Wednesday, 29 December 2021

Colourised photo of tram collectivised by the anarchist CNT trade union.

Bottom of Plaça Catalunya in front of Cafè Zurich, 1936. Note the Hotel Colon controlled by the PSUC, (Pro-soviet communist) in the background. Transport was collectivised in Barcelona throughout the war.



Thursday, 9 December 2021

la Iglesia española mantiene vivos cultos antisemitas montados por la Inquisición

Nazis atacan Mota de Judíos mientras la Iglesia española mantiene vivos cultos antisemitas montados por la Inquisición


En Zaragoza o en La Guardia (Toledo) siguen manteniendo vivas celebraciones populares conectadas a las "calumnias de sangre", que son alegatos antisemitas que alientan la leyenda negra que pesa sobre los hebreos. Esta "España medieval" tiene las bendiciones de la supuestamente laica administración civil.


Imagen de las pintadas de los nazis en el pueblo Castrillo Mota de Judios. — Lorenzo Rodriguez


12/12/2021 08:34

FERRAN BARBER@FERRANBARBER


"No son cuatro niñatos, sino miembros de asociaciones de neonazis", asegura el alcalde de Castrillo Mota de Judíos, Lorenzo Rodríguez, a propósito del nuevo ataque antisemita que sufrió su población el 6 de diciembre. No es la primera vez que supremacistas blancos realizan pintadas intimidatorias en algunos lugares emblemáticos de esta pequeña localidad consagrada por entero a la recuperación de su pasado.

Solo que en esta ocasión los atacantes se han ensañado a fondo con el Ayuntamiento y su primer edil, ensuciando el futuro centro de la memoria sefardí y toda la cartelería del pueblo y sus aledaños con pintadas de esta guisa: "Viva los Reyes Católicos", "Torquemada era camarada", "Alcalde vendido al judío asesino", "Juden Raus".


En el cartel de bienvenida han reemplazado la "o" de Mota por una "a", para devolverle el nombre anterior que el pleno del concejo modificó en 2014: Castrillo Matajudíos.


Imagen de las pintadas de los nazis en el pueblo de Castrillo Mota de Judios. — Lorenzo Rodriguez

La Guardia Civil no ha logrado todavía identificar a sus autores, pero se asume que fue un grupo bien organizado de al menos tres o cuatro personas. El 1 de mayo de 2016, ese mismo pueblecito burgalés amaneció ensuciado con pintadas semejantes, también acompañadas de las clásicas cruces celtas, que es el símbolo tradicional de todos los movimientos políticos asociados al supremacismo blanco. En aquella ocasión, modificaron igualmente la toponimia del pueblo para convertirlo en "Castrillo Matajudíos".

Los presuntos protagonistas de aquellos hechos, J.R.B.A. y J.H.A., fueron sin embargo identificados y arrestados por la Guardia Civil y se enfrentarán el mes que viene a un juicio por un delito de incitación al odio que les podría acarrear penas de hasta cinco años de cárcel, además de una sanción económica de más de 4.000 euros. La vista judicial ha sido pospuesta en varias ocasiones por distintos motivos.El 25 de mayo de 2014 el pueblo cambio de nombre en un referendo. Volvió a llamarse Castrillo Mota de Judios

Los agentes de la Benemérita lograron dar con los autores de las pintadas de hace cinco años tras comprobar la misma noche que un par de individuos intentaba escribir sobre las ruinas de una antigua gasolinera las palabras: "Defendemos Europa". Al registrar el Ford Fiesta en el que viajaban hallaron ocho botes de pintura y pegatinas del Movimiento Social Republicano (MSR), un partido de Extrema Derecha disuelto en 2018 cuya ideología se asocia al neofascismo y el neonazismo.

En aquella ocasión, también dejaron escrito "La historia no se vota, Castrillo Matajudíos, ¡No! se toca!", junto al logotipo del MSR. Fue igualmente por aquellas fechas cuando comenzaron las amenazas contra el primer edil, en ocasiones acompañadas de pasquines donde se mostraba apoyo a la causa palestina. Se desconoce si, dadas sus semejanzas, existe alguna conexión entre ambos ataques, pero el alcalde, Lorenzo Rodríguez, da por cierto que lo ocurrido esta semana fue el resultado de una buena planificación.


Imagen de las pintadas de los nazis en los carteles del pueblo Castrillo Mota de Judios. — Lorenzo Rodriguez

Los problemas en la localidad, habitada por apenas medio centenar de personas, comenzaron el 25 de mayo de 2014, que es la fecha en la que el concejo aprobó, tras realizar un referendo, el cambio del nombre.

La primera mención a Castrillo data de 1623, claro que el pueblo nació seis siglos antes justamente como un asentamiento judío. "Mota" significa colina. Fue varios siglos más tarde cuando un escriba, por error o, más probablemente, de forma deliberada, convirtió "Castrillo Mota de Judíos" en "Castrillo Matajudíos", que fue el nombre que se modificó en 2014 para devolverle su designación original. Es muy plausible que el escriba tratara de levantar una nube de humo sobre el origen semita de los primeros vecinos de la localidad.

Imagen de las pintadas de los nazis en los carteles del pueblo Castrillo Mota de Judios. — Lorenzo Rodriguez¿Qué es un libelo de sangre? son alegatos antisemitas con falsas acusaciones culpando a judíos de matar niños cristianos

El Ayuntamiento no ha realizado todavía una estimación precisa de los daños materiales causados por los atacantes. "Lo importante es el impacto emocional que ha tenido en nosotros. Actuaron entre las dos y las cuatro de la madrugada con nocturnidad y alevosía", asegura Rodríguez. "El verdadero daño es psicológico porque la gente se siente amenazada y acosada, aunque no vayan a lograr nada porque vamos a seguir adelante con nuestros planes de crear un itinerario y un centro de la memoria histórica sefardí. Está también previsto que venga a vivir pronto al pueblo una familia judía con sus dos niños. Sin embargo es verdad que algún vecino se ha planteado qué podría suceder si en el futuro llegaran más lejos. En esta ocasión, han intentado quemar una bandera. ¿Qué pasaría si trataran de quemar alguna de las casas? Hubo también una chica que me confesó que le costaba conciliar el sueño por temor a que volvieran con peores intenciones. Lo que no entiende la gente es que no hemos cambiado la denominación del pueblo, sino recuperado el nombre original, asociado a nuestra verdadera historia y nuestras auténticas raíces judías".
La España medieval

La Federación de Comunidades Judías de España (FCJE), institución que representa oficialmente a los judíos españoles, ha condenado las amenazas y los actos intimidatorios ocurridos en Castrillo Mota de Judíos (Burgos) al tiempo que solicitaba que se haga todo lo posible para detener a los autores de estas amenazas. A juicio de esa organización, el problema es que los ataques antisemitas no se restringen a un grupo reducido de extremistas nazis o neofascistas, sino que en España han sobrevivido incluso en la cultura popular prejuicios medievales que siguen manteniendo vivo un odio cerril hacia el judío, aunque no sea de una forma explícita o adopte formas encubiertas. El ejemplo más claro e ignominioso es el de ciertas celebraciones populares vinculadas a los llamados libelos de sangre medievales."La Iglesia católica mantiene cultos antijudíos con la complicidad de las autoridades civiles", apunta Uriel Macias

¿Qué es un libelo de sangre? Se conocen también como calumnias de la sangre y, en rigor, son alegatos antisemitas basados en falsas acusaciones, merced a las cuales se culpa a los judíos de asesinar a niños cristianos (u otros gentiles) para servirse de su sangre en rituales, normalmente, en la festividad de Pésaj, en la que los judíos conmemoran la liberación de los hebreos del yugo egipcio. Estas calumnias legendarias y las historias estereotipadas que intentan apuntalarlas tienen su origen en la Europa bajomedieval.

Los relatos con variantes ahondan en la idea de que un muchacho cristiano es secuestrado y ocultado en una sinagoga o el lóbrego sótano de un prócer judío, hasta que es torturado y sacrificado. Para adornar más el disparate, se acostumbra a añadir que se le sometió a rituales de magia negra o cualquier forma de brutalidad. ¿Es posible que hayan sobrevivido creencias como esas o, peor aún, podría darse el caso de que se conmemorara todavía la supuesta muerte de niños cristianos a manos de judíos perversos, en atención a su dudosa santidad? Sí, en efecto, en España, y más específicamente, en lugares como La Guardia (Toledo) y Zaragoza.

Según el experto en bibliografía judía Uriel Macías, "lo más sorprendente no es que la Iglesia católica siga manteniendo cultos antijudíos, sino que lo haga con la complicidad de las autoridades civiles que aplauden estas barbaridades, y eso incluye desde las corporaciones locales de los pueblos donde se mantienen vivas las calumnias, hasta el Gobierno de España o la Corona". Las más obviamente antisemitas y pujantes son las asociadas al Santo Niño de la Guardia y Santo Dominguito del Val. "Cada caso es diferente. El de Toledo fue montado por la Inquisición española. Yo sospecho que para preparar el terreno a la expulsión de los judíos", asegura Macías, quien es autor del libro Libros antijudíos en una España sin judíos.

La leyenda hagiográfica del Santo Niño de La Guardia se desarrolló y tomó su forma definitiva en el Siglo XVI, partiendo de un presunto caso de asesinato ritual acaecido en la década de 1480 del que se acusó a varios judíos y judeoconversos. Nadie denunció la desaparición de un niño. Tampoco apareció cadáver alguno, pero a pesar de ello, la Inquisición procesó y quemó a todos los inocentes judíos a los que inculpó por un crimen nunca acaecido y que, como señala Macías, dio un empujón definitivo al decreto de expulsión que se promulgó en marzo de 1492. Tanto Quevedo como Lope de Vega escribieron sobre el niño, lo que da idea de la raigambre de los prejuicios antisemitas españoles.

Grabado del siglo XVIII del martirio del Niño de la Guardia. — Wikipedia

Todavía a día de hoy, La Guardia celebra sus fiestas patronales en honor al Santo Niño entre el 14 y 22 de septiembre. Lo que causa más perplejidad aún es que la conmemoración sigan publicitándose trayendo a colación y rememorando la calumnia original, y todo ello, con las bendiciones de la Administración civil local, autonómica y estatal.
Extendiendo el odio antisemita


Lo que es incluso peor es que las celebraciones siguen publicitándose trayendo de nuevo a colación "un crimen horroroso" atribuido a los "perversos judíos", sin precisar siquiera su carácter legendario y reforzando, de ese modo, la versión más rancia, medieval y retorcida de la leyenda negra. Muchos son todavía los que dan por verdaderos los supuestos sucesos acaecidos al "niño mártir". En las redes pueden hallarse comentarios de arzobispos sobre la devoción al mártir. "En efecto, cuentan la historia tal cual", dice Macías. "Tienen una ermita a las afueras del pueblo donde se venera al niño como un santo, esté o no reconocido oficialmente en el santoral del Vaticano. En su interior, venden folletos por tres o cuatro euros donde se narra la historia antijudía. El Ayuntamiento publica el clásico programa lleno de publicidad donde te encuentras felicitaciones del alcalde de La Guardia, el presidente de turno de Castilla-La Mancha, el presidente español y el rey de turno".

El experto en bibliografía judía Uriel Macías llama igualmente la atención sobre el hecho de que todos los libelos de sangre mantengan una estructura narrativa semejante. "En realidad, lo de "libelo de sangre" es una denominación importada de Inglaterra. Aquí, en España, los llamamos "calumnias o acusaciones de crimen ritual". Sistemáticamente, se acusa a un judío de secuestrar a un niño cristiano con el objetivo de asesinarle. A partir de ahí, surgen variantes. Hay casos muy curiosos como el de Santo Dominguito del Val de Zaragoza que sigue siendo el patrón de los niños de coro y los monaguillos. Digo que es de los más raros porque la calumnia narra un supuesto episodio acaecido en el siglo XIII del que no hay ningún rastro. Es decir, la calumnia se fabricó en el siglo XVI pero se situó temporalmente trescientos años antes".

