico de España era el canal de todas las transferencias de patentes y capitales de la industria automotriz alemana: Daimler, Opel, Mercedes Benz, etc. Había un grupo que se ocupaba especialmente de las patentes de máquinas para la industria textil. Es decir, se formó una sociedad de cartera y tenía su oficina principal en Düsseldorf. Los patronos de este grupo son industriales catalanes y bilbaínos que se hacen pasar por refugiados o tienen pasaporte español”.
El Nacional ha identificado al menos otros doce documentos desclasificados más que proporcionan pruebas e indicios consistentes de la colaboración con el Tercer Reich durante la Segunda Guerra Mundial de los responsables del Banco de Vizcaya y de Bilbao. Los propios Aliados tenían problemas a menudo para desentrañar las verdaderas relaciones de esos y otros bancos con la maraña de empresas y sociedades urdida en España por los nazis para ocultar sus actividades. “En el intento de clarificar el informe, se utiliza un diagrama en la página once, que se cree simplifica demasiado las relaciones muy complejas entre Farben, Unicolor, Sefanitro y Unquinesa y, por lo tanto, distorsiona la situación real”, se afirma en otro documento desclasificado hace diez años (Documento05).
“Dicho eso, hablar del “control” de IG Farben sobre Sefanitro y Unquinesa es excesivo porque la evidencia acumulada hasta ahora muestra colaboración entre Farben y las corporaciones españolas, pero poco más que eso. Unicolor es accionista de Unquinesa pero no se ha demostrado que tenga una participación financiera mayoritaria. También se informa que son accionistas el Banco de Vizcaya, el Banco Español de Crédito y Lipperheide y Guzmán. Sefanitro tiene un extenso contrato con IG Farben pero decir que Farben controla la Corporación Española es ambiguo y posiblemente no sea cierto. Los accionistas, según la Embajada, son Altos Hornos de Vizcaya, el Banco de Bilbao, el Banco de Vizcaya y el Banco Urquijo”.
Consultados acerca de estos supuestos vínculos con el nazismo, fuentes del BBVA señalaron a El Nacional: “Carecemos de información, dado el tiempo que ha transcurrido. ¿Que si no tenemos archivos? No tenemos más información”.
Saturday, 20 August 2022
Spain’s Far-Right Resurgence Comes From Decades of Fascist Organizing
AN INTERVIEW WITH
In recent decades, Spain has often been painted as the only European country without a far right. But even in the 1990s, violent street movements were building their forces — and now they’re entering the country’s political institutions, too.
INTERVIEW BY IGNACIO PATO
In Spain’s last general election in 2019, the far right achieved its best ever result. With 3.7 million votes (15 percent) and fifty-two seats, Vox became the third-largest party in the Congreso de los Diputados. And it hasn’t stopped advancing. Earlier this year, it joined the government in Castilla y León, Spain’s largest region. If a decade ago Vox didn’t exist, today its leaders appear on prime-time comedy shows — and with general elections slated for 2023, they could soon even be in cabinet.
All this has been a surprise to a certain mainstream mantra. For decades, it had painted Spain as an oasis of democracy, even the only country in Europe without a far right, just because it didn’t show up on election day. But recognizing these forces’ power today is also about facing up to reality. The Spanish far right isn’t just back: it never really went away. Vox is not its only name. That’s something committed anti-fascists have known for over three decades.
As for many others from his generation, anti-fascism is a personal matter for journalist Miquel Ramos, born in Valencia in 1979. A month before Miquel turned fourteen, the eighteen-year-old activist Guillem Agulló was stabbed to death by far-right militants. Ramos knew Agulló through his presence in left-wing demonstrations and political spaces. Indeed, the 1990s were years in which teenagers saw rising fascist violence in the streets. In a year and a half, trans woman Sonia Rescalvo in Barcelona, migrant worker of Dominican origin Lucrecia Pérez in Madrid, and Agulló were all killed.
Ever since then, Ramos began to collect press clippings about the subject, building toward the work he has now published on thirty years of militant opposition to far-right, fascist, and neo-Nazi movements in Spain, entitled Antifascistas: Así se combatió a la extrema derecha española desde los años 90.
Ignacio Pato spoke to Ramos about far-right street movements in Spain, their relationship to the parliamentary right, and how they can be fought.
IGNACIO PATO
Compared to older generations, your generation’s relationship to anti-fascism seems to have a distinct, more personal characteristic.
MIQUEL RAMOS
My generation didn’t live through the Transición of the late 1970s, a period marked by the continuity of Francoism in state structures such as the police, and by groups that still advocated for dictatorship.The fairy tale claimed that fascism had died with Francisco Franco.
But in our teenage years in the 1990s, we did see the manifestations of a far right that had not been so present before. They acted in the streets with violence and impunity. The fairy tale claimed that fascism had died with Francisco Franco. Maybe part of the previous generation that had fought against it didn’t feel attracted by these new groups. But our generation, the one that started to have political concerns at the beginning of the 1990s, did.
It was impossible for many types of people to escape from that far-right violence. A lot of people experienced it, whether they were political militants or not: sometimes you had to be careful just because you hung around certain places.
