Seguro que ha sido casualidad? O algún lumbreras no ha tenido mejor idea que enviar 1.714.000 mascarillas? pic.twitter.com/RdlMwtPwTu— Bea Talegón 🎗🔻 (@BeatrizTalegon) April 13, 2020
2010: The unfairness of the construction of Spain as Nation, since its early Catholic inception till its latest Fascist design, and its maintenance as a fiction of unity that does not exist and will never do, has cost the different territoires under its flag too much suffering. Spain as a concept is a failure and is still a place to be explained and to be redeemed from its pain.This is a place for memory recovered, for causes to be revised and for traumas to be processed.
Wednesday, 11 March 2020
Spain sent 1.714.000 masks (the date of Catalonia's defeat against Phillip V of Bourbon)
Tuesday, 10 March 2020
La vacuna del doctor Ferran y la reacción colérica del poder español
Foto: Museu d'Història de la Medicina
Valencia, primera semana de mayo de 1885. Las audes sanitarias locales detectaban un foco importante de cólera que estaba afectando a centenares de personas y que podría ser el resultado de la propagación de una epidemia que, el año anterior (1884), había causado 3.500 muertes en Marsella. En Valencia, en el transcurso de las semanas inmediatamente posteriores, se diagnosticaron casi 8.000 casos en una ciudad de 160.000 habitantes (el 5% de la población de la ciudad). La Junta Municipal de Sanidad, alarmada, contactó con el médico bacteriólogo Jaume Ferran i Clua, que el año anterior (1884) había probado con éxito la primera vacuna contra el cólera de la historia.Grabado de Valencia (1840). Plaça del Mercat/ Fuente: Cartoteca de Catalunya
Aquella vacuna no era oficial. La forma en que Jaume Ferran Clua (Corbera d'Ebre, 1851 – Barcelona, 1929) la había obtenido no había gustado en el Gobierno y se interpretó como un desafío al poder. Ferran, antes del episodio pestilente de Valencia, ya era un reconocido bacteriólogo. Y cuando estalló la crisis sanitaria de Marsella, el Ayuntamiento de Barcelona lo comisionó para obtener unas muestras con el propósito de ensayar una vacuna. Se desplazó a Marsella y poniendo en riesgo su vida consiguió unas muestras, las introdujo en cinco frascos, e inició el camino de retorno a Catalunya, más concretamente a Tortosa, donde tenía instalado su laboratorio.
En este punto empezó una siniestra película de terror con dos papeles principales: el del protagonista, representando por el doctor Ferran, que reunía los valores de la ciencia y del servicio a la comunidad; y el del perverso partenaire, el poder español, que asumiría los contravalores del atavismo y de los intereses personales. Con una figura invitada —un guest star— imprescindible para completar el thriller: el doctor Ramon y Cajal, que encarnaba el pecado capital de la envidia. Cuando el doctor Ferran llegó a la aduana de la Jonquera, fue retenido y los frascos que contenían las muestras del bacilo Vibrio choleare fueron confiscados, con todos los riesgos que eso representaba.
Ramon y Cajal y Romero Robledo / Fuente: Wikipedia
Durante aquella semana, la película de terror viró claramente hacia el género tragicómico. Los aduaneros de la Jonquera entraron en pánico y mientras las muestras de Ferran se pudrían en el depósito del Puesto de Carabineros del Reino, se entregaron a un esperpéntico intercambio de telegramas con las autoridades civiles y militares del momento. Una larga lista de personajes que se atribuían patentes de corso en aquel asunto y donde sólo faltaban las ratas del laboratorio de Ferran. Finalmente —y pasada una semana de retención— sería el monárquico y conservador Francisco Romero Robledo —ministro de Gobernación del gabinete Cánovas del Castillo— quien ordenaría la destrucción de todas las muestras.
Ferran, no se sabe cómo, ocultó uno de los frascos en un calcetín y lo pasó de contrabando. Con esta muestra "salvada" desarrollaría una vacuna y la probaría con él mismo y con su familia. El éxito se divulgaría en varias publicaciones médicas; y este detalle explica el porqué de su relación con la primera vacunación masiva: la del País Valencià. A principios de 1885, el cólera ya había llegado a la península Ibérica, y no por los "peligrosos" frascos de Ferran, sino a través de un mercante procedente de Marsella que —sin ningún tipo de control preventivo— algunas fuentes dicen que desembarcó en Andalucía y lo relacionan con el fenómeno llamado "diarrea granadina".