Dominguito de Val o del Val (1243-1250) es tenido por un santo católico y también por el protagonista del primer libelo de sangre de la historia de España. La tradición antisemita sugiere que había sido monaguillo de La Seo (catedral de Zaragoza) y tras desaparecer el 31 de agosto de 1250, parte de su cadáver fue hallado mutilado a orillas del río Ebro. Se da por cierto que la Iglesia fabricó el suceso trescientos treinta y tres años después del supuesto hecho para apoyar la santificación del mártir. Con tal fin, copiaron el caso del niño Hugo de Lincoln.

Imagen de las pintadas de los nazis en el pueblo Castrillo Mota de Judios. — Lorenzo Rodriguez

Al igual que en La Guardia, la celebración se publicita narrando la leyenda como un hecho histórico incontrovertible y demostrado, de acuerdo al cual un malvado judío llamado Albayuceto condujo al niño a la judería de la ciudad, donde fue torturado por un grupo de hebreos. Existe una capilla dedicada a él en la Seo de Zaragoza y en las fiestas del Pilar, se le dedica una carroza donde se muestra su martirio durante el llamado rosario del cristal.

"Existen un montón de celebraciones en España como las asociadas a los cristos salvadores de Balaguer o Valencia que en algún punto partieron de una leyenda antijudía", asegura Macías. "Pero, en general, ya no hacen mención a ese relato antisemita que les dio origen. Hay asimismo otras leyendas relacionadas con acusaciones de profanaciones que también siguen vivas. En Segovia, se celebra una fiesta llamada 'La Catorcena', vinculada a la supuesta profanación de una hostia consagrada". Existe un cuadro de Vicente Cutanda, "El Milagro de la Eucaristía", donde se describe lo ocurrido y que aún cuelga de la entrada de la Iglesia del Corpus Christi de Segovia. Curiosamente, este templo hoy en manos de las clarisas fue una antigua sinagoga.

Sunday, 31 October 2021

LOS EJÉRCITOS SECRETOS DE LA OTAN (VIII) La guerra secreta en España

La guerra secreta en España
por Daniele Ganser

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, Washington y Londres, que no habían tenido el menor escrúpulo en permitir que el general Franco acabara con la República Española, tampoco tuvieron el menor reparo en establecer una alianza con el Caudillo. Madrid se convirtió en la base de retaguardia de diversas organizaciones criminales y en Las Palmas incluso se abrió un centro de entrenamiento para la guerra secreta. Como la dictadura franquista se mantenía en el poder únicamente gracias al apoyo de los anglosajones, todos los miembros de su gobierno provenían del Gladio. Al morir el Caudillo, la condición previa del tránsito hacia la democracia fue que se mantuvieran las bases militares estadounidenses en España y que el país se incorporara a la OTAN. El Gladio pasó entonces a la clandestinidad, sin abandonar por el poder.

RED VOLTAIRE | BASILEA (SUIZA) | 15 DE JUNIO DE 2011

FRANÇAIS

Este artículo es la continuación de:
1. «Cuando el juez Felice Casson reveló la existencia del Gladio…»
2. «Cuando se descubrió el Gladio en los Estados europeos…»
3. «Gladio: Por qué la OTAN, la CIA y el MI6 siguen negando»
4. «Las cloacas de Su Majestad»
5. « La guerra secreta, principal actividad de la política exterior de Washington »
6. « La guerra secreta en Italia »
7. « La guerra secreta en Francia »


El Fuhrer Adolfo Hitler y el Caudillo Francisco Franco.

En el caso de España, la guerra de la derecha contra la izquierda y los comunistas no se desarrolló en forma de guerra secreta. Fue una guerra abierta y brutal que duró 3 años y dejó 600 000 víctimas en total, tantas como la Guerra de Secesión en Estados Unidos. El historiador Víctor Kiernan observa con bastante agudeza que un «ejército, supuestamente encargado de garantizar la seguridad de la nación, puede comportarse a veces como un perro guardián que muerde a la gente que debería proteger». Pudiera pensarse que ese análisis se inspira en los ejércitos secretos stay-behind. Con esa frase. Kiernan describía sin embargo el principio de la Guerra Civil española, que comenzó el 17 de julio de 1936, cuando un pequeño grupo de militares conspiradores trataron de tomar el poder. Cierto es que «los generales españoles tienen, al igual que sus primos de Sudamérica, la mala costumbre de meterse en política» [1].

El golpe de Estado militar del general Franco y sus cómplices se produjo después de que la izquierda reformadora de Manuel Azada ganara las elecciones del 16 de febrero de 1936 y aplicara numerosos programas a favor de las capas más desfavorecidas de la sociedad. Para la poderosa y mal controlada casta militar española, España estaba entonces a punto de caer en manos de los socialistas, los comunistas, los anarquistas y otros izquierdistas anticlericales. Muchos, en las filas del ejército español, estaban convencidos de que tenían que salvar el país de la amenaza roja del comunismo que provocaba purgas y asesinatos masivos en la URSS de Stalin. Algunos historiadores, entre ellos el propio Kiernan, son menos indulgentes cuando analizan las causas de la guerra de España. Estiman que «los culpables no podían estar más a la vista (…) El caso de España es muy sencillo. Un gobierno democráticamente electo fue derrocado por el ejército. No era difícil tomar partido. De un lado, los pobres. Del otro, los fascistas, los poderosos, los grandes terratenientes y la Iglesia.» [2]

En Grecia, el putsch de 1967 permitió a los militares tomar el poder en menos de 24 horas. Pero en la España de 1936, la oposición de la población civil española fue tan masiva que la República luchó por espacio de 3 años antes de que Franco lograra instaurar la dictadura militar. La lucha fue larga e intensa, no sólo porque numerosos ciudadanos tomaron las armas contra el ejército sino también porque 12 Brigadas Internacionales se formaron espontáneamente para respaldar la resistencia republicana contra Franco. Hecho único en la historia mundial, jóvenes idealistas, hombres y mujeres, provenientes de más de 50 países, se incorporaron voluntariamente a las Brigadas Internacionales, que reunieron finalmente entre 30 000 y 40 000 miembros. La mayor parte eran obreros, pero había también profesores, enfermeras, estudiantes y poetas que iban a luchar por España. «Era realmente muy importante estar allí, en aquel momento histórico, y ayudar. Realmente fueron los años más importantes de mi vida», comenta, 60 años más tarde, Thora Craig, una enfermera británica nacida 1910. Robert James Peters, nacido en 1914, yesista de profesión, declaró: «Si alguna vez hice algo útil en mi vida, seguramente fue aquello.» [3]

Miembros de las Brigadas Internacionales (en este caso, de la Brigada Lincoln).

A pesar del apoyo de las Brigadas Internacionales, los socialistas y comunistas españoles no lograron impedir el golpe de Estado de Franco ya que este último tuvo el respaldo de Mussolini y de Hitler, además de beneficiarse con la decisión de no intervenir que tomaron los gobiernos de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos. Estimando que el comunismo español era para ellos más peligroso que un dictador fascista, los mencionados gobiernos asistieron impávidos a la muerte de la República Española. En el contexto de los primeros momentos de la Segunda Guerra Mundial, mucho se escribió sobre el fracaso de los primeros ministros del Reino Unido y Francia –Chamberlain y Daladier– en detener a Hitler y Mussolini en septiembre de 1938. Pero hubo bastante menos comentarios sobre el silencioso respaldo de Londres y París al anticomunismo italiano y alemán. Mientras la Unión Soviética armaba a los defensores de la República española, Hitler y Mussolini enviaron a España más de 90 000 soldados armados y entrenados. La aviación alemana fue además responsable de verdaderas masacres, como el bombardeo contra la aldea de Guernica, inmortalizado por Picasso. Como resultado, el gobierno británico enterró definitivamente la República Española, el 27 de febrero de 1939, al otorgar su definitivo reconocimiento al régimen de Franco. Al garantizar la neutralidad de España en la futura guerra, Hitler y Mussolini garantizaban también la seguridad de su flanco oeste. Mientras la lucha contra el comunismo seguía desarrollándose a escala europea con los repetidos intentos hitlerianos de invasión contra la Unión Soviética –intentos fracasados, pero al precio de un considerable número de víctimas–, el dictador Franco devolvió el favor a las potencias del Eje enviando su División Azul a Rusia a luchar junto a la Wehrmacht.

El general Francisco Franco (al centro) con el general Emilio Mola (a la derecha).

Después de la Segunda Guerra Mundial, los enemigos comunistas internos en Europa Occidental eran comúnmente llamados «Quintas Columnas». Aquel término había sido utilizado originariamente para designar los ejércitos secretos fascistas durante la guerra civil española y el primero en utilizarlo fue el general franquista Emilio Mola. Como en octubre de 1936 –3 meses después del golpe de Estado de Franco– Madrid seguía en manos de los republicanos y de las Brigadas Internacionales, Franco ordenó a Mola tomar la capital combinando la astucia y la fuerza bruta. Horas antes del asalto, en una manipulación que se hizo legendaria, Mola anunció a la prensa que disponía de 4 columnas, en espera fuera de la ciudad, y que una «quinta columna» de partidarios de Franco ya se encontraba dentro de Madrid. Al no portar uniformes ni insignias y ser así capaces de moverse sin problemas entre los enemigos de Franco, los miembros de aquella «quinta columna» infiltrada eran, según Mola, los más temibles de todos sus combatientes.

Aquella estrategia resultó eficaz ya que sembró el miedo y la confusión entre los comunistas y los socialistas que defendían Madrid. «La policía emprendió en la noche de ayer un registro sistemático en todos los inmuebles de Madrid en busca de rebeldes [franquistas]», reportó el New York Times al día siguiente de la declaración de Mola. Aquellas órdenes eran resultado «aparentemente de un reciente anuncio del general Emilio Mola a través de la emisora radial de los rebeldes. Afirmó que contaba con 4 columnas de tropas posicionadas fuera de la ciudad y con una quinta columna que esperaba la entrada [de las anteriores], escondida dentro de la capital.» [4] A pesar de que el asalto dirigido por el general Mola resultó en definitiva un fracaso, el temor a la famosa quinta columna de hombres de la extrema derecha persistió a lo largo de toda la guerra. Mike Economides, un comandante chipriota de las Brigadas Internacionales, acostumbraba a informarle a los nuevos reclutas que la guerra de España se estaba librando en dos frentes, con «el enemigo delante y la quinta columna detrás» [5].

El término «quinta columna» sobrevivió a la guerra civil española y sirvió desde entonces para designar a los ejércitos secretos o grupos subversivos armados que operan clandestinamente dentro de la zona de influencia de su enemigo. Durante la Segunda Guerra Mundial, Hitler creó quintas columnas nazis encargadas de preparar el terreno, en Noruega y en otros países, para facilitar la invasión por parte del ejército regular alemán. Después de derrotar a Alemania, el bloque occidental y la OTAN se adueñaron de la expresión y la adaptaron al contexto de la guerra fría. El término «quinta columna» se empleó entonces para designar los ejércitos secretos comunistas. Muy pronto los especialistas en operaciones de guerra clandestina denunciaron «la rapidez del “mundo libre” en permitir que proliferaran en su territorio las quintas columnas comunistas» [6]. No fue hasta 1990 que finalmente se supo que probablemente la mayor red de quintas columnas de la historia era la red stay-behind de la OTAN.