IGNACIO PATO
Can we see different phases in far-right strategies during the last thirty years?
MIQUEL RAMOS
Yes. First, they had some more tribal features associated with skinheads and football hooligans — that was between the mid-1980s and the 2000s. After that, the far right tried to form regular political parties and soften their speech, playing to the gallery.
The third phase was the rise of neofascist social movements influenced by the French Nouvelle Droite, such as Italy’s CasaPound — groups that directly imitate the strategies and symbols of the radical left. The current stage is that we have, for the first time in Spain, a far-right party, Vox, in the institutions. Although the far right disguises itself as democratic, there are still violent groups on the streets.Although the far right disguises itself as democratic, there are still violent groups on the streets.
The brighter side of the story is that anti-fascism is also organizing. And this movement joins with others such as squatting, anti-globalization, and those who fight for more social, livable neighborhoods. The anti-fascist militant isn’t usually just against fascism.
IGNACIO PATO
In Antifascistas, you identify a turning point around November 20, 1988 — the anniversary of Franco’s death — when far-right groups tried to attack the stalls of leftist and anarchist movements in El Rastro, Madrid’s most popular open-air market.
MIQUEL RAMOS
Until then, far-right action was more about reprisals and occasional clashes. However, the assault on El Rastro involved a fascist organization attacking a pretty symbolic space for left-wing people in Madrid. They were already on alert and realized they had to come together and face the problem.
IGNACIO PATO
The 1990s were a kind of “years of lead” of continued violence. They began with the killing, on another November 20, of the left-wing Basque MP Josu Muguruza. Groups like Bases Autónomas used violence in the streets, and areas of some cities fell under the far right’s control. For many people, anti-fascism became something more than a political position, for it was also about protecting themselves and their own lives. Do you think today’s society is aware of the real dimensions of what happened then?
MIQUEL RAMOS
I don’t think it is. Days like those scar you. It was a scenario in which you aren’t looking for anything — but it finds you. There were murders, seriously injured people, and others who were forced to beg for their life, to hit back or to preventively attack. It makes you see the far-right problem in a certain way. That threat has been trivialized, for instance, when the media talked about “urban tribes.” Of course, those were not fights for territory: the far right wanted to kill you because of who you were, how you thought, or who you loved. Or who they thought you were, because sometimes victims didn’t have any political link. Crossing glances was enough. My book tries to explain what existed, how people lived with that, and what they did about it. Their testimonies are based on their own experience.
IGNACIO PATO
Mainstream media rhetoric, in those years, mainly portrayed the logic of “clashes between different tribes.” For the first time, Nazis made prime-time news. Did this presence sound anti-fascist alarm bells among ordinary citizens, or did it end up whitewashing them?
MIQUEL RAMOS
Media featured a cartoonish far right — very often as a drunk skinhead, while the problem was obviously bigger. The problem was also that some people embraced that cartoon. A lot of Nazis were attracted to the skinhead movement through the movie American History X, the book Diario de un skin, or sensationalist TV reports on football. Some others, it’s true, arrived at anti-fascism through these images, but there was also an attempt within the movement to put a stop to that. For example, Brigadas Antifascistas (BAF) said, “You can’t hang out here, this is political.”
IGNACIO PATO
One of the testimonies in the book, from BAF, say this collective was “a steamroller” at the beginning of the millennium. There was an anti-fascist offensive at that time. What were its key elements?
MIQUEL RAMOS
Anti-fascist groups were not only focused on self-defense, but around that time, they got over a “victim” attitude. The mindset changed. For collectives like BAF, the idea was, “There’s no need for them to come for us; we are going for them first.” People who took that initiative saved a lot of other people, in my opinion. It can be criticized from a distance, and the discussion around violent tactics comes through from the whole book, because there has never been a consensus about it. But where an anti-fascist offensive has existed, where people have drawn the line, far-right violence has declined.
IGNACIO PATO
Important for another generation of anti-fascists was the murder of Carlos Palomino, a sixteen-year-old stabbed to death at a protest against a neo-Nazi rally in 2007. There was a change in the way the movement communicated and the way it fought to portray the story in media. Some organizations began to show their faces. Somehow, the image of the anti-fascist as an angry young man under a black hood was overcome.
MIQUEL RAMOS
Very often, under those hoods, there were individuals that people wouldn’t imagine. The profile of anti-fascists has always been diverse. The cliché that media created has been the one of a violent “black bloc”–style crew causing trouble. For years, that weighed heavily. Around the time of Carlos Palomino’s murder, there was not just the claim that they killed a minor who had a mother and friends. Some reports insisted on the anti-fascist caricature [of Palomino], and it was a double victimization. And anti-fascism was very clever about showing faces. That helped to dismantle the media’s “both sides” mantra, but not in a complete way, because it persists even now.The profile of anti-fascists has always been diverse.
IGNACIO PATO
What role have police played regarding the far-right problem?