Franco gobernó España con mano de hierro. Desde 1936 hasta su muerte, en 1975, no se organizó ni una elección libre en España. Entre los arrestos arbitrarios, los simulacros de juicios, la tortura y los asesinatos, era mínimo el peligro de que los comunistas o los socialistas lograran ganar influencia. Es por ello que al ser interrogado sobre la existencia de Gladio en España, Calvo-Sotelo, quien había sido primer ministro entre febrero de 1981 y diciembre de 1982, respondió con una mezcla de ironía y amargura que bajo la dictadura de Franco «Gladio era el gobierno». Alberto Oliart, ministro de Defensa del gobierno de Calvo-Sotelo, hizo una observación similar al calificar de «pueril» el hecho de preguntarse si la España franquista también había tenido un ejército secreto de extrema derecha ya que «aquí, Gladio era el gobierno» [7].

En el contexto de la guerra fría, Washington no se alió inmediatamente al criminal Franco. Por el contrario, después de las muertes de Hitler y de Mussolini, algunos elementos de la OSS estimaban que la siguiente etapa de la lucha antifascista era lógicamente el derrocamiento del Caudillo. Fue así que, en 1947, precisamente en momentos en que acababa de crearse la CIA, la OSS emprendió la «Operación Banana». Anarquistas catalanes recibieron entonces ciertas cantidades de armas y desembarcaron en las costas españolas con el objetivo de derrocar el régimen franquista. Parece, sin embargo, que no hubo entre los anglosajones un verdadero consenso en cuanto a la necesidad política de deshacerse de Franco, a quien algunos, en Londres y Washington, veían más bien como una importante carta de triunfo. Finalmente, el MI6 británico acabo informando a los servicios secretos españoles sobre la existencia de la Operación Banana. Los rebeldes fueron arrestados y fracasó así el «contragolpe de Estado» [8].

"Some elements of the OSS considered that the next stage of the anti-fascist struggle was logically the overthrow of the Caudillo. Thus, in 1947, precisely at a time when the CIA had just been created, the OSS launched "Operation Banana." Catalan anarchists then received certain amounts of weapons and landed on the Spanish coast with the aim of overthrowing the Franco regime. It seems, however, that there was no real consensus among the Anglo-Saxons as to the political need to get rid of Franco, whom some in London and Washington saw rather as an important trump card. Finally, the British MI6 ended up informing the Spanish secret services about the existence of Operation Banana. The rebels were arrested and thus the "counter-coup d'état" failed."
El almirante español Carrero Blanco, miembro del Opus Dei y oficial de enlace de Gladio, presta juramento sobre la Biblia ante el Caudillo Franco junto a su gobierno.

En 1953, Franco consolidó su posición en la escena internacional al firmar con Washington un pacto que permitía a Estados Unidos el despliegue de misiles, tropas, aviones y antenas SIGINT (Signals Intelligence) en territorio español. En reciprocidad, Estados Unidos sacó a España de su aislamiento internacional convirtiéndola en 1955, a pesar de la oposición de muchos países, comenzando por la Unión Soviética, en miembro de la Organización de Naciones Unidas. Como muestra de respaldo a la «muralla contra el comunismo» que era España, el secretario de Estado John Foster Dulles, hermano del director de la CIA Allen Dulles, se reunió con Franco en diciembre de 1957 y el hombre de confianza del Caudillo, Carrero Blanco, puso especial cuidado en cultivar las relaciones entre la dictadura española y la CIA. A fines de los años 1950, «las relaciones se habían fortalecido, convirtiendo el aparato de inteligencia de Franco en uno de los mejores aliados de la CIA en Europa» [9].

Al igual que los dictadores de Latinoamérica, Franco se había convertido en un aliado de Washington.
Tras las bien cerradas puertas de una oficina de enlace político situada en los pisos superiores de la embajada de Estados Unidos en Madrid, el jefe de la estación local de la CIA y su equipo de acción clandestina seguían de cerca la vida política española y la moldeaban. Siguiendo el comportamiento típico de los oligarcas, Franco se enriqueció y garantizó su control sobre el poder instaurando una jerarquía basada en los privilegios y la corrupción. Autorizaba la obtención de enormes beneficios provenientes de negocios sucios a sus más cercanos colaboradores, quienes a su vez beneficiaban a sus propios subordinados, y así sucesivamente… Toda la estructura del poder militar tenía que contar con la aprobación del Caudillo y dependía de él para sobrevivir [10].

En ese contexto, el ejército y los servicios secretos españoles prosperaron fuera de todo control y se dedicaron al tráfico de armas y de estupefacientes, así como al terrorismo en la misma escala que al contraterrorismo. La dictadura de Franco no disponía de uno sino de 3 ministerios de Defensa: uno para las fuerzas terrestres, otro para la fuerza aérea y otro más para la marina de guerra. Cada uno de aquellos 3 ministerios tenía su propio servicio de inteligencia: Segunda Sección Bis para el ejército terrestre, Segunda Sección Bis para la fuerza aérea y el Servicio de Información Naval (SEIN) para la marina de guerra. El Estado Mayor español (Alto Estado Mayor, AEM), dirigido por el propio Franco, tenía además su propio servicio secreto, el SIAEM (Servicio de Información del Alto Estado Mayor). Coronando todo ese conjunto, el ministerio del Interior dirigía también dos servicios: la Dirección General de Seguridad (DGS) y la Guardia Civil [11].

En 1990 se descubrió que agentes de los servicios secretos españoles habían codirigido, junto a la CIA, una célula del Gladio español en Las Palmas, Islas Canarias. La base fue construida al parecer en 1948 y estuvo operando durante los años 1960 y 1970. Agentes del servicio de inteligencia de las fuerzas terrestres parecen haber estado profundamente implicados en la red secreta stay-behind. André Moyen, quien fue miembro del SDRA, la inteligencia militar belga, de 1938 a 1952, afirmó que la Segunda Bis estaba siempre «muy bien informada sobre el Gladio» [12]. El historiador francés Roger Faligot confirmó las declaraciones de Mouen y subrayó que, en los años 1950, el ejército secreto español había estado bajo la dirección del cónsul de los Países Bajos Herman Laatsman, quien era «muy amigo, al igual que su esposa, de André Moyen» [13]. Una segunda confirmación llegó de Italia, donde el coronel Alberto Vollo declaró en 1990 que «en los años 1960 y 1970 existía efectivamente en Las Palmas, Islas Canarias, un centro de entrenamiento del Gladio dirigido por instructores americanos. En el mismo lugar había también instalaciones SIGINT americanas.» [14]

André Moyen aceptó responder a las preguntas del diario comunista belga Drapeau Rouge. En momentos en que la guerra fría estaba llegando a su fin, Moyen confirmó así a sus antiguos enemigos que, durante años de servicio activo, él mismo había participado directamente en la Operación Gladio y en misiones secretas contra los partidos comunistas de numerosos países. Contó este ex agente lo mucho que le había sorprendido que los servicios secretos españoles no fuesen objeto de una investigación más profunda ya que él sabía de fuentes fidedignas que dichos servicios habían desempeñado «un papel crucial en el reclutamiento de los agentes del Gladio» [15]. Según el testimonio de Moyen, en septiembre de 1945, el ministro belga del Interior Vleeschauwer lo había enviado a una reunión con el ministro del Interior italiano Mario Scelba, con la misión de elaborar estrategias destinadas a impedir que los comunistas lograran llegar al poder. Más tarde, Francia había mostrado el mismo interés y el ministro francés del Interior Jules Moch había puesta a Moyen en contacto con el director del SDECE, Henri Ribiere. El ex agente del SDRA afirmó haberse reunido también, en los años 1950 y con la mayor discreción, con altos militares de la neutral Suiza [16].

Declaró Moyen que sus primeros contactos con la rama española de la red Gladio databan de octubre de 1948, época en que «una célula de la red operaba en Las Palmas», Islas Canarias. Oficialmente, Moyen había sido enviado a Canarias para investigar un fraude vinculado a un combustible enviado por vía marítima desde Bélgica hacia el Congo vía las Islas Canarias. Según el testimonio de Moyen «El fraude beneficiaba a los representantes de las más altas autoridades españolas y nosotros descubrimos además un importante tráfico de drogas». Cuando Bélgica reveló la existencia de aquel tráfico, el dictador Franco envió «dos agentes de la Segunda Bis» del Estado Mayor encargados de ayudar en la investigación. «Aquellos hombres estaban muy bien informados, fueron de gran ayuda para mí», recuerda Moyen. «Hablábamos de montones de cosas y tuve la oportunidad de comprobar que estaban muy al corriente de la red Gladio» [17].

En 1968, Franco tuvo también que hacer frente al movimiento internacional de protesta de los estudiantes. Por temor a la aparición de manifestaciones masivas, el ministro de Educación de España pidió al jefe del SIAEM, el general Marcos, que organizara operaciones secretas contra las universidades. En 1968, el almirante Carrero Blanco, muy cercano a la CIA, creó en el seno del SIAEM una nueva unidad especial de guerra secreta bautizada como OCN cuyo blanco eran los estudiantes, los profesores y el movimiento revolucionario social en su conjunto. Después de varias operaciones exitosas, Carrero Blanco decidió, en marzo de 1972, convertir la subdivisión OCN del SIAEM en un nuevo servicio secreto denominado SECED (Servicio Central de Documentación de la Presidencia del Gobierno), servicio que puso bajo el mando de José Ignacio San Martín López, quien ya dirigía la OCN desde 1968 [18]. Según el autor especializado en el Gladio Pietro Cedomi, el SECED mantenía estrechos vínculos con el ejército stay-behind español, numerosos agentes eran miembros de ambas organizaciones a la vez, y el ejército secreto participó en la represión desencadenada contra los estudiantes y los profesores opositores [19].

El teniente coronel SS Otto Skorzeny adquirió toda una reputación de especialista en operaciones comando durante la Segunda Guerra Mundial. Su logro más importante fue la organización del rescate de Benito Mussolini, la Operación Eiche. Durante la guerra fría, Skorzeny creó la empresa de mercenarios Paladin Group, basada en España. Realiza entonces operaciones secretas para el Gladio y para otros clientes, como los coroneles griegos, el régimen sudafricano del apartheid, el coronel Kadhafi y el SDECE francés de Jacques Foccart. Trabaja también para transnacionales como Cadbury Schweppes y Rheinmetall.

Durante la guerra fría, la dictadura de Franco dio refugio a numerosos terroristas de extrema derecha que habían participado en la guerra secreta contra el comunismo en Europa Occidental. En enero de 1984, el extremista italiano Marco Pozzan, miembro de la organización Ordine Nuovo, reveló al juez Felice Casson, el magistrado que descubrió la existencia de los ejércitos secretos, que una verdadera colonia de fascistas italianos se había establecido en España durante los últimos años del régimen franquista. Más de 100 conspiradores habían huido de Italia después del fracaso del golpe de Estado neofascista del príncipe Valerio Borghese, en diciembre de 1970. Los partidarios de la extrema derecha, incluyendo al propio Borghese así como a Carlo Cicuttini y Mario Ricci, se habían reagrupado en España bajo la dirección del notorio terrorista internacional Stefano Delle Chiaie, cuyos hombres habían ocupado el ministerio italiano del Interior durante el fallido golpe de Estado.

En España, Delle Chiaie se vinculó a los fascistas de otros países europeos, como el ex nazi Otto Skorzeny; el ex oficial francés, miembro de la OAS y cercano al Gladio Yves Guerain-Serac y el director de Aginter Press, agencia de prensa ficticia basada en Portugal que servía de pantalla para la CIA. Los servicios secretos de Franco empleaban a Skorzeny como «consultor en seguridad» y contrataron a Delle Chiaie para perseguir a los opositores de Franco en España y en el exterior. Delle Chiaie organizó un millar de operaciones sangrientas, entre las que se cuentan unos 50 asesinatos. La guerra secreta en España consistió esencialmente en asesinatos y la realización de actos de terrorismo. Los miembros del ejército secreto de Delle Chiaie, como Aldo Tisei, confesaron posteriormente ante magistrados italianos que durante su exilio en España habían perseguido y asesinado militantes antifascistas españoles por encargo de los servicios secretos de España [20].

Stefano Delle Chiaie, fundador de Avanguardia Nazionale, miembro de la logia Propaganda Due (P2), dirigente de la World Anti-Communist League. Perpetró numerosos asesinatos y torturas en el marco de la Operación Cóndor en Argentina, Bolivia y Chile.

Marco Pozzan, quien huyó de España a principios de los años 1970, reveló que «Caccola», como apodaban a Delle Chiaie, recibía muy buena paga por los servicios que prestaba en España. «Hacía viajes muy costosos, siempre en avión, incluyendo vuelos transatlánticos. Caccola recibía casi siempre el dinero de los servicios secretos y de la policía española.» Entre los blancos del fascista se hallaban los terroristas de ETA (Euskadi Ta Askatasuna) que luchaban por la independencia del país vasco. Por orden de Caccola, agentes subversivos se infiltraron en las células de ETA y entre sus simpatizantes. «Sabemos que Caccola y sus hombres actuaron contra los autonomistas vascos por orden de la policía española», recordó Pozzan. «Yo recuerdo que durante una manifestación en Montejurra, Caccola y su unidad organizaron una batalla entre dos movimientos políticos opuestos. Para que no se pudiera acusar a la policía española de intervenciones violentas injustificadas, Caccola y su unidad tenían que provocar e instaurar el desorden. Aquel día incluso hubo varios muertos. Fue en 1976.» [21]

En 1975, después del fallecimiento de Franco, Delle Chiaie comprendió que España había dejado de ser un lugar seguro y se fue a Chile. Allí lo reclutó Pinochet, el dictador chileno aupado por la CIA. En el marco de la Operación Cóndor, Pinochet le ordenó perseguir y matar a los opositores chilenos en todo el continente latinoamericano. Caccola se fue después a Bolivia, donde formó escuadrones de la muerte y desencadenó nuevamente una «violencia sin límites». Nacido en 1936, Stefano Delle Chiaie sigue siendo hoy el más conocido de los terroristas miembros de los ejércitos secretos que combatieron el comunismo en Europa y en el mundo durante la guerra fría. Este fascista fue la pesadilla de los movimientos de izquierda del mundo entero, pero después de su huida de España prácticamente no volvió más al Viejo Continente, excepto en 1980, cuando la policía italiana sospecha que volvió a su país natal para perpetrar el atentado de la estación de Bolonia. El 27 de marzo de 1987 este intocable mercenario fue finalmente arrestado en Caracas por los servicios secretos venezolanos, a los 51 años. En sólo pocas horas, agentes de los servicios secretos italianos y de la CIA llegaron a Caracas. Caccola no expresó ningún remordimiento, pero señaló en pocas palabras que muchos gobiernos lo habían protegido durante su guerra contra la izquierda a cambio de que él ejecutara para ellos ciertas misiones: «Hubo atentados. Eso es un hecho. Los servicios secretos enmascararon las pistas. Eso es otro hecho.» [22]

El 20 de diciembre de 1973, los nacionalistas vascos de ETA ejecutaron al almirante Carrero Blanco. Su automóvil blindado Dodge Dart GT 3700 activó una mina que lo lanzó a 35 metros de altura. Carrero Blanco murió a causa del impacto provocado por el aplastamiento del vehículo.

En junio de 1973, sintiendo la proximidad de su propio fin, Franco había nombrado primer ministro a Carrero Blanco, su oficial de enlace con la CIA y gran arquitecto de sus servicios secretos. Pero la mayoría de la población odiaba a Carrero Blanco, debido a sus métodos brutales, y este murió en diciembre del mismo año cuando su automóvil hizo estallar una mina de ETA. Considerada hasta aquel momento como «folklórica», la organización terrorista franco-española ETA se convirtió entonces, como resultado del asesinato del primer ministro español, en un peligroso enemigo del Estado.

Después de la muerte de Franco, el 20 de noviembre de 1975, la transformación del aparato español de seguridad resultó difícil. El SECED (Servicio Central de Documentación de la Defensa), que era el más conocido de los servicios secretos de España, fue rebautizado como CESID (Centro Superior de Información de la Defensa). Su primer director, el general José María Burgón López-Doriga, se ocupó sin embargo de que el nuevo órgano se conformara esencialmente con ex agentes del SECED. De esa manera, la guerra secreta desatada con la complicidad de los extremistas italianos podía continuar, como subrayó la prensa en 1990, cuando se descubrió la existencia de los ejércitos secretos: «Hace una semana, el diario español El País descubrió el último vínculo conocido entre España y la red secreta. Carlo Cicuttini, cercano del Gladio, participó activamente en el atentado de la estación de Atocha, en Madrid, en enero de 1977.» «Después vino el ataque de un comando de extrema derecha contra la oficina de un abogado cercano al partido comunista, [atentado] que dejó 5 muertos. El hecho provocó pánico, (…) porque se temía que fuera el comienzo de una nueva serie de atentados tendientes a obstaculizar el proceso de transición democrática en España.» [23]

El guerrero de la sombra de extrema derecha Cicuttini había huido a España en un avión militar después del atentado dinamitero de Peteano, en 1972. Fue precisamente al investigar ese atentado años después que el juez Felice Casson logró llegar hasta el terrorista de extrema derecha Vincenzo Vinciguerra y el ejército secreto, lo cual llevó al descubrimiento de la red europea Gladio. En España, Cicuttini se había puesto al servicio de la guerra secreta de Franco quien, en pago, lo protegía de la justicia italiana. En 1987, esta última lo condenó a cadena perpetua por su participación en el atentado de Peteano. Sin embargo, como síntoma de la persistente influencia que su aparato militar seguía ejerciendo por debajo de la mesa, la España ya convertida en democracia se negó a entregarlo a las autoridades italianas alegando que, al casarse con la hija de un general español, Cicuttini se había convertido en ciudadano español. No fue hasta abril de 1998, a la edad de 50 años, que el terrorista fue finalmente arrestado en Francia y extraditado a Italia [24].

Como todos los ejércitos secretos de Europa Occidental, la red anticomunista española se mantenía sistemáticamente en estrecho contacto con la OTAN. En 1990, al estallar el escándalo, el general italiano Gerardo Serravalle, quien dirigió el Gladio en su país desde 1971 hasta 1974, escribió un libro sobre la rama italiana del ejército secreto de la OTAN [25]. Serravalle contaba en dicho libro que, en 1973, los responsables de los ejércitos secretos de la alianza atlántica se habían reunido en el CPC, en Bruselas, en el marco de un encuentro extraordinario para discutir la admisión de la España franquista en el seno del Comité. Los servicios secretos militares franceses y la muy influyente CIA defendieron al parecer la admisión de la red española mientras que Italia, representada por Serravalle, se opuso porque se sabía que la red española estaba protegiendo en aquella época a varios terroristas italianos. «Nuestras autoridades políticas se hubieran visto en una situación especialmente delicada ante el Parlamento», escribe el general en su libro, de haberse sabido no sólo que Italia mantenía un ejército secreto sino que, además, colaboraba estrechamente con la red clandestina española que albergaba y protegía a terroristas italianos. Por lo tanto, España no fue admitida oficialmente en el CPC [26].

En una segunda reunión del CPC, esta vez en París, los representantes de los servicios secretos de Franco estuvieron nuevamente presentes. Aseguraron que España merecía integrar el centro de comando del Gladio ya que hacía mucho que había autorizado a Estados Unidos el estacionamiento de sus misiles nucleares en territorio español y la entrada de los navíos de guerra y los submarinos estadounidenses en puertos españoles sin haber recibido nunca nada a cambio de parte de la OTAN. Teniendo en cuenta la barrera natural que constituyen los Pirineos y la distancia que separaba España de las fronteras de la URSS, es probable que el desarrollo de capacidades de resistencia en caso de ocupación no fuese el principal objetivo de los agentes de los servicios secretos españoles presentes en aquella reunión. Es más probable que su objetivo fuera disponer de una red secreta operativa para luchar contra los socialistas y los comunistas españoles. «En cada reunión hay una “hora de la verdad”. Sólo hay que esperarla», explica Serravalle. «Es el momento en que los delegados de los servicios secretos, relajados ante una botella o una taza de café, están más dispuestos a hablar con franqueza. En París, aquel momento llegó durante la pausa del café. Me acerqué a uno de los representantes españoles y empecé por decirle que su gobierno quizás había sobrestimado la envergadura de la amenaza comunista proveniente del este. Yo quería provocarlo. Pareció muy sorprendido y reconoció que España tenía un problema con los comunistas (“los rojos”). Por fin sabíamos la verdad.» [27]

España se convirtió oficialmente en miembro de la OTAN en 1982. Pero el general italiano Serravalle reveló que contactos no oficiales habían tenido lugar mucho antes de esa fecha. Según Serravalle, España «no entró por la puerta sino por la ventana». Por invitación de Estados Unidos, el ejército secreto español había participado, por ejemplo, en un ejercicio stay-behind bajo el mando de las fuerzas estadounidenses realizado en Baviera, en marzo de 1973 [28]. Parece además que el Gladio español también formó parte, bajo el nombre codificado de «Red Quantum», del segundo órgano de mando en el seno de la OTAN, el CC. «Cuando España se integró a la OTAN en 1982, su estructura stay-behind cercana al CESID (Centro Superior de Información de la Defensa), sucesora del SECED, se incorporó al ACC», precisó Pietro Cedoni, autor especializado en Gladio. «Eso provocó conflictos en el seno del Comité. Los italianos del SISMI [los servicios secretos militares de Italia] acusaban esencialmente a los españoles de respaldar indirectamente a los neofascistas italianos a través de su red stay-behind “Red Quantum”.» [29]

No es posible afirmar con certeza que los socialistas españoles del primer ministro Felipe González, quien llegó al poder en 1982, conocían aquel programa de colaboración con la OTAN. El nuevo gobierno democrático se mostraba, en efecto, especialmente desconfiado hacia el CESID, que dirigía el coronel Emilio Alonso Manglano y sobre el que no tenían prácticamente ningún control. En agosto de 1983 se supo que agentes del CESID escuchaban clandestinamente las conversaciones de los ministros socialistas desde los sótanos de la sede del gobierno. A pesar del escándalo que aquello provocó, Manglano logró conservar su puesto. En 1986, cuando España fue aceptada en la Comunidad Europea luego de una notable transición democrática, muchos esperaban que el antiguo aparato de los servicios secretos fuera finalmente derrotado y puesto bajo estricto control del gobierno. Pero aquella esperanza, existente también en muchos otros países de Europa Occidental, fue barrida por el descubrimiento de la red de ejércitos stay-behind conocida como Gladio.

Cuando la prensa comenzaba a interesarse de cerca por los ejércitos secretos, a finales de 1990, el diputado comunista español Carlos Carnero sospechó con toda razón que España había sido una de las principales bases del Gladio y que había acogido a neofascistas de numerosos países, quienes gozaron de la protección del aparato estatal franquista. La sospecha de Carlos Carnero fue confirmada por Amadeo Martínez, un ex coronel que había tenido que dejar el ejército español por las cosas que decía y que declaró a la prensa en 1990 que bajo el régimen de Franco España había sido efectivamente base de una estructura tipo Gladio que había realizado, entre otras operaciones dignas de condena, acciones de espionaje contra opositores políticos [30]. La televisión estatal transmitió entonces un reportaje sobre Gladio que confirmaba que agentes de la red habían venido a España a entrenarse bajo la dictadura de Franco. Un oficial italiano familiarizado con los ejércitos secretos testimoniaba que soldados de la red stay-behind de la OTAN se habían entrenado en España desde 1966 –y quizás antes de ese año– hasta mediados de los años 1970. El ex agente afirmaba que él mismo se había entrenado, al igual que 50 de sus compañeros de armas, en la base militar de Las Palmas, Islas Canarias. Según él, la mayoría de los instructores de Gladio eran estadounidenses [31].