MIQUEL RAMOS
There was not an effective purge of the security forces after Franco’s death. Policemen who had tortured people continued their job until they retired. There was, especially in the 1980s, state terrorism that involved members of those forces. Some of them paid for that with prison time, but others got away with it or even were decorated, as in the well-known case of “Billy el Niño” [the most known torturer and police officer in Franco’s dictatorship, who died of COVID without ever going on trial]. We have always seen Nazis who are sons of police officers or who get arrested but don’t even go to police stations. And don’t forget that their information squads are still talking about “urban tribes” even today.
IGNACIO PATO
Some political commentators have connected Vox’s rise to a response to the Catalan independence process and the October 2017 referendum.
MIQUEL RAMOS
Spanish nationalism has always been one of the basic elements of the far right. That always existed — it didn’t need the referendum in order to whip itself into excitement. The question is why the far right was able to capitalize on the campaign against Catalonian self-determination.Spanish nationalism has always been one of the basic elements of the far right.
The official narrative, the one that came from the authorities, well suited the far right. In demonstrations, there were democrats against the Catalan referendum who didn’t put up any barriers against the far right. Why were people from Communist and Socialist parties sharing banners with Vox? Maybe that narrative was a mistake from the start. Wasn’t there an alternative to police smashing heads on voting day? Why was the message “a por ellos” (“go for them”) institutionalized?
IGNACIO PATO
Vox has tried — but so far not managed — to make more of an approach to working-class concerns. Is there a danger, in Spain, of a far right with a more social discourse than Vox itself has?
MIQUEL RAMOS
I don’t really see it now, at a party-political level. I don’t see Vox making a serious approach to social problems concerning workers. Nevertheless, Vox has expanded the Overton window for social movements that imitate the Left and try to use a “class” discourse, as the French Nouvelle Droite did after May ’68 — movements whose narrative turned from attacking the homeless to feeding them.
IGNACIO PATO
Former deputy prime minister Pablo Iglesias is one of the interviewees in Antifascistas. This is probably the first time in recent Spanish history that a figure that high up in government can speak on this issue from first-person experience. Anti-fascism was quite an explicit slogan for Podemos in Madrid’s last regional election.
MIQUEL RAMOS
Some people within Podemos come from social movements and have suffered neo-Nazi violence. They’ve got that sensitivity. Pablo Iglesias and equality minister Irene Montero have for a long time had far-right ultras coming to the door of their own home, even sending them bullets in the mail. That’s something that had never happened before.
IGNACIO PATO
In the last two years, mental health became a mainstream topic in Spain. This is an issue that the far right never seems to care about, instead making fun of people’s emotional problems. Is mental health a space where anti-fascism, and democracy with it, can make an advance?
MIQUEL RAMOS
The far right is more about bullying than doing politics. It’s based on harassing and knocking down vulnerable groups. Their deeply neoliberal economic program has serious costs for the quality of people’s lives. However much they use the cultural battle as a smokescreen, far-right politics don’t give more rights to the working classes. And this has a cost also at an emotional level. Defending our health — mental health, but also other kinds — is a banner we can raise. The far right doesn’t give a damn about the quality of life of the unprivileged. Anti-fascism is largely based on mutual support and caring for one another. Clearly, we have a moral advantage on this front.
IGNACIO PATO
Feminism, anti-racism, LGBTQ movements, housing campaigns, and trade unions allow for a kind of preventive anti-fascism. At the beginning of the COVID-19 lockdown, we saw mutual aid groups in a lot of neighborhoods, while the far right didn’t do anything to help anyone. What do you think are their weak spots?
MIQUEL RAMOS
Fascism takes advantage of the neoliberal undermining of class consciousness. They focus not on this social consciousness but on other identities. Their voter is not attracted to economics but by the flag, masculinity, and whiteness.The far right is more about bullying than doing politics.
The sense of class belonging, which remains widespread still today, used to be a dam against fascism. We aren’t living through the best of times for this consciousness; it’s true. But grassroots struggles in neighborhoods, for housing rights, defending your neighbors, your and your friends’ jobs, maybe other workers’ jobs even though they’re hundreds of miles away from you — all that is absolutely a protective wall against the far right.
IGNACIO PATO
What’s your diagnosis of the present situation?
MIQUEL RAMOS
Anti-fascism still counts for a lot among democratic-minded people — it’s part of their DNA. Spain was one of the last European countries where the far right entered parliament, and I think that has increased awareness.
I’ve been asked, in other interviews, if anti-fascism has failed. I’d tell you it hasn’t. The question that needs answering is why people, many of them very young, who fought against the far right were left on their own — so, not what they did wrong, but where the rest of society was. My book wants to pay tribute to people that all too often struggled alone. Still today, there are journalists who don’t know the games the far right plays with media. Even worse, there’s a certain kind of Left that buys into far-right framings.
Anti-fascism has a huge amount of work to do, but a very valuable heritage. We must insist that fascism is not a political option nor a respectable opinion. It impacts many people’s lives. So everyone has to choose what side of history they want to be part of.
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CONTRIBUTORS
Miquel Ramos is a journalist and the author of Antifascistas: Así se combatió a la extrema derecha española desde los años 90.
Ignacio Pato is a journalist who writes for outlets including ElDiario.es, El Salto, La Marea, and Panenka.
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