Pero era evidente que no todos estaban tan bien informados. Javier Rupérez, primer embajador de España ante la OTAN, de junio de 1982 a febrero de 1983, afirmó a la prensa que nada sabía de Gladio. Rupérez, entonces miembro del conservador Partido Popular y director de la Comisión de Defensa, declaró: «Nunca supe nada sobre ese tema. Yo no tenía la menor idea de las cosas de las que me estoy enterando ahora al leer los periódicos.» Fernando Morán, ministro socialista de Relaciones Exteriores hasta julio de 1985, dijo ante las cámaras que no sabía nada de Gladio: «Nunca durante mis años en el ministerio ni en cualquier otro momento me llegó la menor información, indicación o rumor sobre la existencia de Gladio ni de nada por el estilo.» [32]

El diputado Antonio Romero, miembro del partido opositor Izquierda Unida (IU) se interesó mucho en el misterioso asunto y se puso en contacto con varios ex agentes implicados. Llegó a la convicción de que aquella red secreta también había operado en España y que había «actuado contra militantes comunistas y anarquistas, específicamente entre los mineros de Asturias y los nacionalistas catalanes y vascos» [33]. El 15 de noviembre, Romero pidió por lo tanto al gobierno español del primer ministro socialista Felipe González y al ministro de Defensa Narcís Serra que explicaran con exactitud qué papel había desempeñado España en el marco de la Operación Gladio y los ejércitos stay-behind de la OTAN. Al día siguiente, Felipe González declaró a la prensa que «ni siquiera había pensado» que España pudiese desempeñar algún papel en la Operación Gladio [34]. Pero Romero no se dio por satisfecho con aquella respuesta y formuló entonces 3 preguntas muy precisas. La primera fue: «En su condición de miembro de la alianza [atlántica], ¿tiene el gobierno español intenciones de pedir a la OTAN explicaciones sobre las actividades y la existencia de una red Gladio?» La segunda pregunta también tenía que ver con la OTAN. Romero quería saber si el ejecutivo español pensaba abrir «un debate y una investigación sobre las actividades de Gladio a nivel de los ministros de Defensa, de los ministros de Relaciones Exteriores y de los primeros ministros de los países miembros de la OTAN». Para terminar, el diputado preguntaba si el gobierno español creía posible una traición de la OTAN en la medida en que «ciertos países han operado a través de Gladio sin que se le informara a España en el momento de su entrada al Tratado [en 1982]» [35].

El Caudillo había previsto la restauración de la monarquía para después de su muerte y había escogido al joven Juan Carlos de Borbón y Borbón-Dos Sicilias como futuro rey de España. Pero el régimen se había hecho anacrónico, por lo que Washington decidió favorecer la integración de España a la naciente Unión Europea y obligó al joven rey a dirigir la transición democrática, con la condición de que mantuviera las bases militares estadounidenses y entrara en la OTAN.

Al día siguiente, los diarios españoles anunciaban en primera plana: «Los servicios secretos españoles mantenían estrechos vínculos con la OTAN. [El ministro de Defensa] Serra ordena una investigación sobre la red Gladio en España.» El tema era explosivo para la frágil democracia española. Citando fuentes anónimas, la prensa reveló que «activistas [de Gladio] habían sido reclutados en las filas del ejército y de la extrema derecha». Serra dio muestras de gran incomodidad y en su primera respuesta a los periodistas se apresuró a precisar que «cuando llegamos al poder en 1982 no encontramos nada por el estilo» y agregó que fue así «probablemente porque nos incorporamos a la OTAN muy tarde, cuando disminuía la intensidad de la guerra fría». Serra aseguró además a la prensa que, en respuesta a las preguntas del diputado Romero, él mismo había ordenado la apertura de una investigación de su propio ministerio para sacar a la luz las posibles conexiones entre España y Gladio. Pero fuentes cercanas al gobierno revelaron a los periodistas que la investigación interna estaba más destinada a enmascarar los hechos que a revelarlos ya que el objetivo anunciado era «confirmar que esa organización específica no había operado en España» [36]. Serra, que quería sobre todo enterrar el asunto, había puesto la investigación en manos del CESID, detalle revelador ya que el sospechoso investigaba así su propio crimen.

Así que nadie se sorprendió cuando, el 23 de noviembre de 1990, respondiendo a la solicitud de Romero, Narcís Serra anunció al parlamento español que, según los resultados de la investigación que había realizado el CESID, España nunca había formado parte de la red secreta Gladio «ni antes ni después de la llegada de los socialistas al poder». Prudentemente, el ministro agregó: «Se ha hablado de contactos durante los años 1970, pero resultará muy difícil para los servicios actuales determinar la naturaleza exacta de esos contactos.» Serra, quien adoptaba un discurso cada vez más ambiguo, llamó a los diputados a confiar en su propio «buen sentido» más que en los documentos, los testimonios, los hechos y las cifras disponibles: «Dado que en aquella época España no era miembro de la OTAN, el buen sentido nos sugiere que no puede tratarse de vínculos muy estrechos.» Aquello no fue del agrado de la prensa española, la que replicó que el ministro de Defensa estaba haciendo propaganda o simplemente no conocía ni controlaba su propio ministerio [37].

Romero no juzgó satisfactorias las respuestas de Serra e insistió en que se interrogara al director del CESID de aquella época. «Si el CESID no sabe nada de todo esto, hay que expulsar al general Manglano», concluyó Romero ante los periodistas. En efecto, Manglano no sólo era el jefe del CESID sino también el delegado español ante la OTAN en materia de seguridad. El escándalo alcanzó su punto más álgido cuando, a pesar de los pedidos del parlamento, Manglano simplemente se negó a responder. Furioso, Romero dedujo que era evidente que, en España, «las más altas autoridades militares están implicadas en el caso Gladio» [38].

Leopoldo Calvo-Sotelo (1926-2008), presidente [primer ministro] del gobierno español de 1981 a 1982.

Después de comprobar el fracaso del gobierno de la época en revelar la verdad, la prensa española se volvió hacia el más alto dignatario ya retirado de la joven democracia y le preguntó si sabía algo más sobre aquel misterioso asunto. Como primer ministro desde febrero de 1981 hasta diciembre de 1982, Calvo-Sotelo había nombrado a Manglano a la cabeza del CESID y respondió que Gladio no existía en España: «No tuve conocimiento de que haya existido aquí nada de ese género y puedo asegurarles que yo lo hubiera sabido de ser el caso.» Cuando los periodistas insistieron, recordando que los ejércitos stay-behind habían existido en el mayor secreto en toda Europa Occidental, Calvo-Sotelo se molestó, calificó la red Gladio de «ridícula y criminal» y declaró: «Si me hubiesen informado de una cosa tan descabellada, yo habría reaccionado inmediatamente.» [39]

El ex primer ministro confirmó que cuando España dio sus primeros pasos hacia la democracia, después de la muerte de Franco, hubo temor por la reacción del Partido Comunista Español. Pero «los pobres resultados que obtuvo el PCE en los primeras elecciones y los resultados aún más ridículos que obtuvo en los siguientes escrutinios disiparon nuestros temores». Calvo-Sotelo había sido uno de los principales artífices de la adhesión de España a la OTAN, pero dijo a la prensa que en el momento de unirse a la alianza atlántica, no se había informado por escrito a España de la existencia de una red Gladio clandestina. «No hubo ninguna correspondencia escrita sobre ese tema», dijo Calvo-Sotelo, antes de agregar de forma bastante sibilina: «Y por lo tanto no había tampoco por qué hablar de ello, si hubiese sido el tipo de tema del que se pudiera hablar.» Explicó Calvo-Sotelo que, antes de la firma del Tratado por parte de España en mayo de 1982, él sólo había asistido a algunos encuentros con los representantes de la OTAN y recordó que el PSOE había llegado al poder a finales de aquel mismo año y que él había tenido que dejarle el puesto de primer ministro a Felipe González. Finalmente, las autoridades no ordenaron ni investigación parlamentaria ni presentación de informe público sobre la cuestión del Gladio.

(Continuará…)

Daniele Ganser




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Este artículo es el capítulo 8 del libro Armées secrètes de l’OTAN.
© Version française : éditions Demi-lune (2007).



[1] En su prefacio del libro de Ian Mac Dougall, Voices from the Spanish Civil War. Personal Recollections of Scottish Volunteers in Republican Spain, 1936–1939 (Polygon, Edimburgo, 1986).


[2] Paul Vallely, «Romancing the past: Sixty years ago, thousands of men and women went to fight in the Spanish Civil War. Are there any ideals for which we would take up arms today?», publicado en el diario británico The Independent el 22 de julio de 1996.


[3] Brian Catchcart, «They kept the red flag flying: It is 60 years since General Franco launched his assault on the Spanish Republic and thousands of young Britons joined the International Brigades to defend it. What drove them to leave homes, jobs and families, risking their lives? And what did they find when they returned?», publicado en el semario británico The Independent on Sunday el 21 de julio de 1996.


[4] Diario estadounidense The New York Times, edición del 16 de octubre de 1936.


[5] James Hopkins, Into the Heart of Fire. The British in the Spanish Civil War (Stanford University Press, Stanford, 1998), p.294.


[6] Ejemplo encontrado en el diario británico The New Statesman, edición del 26 de abril de 1958.


[7] «Calvo-Sotelo asegura que España no fue informada, cuando entró en la OTAN, de la existencia de Gladio. Morán sostiene que no oyó hablar de la red clandestina mientras fue ministro de Exteriores», publicado en el diario español El País el 21 de noviembre de 1990.


[8] Roger Faligot y Remi Kaufer, Les Maîtres Espions. Histoire mondiale du renseignement. De la Guerre Froide à nos jours (Robert Laffont, París, 1994), p.282.


[9] Faligot y Kaufer, Espions, p.284.


[10] Ver la interesante biografía de Franco por Paul Preston, The Folly of Appeasement: Franco: A Biography (HarperCollins, Londres, 1993).


[11] Faligot y Kaufer, Espions, p.281–285.


[12] «Calvo-Sotelo asegura que España no fue informada, cuando entró en la OTAN, de la existencia de Gladio. Morán sostiene que no oyó hablar de la red clandestina mientras fue ministro de Exteriores», publicado en el diario español El País el 21 de noviembre de 1990.


[13] Faligot y Kaufer, Espions, p.55.


[14] Angel Luis de la Calle, «Gladio: Ligacoes obscuras em Espanha», publicado en el diario portugués Expresso el 8 de diciembre de 1990.


[15] Josef Manola, «Spaniens Geheimdienste vor der Durchleuchtung. Naehe zu Rechtsradikalen», publicado en el diario alemán Der Standard el 17 de noviembre de 1990.


[16] El juez Cornu, a cargo del expediente Gladio, simplemente afirmó que Moyen no era una fuente fidedigna.


[17] «Calvo-Sotelo asegura que España no fue informada, cuando entró en la OTAN, de la existencia de Gladio. Morán sostiene que no oyó hablar de la red clandestina mientras fue ministro de Exteriores», diario español El País del 21 de noviembre de 1990.


[18] Faligot y Kaufer, Espions, p.285.


[19] Pietro Cedomi, «Services Secrets, Guerre Froide et ‘stay-behind’ Part III. Répertoire des réseaux S/B», publicación belga Fire! Le Magazine de l’Homme d’Action, noviembre/diciembre de 1991, p.83.


[20] Stuart Christie, Martin Lee y Kevin Coogan, «Protected by the West’s Secret Services, Hired by South American’s Drug Barons, the Man they called ‘Shorty’ Terrorised Two Continents.», publicado en el semanario británico News on Sunday Extra el 31 de mayo de 1987. Ver la excelente biografía de Stafano Delle Chiaie por Stuart Christie, Stefano Delle Chiaie (Anarchy Publications, Londres, 1984).


[21] Miguel González, «Un informe oficial italiano implica en el crimen de Atocha al ‘ultra’ Cicuttini, relacionado con Gladio. El fascista fue condenado en el proceso que ha sacado a la luz la estructura secreta de la OTAN», publicado en el diario español El País el 2 de diciembre de 1990.


[22] Senato della Repubblica. Commissione parlamentare d’inchiesta sul terrorismo in Italia e sulle cause della mancata individuazione dei responsabiliy delle stragi : Il terrorismo, le stragi ed il contesto storico politico. Redatta dal presidente della Commissione, Senatore Giovanni Pellegrino. Roma, 1995, p.203.


[23] Angel Luis de la Calle, «Gladio: ligacoes obscuras em Espanha», publicado en el diario portugués Expresso el 8 de diciembre de 1990. Y Miguel Gonzalez, «Un informe oficial italiano implica en el crimen de Atocha al ‘ultra’ Cicuttini, relacionado con Gladio. El fascista fue condenado en el proceso que ha sacado a la luz la estructura secreta de la OTAN», publicado en el diario español El País el 2 de diciembre de 1990.


[24] Agencia de prensa internacional Agence France Presse, 17 de abril de 1998.


[25] Gerardo Serravalle, Gladio (Edizione Associate, Roma, 1991). Otro general italiano que dirigió el ejército Gladio de 1974 a 1986, Paolo Inzirelli, escribió también un libro de homenaje al ejército secreto, Paolo Inzerilli, Gladio. La Verità negata (Edizioni Analisi, Bolonia, 1995).


[26] Serravalle, Gladio, p.81.


[27] Ibid, p.82.


[28] Ibid, p.82.


[29] Pietro Cedomi, «Services Secrets, Guerre Froide et ‘stay-behind’ 3e Partie. Répertoire des réseaux S/B» en la publicación belga Fire! Le Magazine de l’Homme d’Action, noviembre/diciembre de 1991, p.83.


[30] Josef Manola, «Spaniens Geheimdienste vor der Durchleuchtung. Naehe zu Rechtsradikalen», publicado en el diario alemán Der Standard el 17 de noviembre de 1990.


[31] «Spain says it never joined Gladio. TV says agents trained there». Reuters, agencia de prensa internacional, 23 de noviembre de 1990. Ver también de Leo Müller, Gladio. Das Erbe des Kalten Krieges. Der NATO Geheimbund und sein deutscher Vorläufer (Rowohlt, Hamburgo, 1991), p.53.


[32] «Calvo-Sotelo asegura que España no fue informada, cuando entró en la OTAN, de la existencia de Gladio. Morán sostiene que no oyó hablar de la red clandestina mientras fue ministro de Exteriores», diario español El País del 21 de noviembre de 1990.


[33] Ibid.


[34] «Germany to dissolve Gladio resistance network». Reuters. Agencia de prensa internacional, 16 de noviembre de 1990.


[35] «IU recabará en Bruselas información sobre la red Gladio en España», en el diario español El País del 20 de noviembre de 1990.


[36] «El servicio español de inteligencia mantiene estrechas relaciones con la OTAN. Serra ordena indagar sobre la red Gladio en España», en el diario español El País del 16 de noviembre de 1990.


[37] «Spain says it never joined Gladio. TV says agents trained there». Reuters, agencia de prensa internacional, 23 de noviembre de 1990.


[38] «IU recabará en Bruselas información sobre la red Gladio en España », diario español El País, edición del 20 de noviembre de 1990.


[39] «Calvo-Sotelo asegura que España no fue informada, cuando entró en la OTAN, de la existencia de Gladio. Morán sostiene que no oyó hablar de la red clandestina mientras fue ministro de Exteriores», diario español El Pais del 21 de noviembre de 1990.

Saturday, 2 October 2021

ONU pide perseguir penalmente a autores de desapariciones en el franquismo

El Comité de Desapariciones forzosas pide a España indemnizar a las víctimas y crear un banco de ADN para éstas y otro para bebés robados

El Comité sobre Desapariciones Forzosas de la ONU ha emitido un informe en el que arremete contra la Ley de Amnistía de 1977, que considera un «obstáculo» para investigar las desapariciones forzadas de la Guerra Civil y la Dictadura franquista y pide que se castigue a los autores de los delitos «conforme a la gravedad de sus actos».


Además reclama que se habiliten «indemnizaciones» en el Proyecto de Ley de Memoria Democrática para las víctimas de desapariciones forzosas y también pide la creación de un Banco Nacional de ADN de Víctimas de la Guerra y la Dictadura, así como un Banco de ADN para investigar los bebés robados.

En el último informe emitido por este comité el pasado 27 de septiembre, se reconocen las medidas adoptadas por España tras sus anteriores observaciones finales, incluyendo la adopción del Estatuto de la víctima del delito y la creación de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática en el ámbito de la Vicepresidencia Primera y Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática.



Sin embargo, este Comité de la ONU considera que el marco normativo en vigor, así como su aplicación, «aún no se ajustan a la Convención» de Naciones Unidas. Por ello, el Comité «alienta» a España a tener encuenta sus recomendaciones, reforzar el marco normativo existente y a garantizar que el mismo, así como todos los actos dimanantes de las autoridades del Estado, incluyendo los procesos legislativos en curso, en particular el Proyecto de Ley de Memoria Democrática y laProposición de Ley sobre Bebés Robados, se conformen a los derechos y obligaciones contenidos en la Convención.


En este sentido, reclama a España que «adopte las medidas necesarias con miras a superar los obstáculos jurídicos de orden interno que puedan impedir las investigaciones, incluyendo la Ley de Amnistía de 1977» y además, pide que los autores «sean juzgados y sancionados de conformidad con la gravedad de sus actos».

Además, manifiestan su preocupación por las «informaciones que indican que ciertos aspectos del Proyecto de Ley de Memoria Histórica, en su redacción actual, no permitirían que se dé pleno cumplimiento a los derechos y obligaciones previstos en la Convención», tales como «la exclusión de la indemnización como forma de reparación y la ausencia de medidas para eliminar los obstáculos legales que impiden la investigación penal de las desapariciones forzadas iniciadas en el pasado como la Ley de Amnistía de 1977».

PIDEN REPARACIÓN INTEGRAL DE LAS VÍCTIMAS

En este sentido, advierten que el ordenamiento jurídico español «aún no prevé un sistema de reparación integral» de las víctimas de desaparición forzada independientemente de la fecha deinicio de la misma.

Por ello, el Comité «recomienda que el Estado parte adopte las medidas que sean necesarias para garantizar que su ordenamiento jurídico prevea un sistema de reparación integral que incluya todas las medidas de reparación previstas en el artículo 24, párrafo 5, de la Convención».

Además, invitan al Gobierno a que revise el artículo 167, párrafo 2, del Código Penal para incorporar el término «desaparición forzada» a la descripción de la conducta tipificada, así como especificar las penas aplicables, garantizando que sean proporcionales a su «extrema gravedad».

COMISIÓN DE LA VERDAD Y EXCLUIR A LA JURISDICCIÓN MILITAR


A ello, añade la petición de crear un mecanismo encargado de «determinar la verdad» sobre las violaciones a los derechos humanos ocurridas en el pasado.


En cuanto a la competencia de la jurisdicción militar sobre algunas de las desapariciones forzadas, el Comité «recomienda» a España «excluir expresamente» de la jurisdicción militar la investigación y el enjuiciamiento de las desapariciones forzadas «en todos los casos».

Además, alienta nuevamente al Estado parte a contemplar en elordenamiento jurídico «el derecho a la verdad» de todas las víctimas de desaparición forzada, independientemente de la fecha de inicio de la desaparición forzada.

El citado Comité considera necesario también que el Gobierno vele por que los plazos de prescripción se cuenten efectivamente a partir del momento en que cesa la desaparición forzada, esto es hasta que se esclarezca su suerte o paradero.

Y recordando sus anteriores recomendaciones, también exhorta alEstado parte a garantizar que todas las desapariciones forzadas sean investigadas de manera exhaustiva e imparcial; asegurar que los autores sean juzgados y sancionados; velar por que las instituciones que participen en la investigación de las desapariciones cuenten con recursos económicos, técnicos y de personal cualificado adecuados; que las autoridades coordinen las búsquedas de forma sistemática y que toda víctima de desaparición forzada pueda ejercer sus derechos a la justicia, la verdad y la reparación integral.

La Comisión también aborda el auxilio judicial internacional pidiendo a España que garantice este auxilio cuando reciba solicitudes de otros estados, como por ejemplo Argentina.

BANCO NACIONAL DE ADN DE VÍCTIMAS DE LA GUERRA Y DICTADURA


El citado Comité de la ONU también ha alentado a España para que diseñe e implemente estrategias integrales de búsqueda de personas desaparecidas y que «a la mayor brevedad posible» las busque, localice y libere y en caso de fallecimiento, las identifique y restituya sus restos «en condiciones dignas» teniendo en cuenta «sus costumbres».

Y en esta línea, pide acelerar la creación de un Banco Nacional de ADN de Víctimas de la Guerra y la Dictadura, garantizando que el mismo esté coordinado y que su contenido pueda ser cotejado con el de otras bases de datos genéticos existentes o que puedan crearse en el futuro como el Banco Único de ADN previsto en la Proposición de Ley de Bebés Robados.

El Comité de la ONU también insta al Estado a intensificar sus esfuerzos para «buscar e identificar» a los niños y niñas que podrían haber sido víctimas de desaparición forzada y/o apropiación; garantizar su derecho a la identidad; e investigar a los presuntos responsables.

PIDE PRONTA ADOPCIÓN DE UNA LEY SOBRE BEBÉS ROBADOS


Además, recomienda también la «pronta» adopción de la Proposición de Ley sobre Bebés Robados en el Estado español (122/39), garantizando su plena compatibilidad con la Convención y crear a la mayor brevedad un Banco Nacional de ADN que centralice todas las muestras genéticas de las víctimas de los casos denunciados por vía administrativa o judicial, en el que se puedan aportar muestras de forma gratuita, voluntaria y sin necesidad de contar con una orden judicial.

Además, consideran necesario a pesar del tiempo transcurrido, que las autoridades inicien de oficio y sin dilaciones la búsqueda e investigación exhaustiva de todos los presuntos casos de desaparición forzada o de apropiación de niños o niñas y permitan la participación activa de los allegados que así lo requiriesen.

Al respecto, pide a España que vele por que el plazo de prescripción se cuente a partir del momento en que se restituye la identidad de las víctimas; que los autores sean llevados ante la justicia y sancionados de conformidad con la gravedad de sus actos; garantizar que todas las víctimas reciban reparación integral; asegurar la adecuada conservación de, y acceso a, todos los archivos y otra documentación de carácter público y privado que pudieran resultar relevantes para la investigación y búsqueda de niños y niñas que pudiesen haber sido víctimas de desaparición forzada.

Tuesday, 20 July 2021

Eighty-five years since the outbreak of the Spanish Civil War


Eighty-five years ago, on July 17, 1936, the Spanish army led by General Francisco Franco launched a fascist coup aimed at toppling the elected government of Spain’s Second Republic. Workers and peasants across Spain responded with an armed insurrection, setting up factory committees and forming militias to fight the fascist troops. The Spanish Civil War of 1936–1939 had begun.

The Spanish Civil War was one of the great battles between the international working class and European fascism in the 20th century. Nazi Germany and Fascist Italy sent tens of thousands of soldiers to join Franco. While the British, French and US ruling classes maintained a policy of non-intervention, blocking military aid to the Republic, there was mass sympathy in the international working class for the workers’ uprising against fascism. Tens of thousands travelled to Spain to fight Franco. The anti-fascist International Brigades numbered nearly 60,000 volunteers from 53 countries.
Workers in Barcelona celebrate in the streets after defeating the pro-Francoite military rebellion in Barcelona on July 19, 1936

On the Spanish Civil War’s outcome hung the fate not just of Spain, but of Europe and the world. In France, Premier Léon Blum’s Popular Front government was stepping up the police repression of workers after the May–June 1936 French general strike, while a powerful strike movement unfolded in the United States that led to the formation of mass industrial unions. A victorious socialist revolution in Spain would have galvanized tens of millions of workers internationally.

The outcome, however, was a defeat of the working class that strengthened the fascist powers, paving the way for Hitler’s regime to launch the Second World War in Europe, five months after Franco’s April 1, 1939, victory speech. This war would claim 75 million lives, including six million Jews murdered by the Nazis in the Holocaust.

In Spain itself, 500,000 people died in the Civil War, out of a population of 23.6 million. Half a million were forced to flee into exile, and 150,000 workers, artists and left-wing intellectuals were murdered behind fascist lines. After the war’s end, 20,000 supporters of the Republic were shot and an estimated one million people were interned in 300 concentration camps and prisons. Franco’s regime would survive for four decades, only falling amid mass protests and strikes in 1978.

The defeat of the working class was not inevitable. It is impossible to discuss this defeat, however, without discussing the irreconcilable conflict between the Trotskyist movement and Stalinism.

As the civil war unfolded, Trotsky, the co-leader with Lenin of the October Revolution and commander of the Red Army, explained that victory was possible if the workers took power and prosecuted the war against Franco via revolutionary methods. He stressed, moreover, that this strategy required building a new international revolutionary leadership of the working class, the Fourth International, to fight against Stalinism. The Fourth International was founded during the war, in September 1938, in Paris.

The Spanish Civil War provided a devastating confirmation of Trotsky’s warnings of the counterrevolutionary role of Stalinism. The Spanish Civil War broke out as the Soviet bureaucracy prepared the Great Purges, using the judicial frame-ups of the first Moscow Trials in August 1936 as a pretext to murder the surviving Old Bolshevik leaders of the October Revolution. In Spain, as well, the Soviet bureaucracy and the Stalinist Spanish Communist Party of Spain (PCE) waged a bloody struggle against revolution.

While arming the Spanish Republic, the Kremlin demanded that workers support the ruling Popular Front alliance of liberal bourgeois, social-democratic, Stalinist and anarchist forces. It worked to disband workers' organizations such as factory and supply committees, and subordinate anti-fascist militias to the capitalist state. And while Stalin’s secret police murdered the surviving leaders of the October Revolution—culminating in Ramon Mercader’s assassination of Trotsky on August 20, 1940, in exile in Coyoacán, Mexico—it systematically tortured and murdered revolutionaries in Spain.

The Spanish Civil War is a confirmation of the revolutionary role of the international working class and, in the negative, the critical role of revolutionary leadership. The lessons of the civil war are of burning contemporary relevance. Once again, the ruling class is turning to openly fascistic and authoritarian forms of rule, from the threats of a coup by neo-Francoite officers in Spain, to the rise of neo-fascist movements throughout Europe, to the transformation of the Republican Party under Trump into an ever-more openly fascist organization.
Franco’s coup and the workers' insurrection

Franco’s coup was a preemptive attack on a growing revolutionary movement in the working class. The social crisis caused by the 1930s Great Depression and an army revolt had brought down the monarchy in 1931, installing Spain’s Second Republic. This only intensified the growth of the class struggle, which erupted in 1934 with an insurrectionary strike by miners in the Asturias. Franco led the army in drowning the strike in blood, with at least 2,000 killed, another 30,000 taken prisoner and thousands more sacked.

The Spanish Popular Front won the February 1936 elections on the basis of promises of social reform. The Popular Front was a coalition of bourgeois Republicans, the social-democratic Socialist Party (PSOE), the Stalinist Communist Party of Spain (PCE), and the left-centrist Workers’ Party of Marxist Unification (POUM), supported externally by the anarcho-syndicalist National Confederation of Labour (CNT). While the Popular Front sought to contain the class struggle, the masses forged ahead, occupying factories and farmland, freeing political prisoners and launching a wave of strikes against poverty wages.

As terror at the prospect of the loss of its privileges and profits gripped the ruling class, sections of the officer corps launched a coup to drown the growing mass movement in blood. On the morning of July 17, 1936, Franco flew into Morocco to take over the 30,000-strong Spanish Army of Africa. He then radioed a manifesto to garrisons in mainland Spain, calling on them to seize the cities.

The Popular Front government had prior knowledge of the coup, having been alerted to unusual military drills in Morocco and northern Spain weeks before. However, it kept this information from workers out of concern that it would fuel the revolutionary movement of the masses. After the coup, the government turned down requests from workers who demanded weapons to confront the fascist rebellion.

However, the workers, who on many occasions were equipped only with hunting rifles or knives, mobilized to fight the coup. In Barcelona, which was one of the most industrialised cities of Spain, the working class organised itself into armed defence committees and confronted the army with arms, explosives and motor vehicles. Workers also called on the soldiers to refuse their officers’ orders. In 24 hours, the Barcelona workers blocked and disarmed pro-Francoite forces in Catalonia.

Workers in Madrid, Valencia, Bilbao and Gijón followed the lead of the workers in Barcelona. The Asturian miners sent a column of 5,000 dynamiters to Madrid to assist. In Malaga, the workers initially had no arms and used petrol to set fire to barricades surrounding the military barracks. The Spanish sailors shot many of their officers, and sailors’ committees took control of the warships in the Spanish Republican fleet.

While hoping for a quick military triumph over the working class, the fascists had in fact provoked a revolutionary response. With workers’ committees and militias active in cities and on the front, a situation of dual power emerged between these organizations, on the one hand, and the capitalist state led by the Popular Front government, on the other.

Neighbourhood committees, defence committees and workers' control committees in the factories ruled Barcelona and much of Catalonia in all but name. These workers' organs expropriated factories, buildings and land; organised, armed and transported militiamen; formed patrols against fascist provocateurs; resumed factory production without managers; and requisitioned cars, trucks and food. The revolutionary atmosphere was captured in George Orwell’s famous Homage to Catalonia:


It was the first time that I had ever been in a town where the working class was in the saddle. Practically every building of any size had been seized by the workers and was draped with red flags or with the red and black flag of the Anarchists; every wall was scrawled with the hammer and sickle and with the initials of the revolutionary parties; almost every church had been gutted and its images burnt. Churches here and there were being systematically demolished by gangs of workman. Every shop and cafe had an inscription saying that it had been collectivised; even the bootblacks had been collectivized and their boxes painted red and black.

The fascist coup had failed in its initial objectives and initially did not have the upper hand. It held one-third of Spain—Old Castile and Galicia in the north, parts of the south around Seville, Spanish Morocco, and the Balearic Islands—mostly agricultural regions without major industries. Its army was composed of peasants conscripted by force and Moroccan subjects of Spanish imperialism.

At the time, Franco himself remarked pessimistically that the Civil War would be “immensely difficult and bloody. We haven’t got much of an army, the intervention of the Civil Guard is looking doubtful, and many officers will side with the constituted power.”

“The conditions for victory of the masses in the civil war against the army exploiters,” Trotsky wrote, “are very simple in their essence.” Fascism, he noted, is a form of “bourgeois reaction. A successful fight against bourgeois reaction can be waged only with the forces and methods of the proletarian revolution.” Based on the lessons of the Russian Civil War, which had ended in the previous decade, Trotsky insisted that “The strategy of civil war must combine the rules of military art with the tasks of the social revolution.” He explained:


The revolutionary army must not only proclaim but also immediately realize in life the more pressing measures of social revolution in the provinces won by them: the expropriation of provisions, manufactured articles, and other stores on hand and the transfer of these to the needy; the redivision of shelter and housing in the interests of the toilers and especially of the families of the fighters; the expropriation of the land and agricultural inventory in the interests of the peasants; the establishment of workers’ control and soviet power in the place of the former bureaucracy.

The loyalties of Franco’s army could have easily been shaken. The 30,000 Moroccans in the Army of Africa had no vested interest in fighting for Spanish imperialism. As for the Spanish peasantry, it had been fighting for land ever since the Republic was proclaimed in April 1931. Around 1.5 million small rural proprietors held only 2.5-acre plots of land, forcing them to work on large estates to survive. In contrast, 50,000 members of the gentry owned half of Spain’s total acreage, and 10,000 landowners owned 250 or more acres. Millions more were landless and employed on the big estates.

The Popular Front government, however, refused to grant land to the peasants or the right to self-determination and independence to Spain’s colony in Morocco.
Bolshevism versus Popular Frontism

While the Popular Front parties used their ties to the Soviet bureaucracy to pose as sympathetic to the October Revolution, the Soviet Union, and the workers, they were in fact irreconcilably hostile to the unfolding revolutionary movement in the Spanish working class. Having blocked a revolutionary settlement of the class struggles that had erupted in Spain after 1931, they turned violently against the revolutionary struggle mounted by the working class against Franco.

Trotsky drew a parallel between Spain’s Popular Front and the bourgeois Provisional Government that emerged in Russia after the initial overthrow of the tsar in February 1917. Lenin and Trotsky led the Bolsheviks in opposing the Mensheviks and Social Revolutionaries who backed the Provisional Government and opposed transferring power to the workers and soldiers councils (soviets). After the Provisional Government made itself complicit in General Lavr Kornilov’s failed coup attempt in August 1917, the Bolsheviks led the working class in overthrowing it in October.

A day before Franco launched his coup, Trotsky published an article on the Spanish Popular Front and the POUM, returning to the experience of the Russian revolution of 1917. He wrote:


In reality, the Popular Front is the main question of proletarian class strategy for this epoch. It also offers the best criterion for the difference between Bolshevism and Menshevism. For it is often forgotten that the greatest historical example of the Popular Front is the February 1917 revolution. From February to October the Mensheviks and the Social Revolutionaries, who represent a very good parallel to the “Communists” [i.e., Stalinists] and the Social Democrats, were in the closest alliance and were in a permanent coalition with the bourgeois party of the Cadets, together with whom they formed a series of coalition governments. Under the sign of this Popular Front stood the whole mass of the people, including the workers’, peasants’ and soldiers’ councils. To be sure, the Bolsheviks participated in the councils. But they did not make the slightest concession to the Popular Front. Their demand was to break this Popular Front, to destroy the alliance with the Cadets, and to create a genuine workers’ and peasants’ government. [“The Dutch Section and the International,” July 15–16, 1936]

The Stalinized Communist International had turned sharply to the right after the German bourgeoisie installed Hitler in power in 1933. This catastrophe had been made possible by the role of the German Communist Party (KPD), which had with criminal light-mindedness dismissed social-democratic workers as “social fascists,” rejecting a united struggle of the working class against the danger of Nazi rule. Dropping this policy in the face of the growing military threat from Nazi Germany after Hitler took power, Stalin now sought political relations even with bourgeois counterrevolution.

Calling for alliances with “democratic” imperialist states like Britain and France against fascist Germany and Italy, Stalin ordered the Communist parties to support and, where possible, join capitalist governments led by the liberal bourgeoisie. Local communist parties assumed the task of suppressing working class struggles against capitalist governments designated as “anti-fascist.”

In August 1936, the Stalinist regime launched the first of the Moscow Trials, charging leading Old Bolsheviks like Grigory Zinoviev and Lev Kamenev with forming a terrorist organization working with Trotsky in exile. All the defendants were framed based on lies, sentenced to death and shot. This was the beginning of the Great Purges, which involved a political genocide directed against representatives of revolutionary Marxism in the Soviet Union. Nearly one million people were murdered.

Trotsky summed up the Popular Front as the alliance of bourgeois liberalism with the GPU, the bloody Stalinist secret police. The Soviet bureaucracy and the Popular Front intervened in Spain to strangle the developing revolution, murder its leading representatives, terrorize the working class and prevent its struggles from acquiring a fully conscious revolutionary form.
The Popular Front sabotages the struggle against fascism

Throughout the Spanish Civil War, as the imperialist democracies isolated the Republic, the Soviet Union was the only weapons supplier to the Spanish Republic. The Kremlin provided sub-standard arms, demanding payment in gold or raw materials. Through its influence on the Republican government, the Stalinist PCE ensured that Soviet supplies like artillery and planes were sent only to PCE-controlled centres, at the expense of other important areas like the Aragon front, controlled by workers’ militias.

The Stalinists used their position in government to sabotage CNT and POUM militias, transferring them to the most difficult fronts and using the resulting defeats to call for the dissolution of the workers’ militias and their replacement with units under Popular Front control. In Revolution and Counter-Revolution in Spain, the Trotskyist writer Felix Morrow explained how the Popular Front sabotaged the war effort as it waged a deadly struggle against the working class:


General Pozas initiated what was ostensibly a general offensive in June. After several days of artillery and aerial conflict, orders to advance were given to the 29th (formerly the POUM’s Lenin) division and other formations. But on the day for the advance, neither artillery nor aviation was provided to protect it… Pozas later claimed this was because the air forces were defending Bilbao—but the day of advance was three days after Franco had taken Bilbao. The POUM soldiers fully realized that they were being exposed deliberately.

The Soviet bureaucracy instructed the PCE to agitate against the workers’ committees. Under the slogan “first win the war, then make the revolution afterwards,” the PCE became the most fervent defenders of law and order, aiming to quell any independent action by the working class.

The Stalinists spread rumours to demoralise the workers and call for the murder of revolutionaries. They claimed that the POUM and CNT were infiltrated by fascist agents, declaring that both were “objectively fascist.” PCE secretary José Diaz wrote: “Our principal enemies are the Fascists. However, these not only include the Fascists themselves, but also the agents who work for them… Some call themselves Trotskyites… If everyone knows this, if the government knows it, why doesn’t it treat them like Fascists and exterminate them pitilessly?”

On this counterrevolutionary political line, the PCE developed a social base among affluent social layers who desperately feared socialist revolution. In his 1991 work The Spanish Civil War: Revolution and Counterrevolution, historian Burnett Bolloten writes,


[T]he PCE gave the urban middle and rural classes a powerful infusion of new hope and vitality … these new recruits were not attracted by Communist principles, but by the hope of saving something from the old social system. […] Thus, from the outset, the Communist party appeared before the distraught middle classes not only as a defender, but as a champion of the Republic and orderly processes of government.

With the aid of the Stalinists, the Popular Front was able to disband the workers’ militias, strengthen the Republican Army, reinstate press censorship and hand back to the bourgeoisie the farms and factories seized by the workers and peasants.

Stalinism was able to push through its counterrevolutionary program only because none of the major workers’ organizations opposed the Popular Front and fought for a revolutionary policy. Responsibility in this lies above all with the centrist POUM led by Andreu Nin.

The POUM refused to lead a systematic struggle against the Popular Front or to advance a revolutionary perspective for the struggles of the working class under the Popular Front government. Nin had known Trotsky for over a decade and a half and had belonged to the Left Opposition, the precursor of the Fourth International. Had he sought to link the POUM to Trotsky’s struggle to found the Fourth International, this would have given a powerful impetus to the development of the Trotskyist movement.

Instead, Nin cut the POUM membership off from Trotskyism and formed opportunist alliances based on tactical national considerations—an orientation that led him into the camp of the Popular Front and the capitalist state machine.

The POUM signed the Popular Front agreement in January 1936. When workers rose up in Catalonia against Franco’s coup, Nin joined the Catalan regional Popular Front government as Justice Minister in September 1936 and sought to subordinate the working class to the government. Nin even travelled to the city of Lleida to dissolve the city’s workers’ committee, which was led by POUM members.

At that point Nin had served his purpose for the counterrevolution, however, and after a Stalinist campaign denounced the POUM as Trotskyist, the POUM was expelled from government. Even after this, however, the POUM continuously petitioned to be allowed back into the capitalist government.
The May Days of 1937 in Catalonia

The bankruptcy of Nin’s Popular Front orientation was again exposed during the 1937 May Days, when the Catalan regional state and the authorities in Madrid, supported by the Stalinists, launched a military assault on the Barcelona telephone exchange, occupied by the workers since July 1936. This assault came amid mounting working class anger at growing levels of hunger, the lack of housing and pro-market policies. It provoked a renewed workers insurrection.

The working class spontaneously rose up in defence of the gains of the revolution, seizing most of the city except a small pocket in the centre controlled by Stalinist and Republican forces. For four days, the workers effectively controlled Barcelona. The working class could have taken power in Barcelona and fought for a revolutionary seizure of power across Spain.

The critical problem that again emerged, however, was that of revolutionary leadership. The POUM and the CNT leaders, who had been surprised by events, called for a ceasefire during the week of street fighting, pressing workers to lift the barricades. Only the small group of Bolshevik-Leninists affiliated to the Fourth International, together with some rank-and-file members of the POUM and the Anarchist Friends of Durruti, called on workers to take power and opposed calls for a ceasefire.

Had the POUM adopted an intransigently revolutionary policy, calling for the creation of a workers government and the overthrow of the Popular Front regime, its 40,000 members would have placed themselves at the head of the working class. Through the May Days uprising, the working class was signalling its readiness for a revolutionary policy—the forming anew of independent workers organisations and a struggle for power. Instead, the POUM converted itself into the left flank of the Popular Front, which then brutally dispensed with the POUM as soon as it felt able to do so.

Once the barricades were lifted after the May Days, the Popular Front directed mass counterrevolutionary violence against the working class. The POUM was outlawed and its leadership arrested. Nin himself was kidnapped and tortured barbarously, skinned alive and then executed by Soviet GPU agents.

Thousands of militant workers were detained in makeshift secret prisons run by the PCE, and some 20,000 prisoners were sent to labour camps. Hundreds were murdered. Trotsky’s secretary Erwin Wolf, the Trotskyist Hans David Freund, POUM member Kurt Landau and CNT anarchists critical of the CNT’s collaboration with the Stalinists were all assassinated. Historian Agustín Guillamón writes in Insurrection: The Bloody Events of May 1937 in Barcelona (2020):


By 1938, the revolutionaries were under the soil, in jail, or in hiding. The antifascists in prison numbered in the thousands. Hunger, air raids, and Stalinist repression were lords and masters in Barcelona. The militias and work had been militarized. Bourgeois order now prevailed throughout Spain, in the Francoist camp and in the republican alike. The revolution was not crushed by Franco in January 1939; Negrín’s Republic had done that many months before that.

The war was to last another two years, but it consisted of an uninterrupted advance of Franco’s forces, as the Popular Front government implored Franco for peace negotiations. Barcelona fell without any significant resistance. In March 1939, Colonel Segismundo Casado launched a coup within Republican territory and called for a peace deal with the fascists. Franco would only accept unconditional surrender, however, and the following month Franco’s troops marched into Madrid, ending the Civil War.

The working class mounted a heroic struggle, but Stalinist counterrevolution and centrism opened the way to a fascist victory. Trotsky refuted those who blamed this defeat on the working class. Found at his desk in Coyoacán after his assassination by Mercader in August 1940 was an article titled “Class, Party, and Leadership.” Replying to a French Stalinist periodical, Que faire, which blamed the defeat on the “immaturity of the working class, lack of independence of the peasantry.” Trotsky wrote:


The historical falsification consists in this, that the responsibility for the defeat of the Spanish masses is unloaded on the working masses and not those parties which paralyzed or simply crushed the revolutionary movement of the masses. The attorneys of the POUM simply deny the responsibility of the leaders, in order thus to escape shouldering their own responsibility. This impotent philosophy, which seeks to reconcile defeats as a necessary link in the chain of cosmic developments, is completely incapable of posing and refuses to pose the question of such concrete factors as programs, parties, personalities that were the organizers of defeat. This philosophy of fatalism and prostration is diametrically opposed to Marxism as the theory of revolutionary action.
Lessons of the Spanish Civil War

Eighty-five years after the Spanish Civil War began, and over a century after the October Revolution, these events speak more directly to contemporary politics with every passing day. Three decades after the Stalinist dissolution of the Soviet Union in 1991, none of the contradictions of capitalism that underlay the rise of fascism in the 20th century have been resolved. The working class still faces economic crises, growing social inequality, imperialist military aggression and growing police state rule.

The response of the ruling class to these problems, enormously accelerated by the coronavirus pandemic, is to turn back towards the political heritage of 20th century European fascism.

The starkest expression was the January 6 coup launched by former US President Donald Trump, supported by factions of the US state and the Republican Party, when several thousand right-wing extremists stormed the Capitol in Washington, D.C. General Mark Milley, the chairman of the Joint Chiefs of Staff, recently described it as “a Reichstag moment,” referring to the 1933 Reichstag Fire, which Hitler used as a pretext to assume dictatorial powers and impose mass terror against the working class.

This was not the product simply of Trump’s deranged character but is rooted in a mortal crisis of US and world capitalism. Every imperialist ruling class is turning to the far right. The German political establishment elevates the far-right Alternative for Germany as the official opposition and showers right-wing extremist professors like Jörg Baberowski with funding while they minimize the crimes of Nazism. In both France and Spain, cabals of far-right officers are publicly agitating for a military coup and calling for mass killings.

The defence of social and democratic rights and the struggle against war require a political struggle of the international working class, based on the lessons of the bloody defeat in the Spanish Civil War. These are Trotsky’s emphasis on revolutionary internationalism, the political independence of the working class, and irreconcilable opposition to all forms of bourgeois nationalism, Stalinism, social-democracy and petty-bourgeois radicalism.

The defence of democratic rights can proceed only as a struggle of the working class for socialism. This requires building a revolutionary leadership irreconcilably hostile to the political descendants of Popular Frontism, which the ruling class has for decades falsely promoted as the “left.” While they have entirely lost the social base their Stalinist and social-democratic political ancestors had in the working class, their violent hostility to the working class and socialist revolution remains.

In Spain, the accelerating collapse of the parliamentary-democratic regime cobbled together by the Francoite regime and Santiago Carrillo’s PCE in 1978 has exposed the pseudo-left Podemos party. It has been in power for two years, implementing a programme of bank bailouts, pension cuts and building concentration camps for refugees. It helped implement the EU’s herd immunity policy, placing profits over lives, leading to 100,000 deaths in Spain and 1.1 million across Europe.

This filthy record is based on the legacy of Popular Frontism. Indeed, former Podemos leader Pablo Iglesias was on a first-name basis with Carrillo before Carrillo died in 2012. A PCE youth leader during the Civil War, Carrillo played an important role in the counterrevolutionary violence against Trotskyists and the working class. Shortly before his death, Carrillo boasted that “in the 1930s, no communist militant asked to assassinate Trotsky would have refused to so.” Iglesias responded with a sympathetic obituary of Carrillo in Público, writing: “Despite everything, Santiago was one of ours. Now and forever.”

Unsurprisingly, Podemos downplays the Spanish Civil War. Its cofounder Iñigo Errejón in fact stated that he was opposed to bringing public debate “back to the memory of the Spanish Civil War… This is a scenario that scares the elderly, and which doesn’t mean so much to the young, as it happened a long time ago. While we’re clear on what side we’d take in such an argument, we also know that nostalgia doesn’t win battles, but that defeats unfortunately do build defeat.” In fact, Podemos is clear that in the Spanish Civil War it takes the side of Stalinist counterrevolution.

The lessons of the 1930s must be learned. The critical task today in the struggle against fascistic authoritarianism is the building of a revolutionary leadership to continue Trotsky’s struggle for socialist revolution against both the far right and the pseudo-left. This means building sections of the International Committee of the Fourth International (ICFI) in Spain and internationally to mobilize the international working class in a struggle for socialism.
Alejandro López
16 July 2021