El Ayuntamiento de Valencia, presidida por el alcalde José María Ruiz de Lihory y Pardines, barón de Alcalí y líder local del pintoresco Partido Liberal y Conservador; y la mitra valenciana, representada por el cardenal Antolín Monescillo, un integrista que había estado en la prisión condenado por urdir la restauración de la Inquisición, no les ocurrió otra cosa que sacar a pasear a la Virgen de los Desamparados. Es decir, la celebración de una procesión extraordinaria y multitudinaria que concentraría a miles de personas. Reveladoramente, los casos de infectados se multiplicaron hasta el extremo que, entonces sí, por miedo al contagio, las Fallas (19 de marzo de 1885) fueron desconvocadas.
Pero, en cambio —y, también, muy reveladoramente— no se quiso anular la fiesta religiosa de Sant Vicent (3 de abril de 1885), y aquella concentración se convertiría en el segundo gran foco de propagación. El 22 de abril de 1885 se registra la primera víctima oficial en Valencia capital: una mujer que vivía en la desaparecida plaza de los Pellicers (ante el Mercado Central). El pánico se apoderaba de la capital y el catedrático de medicina de la Universidad de Valencia Amalio Gimeno Cabañas —aprovechando el contexto— forzaría la Junta Municipal de Sanidad a prescindir de tótems religiosos, y a acudir al doctor Ferran. En pocos días empezaba una vacunación masiva en Valencia y en Alzira, principales focos infecciosos.
Efectivamente, a mediados de mayo de 1885, el equipo del doctor Ferran iniciaba la inoculación de 30.000 dosis de vacuna anticolérica con un éxito rotundo: tan sólo 53 casos reactivos. La prensa internacional se rindió a la determinación y a la eficiencia del doctor Ferran. Y eso es lo que provocó otro tipo de reacción que no tenía relación con las bacterias que inoculaba Ferran, sino con la cultura —elevada a la categoría de institución— de la españolidad castiza, que no aceptaba —y no acepta— la genialidad catalana. En este punto es donde entró en juego la figura de Santiago Ramón y Cajal, en aquellos momentos catedrático de medicina de la Universidad de Valencia.
Caricatura de Ferran (centro), Alfonso XII (derecha) y Romero Robredo (izquierda), publicada en La Moma (1885) / Fuente: Galería de Médicos Catalanes
Y de nuevo, la película gira hacia el género tragicómico. Ramon y Cajal, que ya era una figura médica reconocida, tuvo un colosal ataque de cuernos que por su monumentalidad pasaría a la historia. Conviene aclarar, sin embargo, que aquel episodio ha sido oportunamente marginado y sólo figura en su "historia negra". Ramón y Cajal se hizo inocular la vacuna de Ferran. Pero, poco después, redactó un informe dirigido al ministro a Romero Robledo (el que un año antes había ordenado la destrucción de los frascos de Marsella), poniendo a Ferran de vuelta y media. No hay que decir que Romero Robledo, atacado en su más profundo ego político, cultural y personal, ordenó detener las vacunaciones.
Lo peor de todo es que aquel indecente informe lo redactó pocas semanas después desde su nuevo destino en Zaragoza, mientras se producían los primeros casos de cólera en la capital aragonesa. Según los datos del Ministerio de Gobernación que dirigía Romero Robledo, Zaragoza sería la capital provincial española porcentualmente más afectada por aquella pandemia. Y no por el contagio que habría provocado Ramon y Cajal, que ya estaba vacunado; sino porque, sencillamente, Romero Robledo justificándose perversamente en el informe de Ramon y Cajal, había proscrito la vacunación.
Sólo en Zaragoza, entre el 21 de julio y 17 de septiembre de 1885, se contabilizaron decenas de miles de casos (algunos estudios afirman que afectaría a la mayoría sus 95.000 habitantes), y se saldaría con la muerte de más de 2.100 personas. En el conjunto del estado español, aquella pandemia provocaría la muerte de más de 66.000 personas. Ni Cánovas del Castillo, ni Robledo Romero, ni Ramon y Cajal, ni nadie de la larga lista "de malos" de los créditos de aquella película de terror, dimitirían. Después de aquel episodio, concretamente Romero Robledo —conocido popularmente como "el pollo de Antequera"-— sería nombrado ministro de Ultramar (1891) y de Justicia (1895).
El Dr. Ferran en la vacunación masiva de València / Fuente: College of Physicians of Philadelphia
El año siguiente a la vacunación masiva de Valencia, el doctor Ferran fue nombrado jefe del Laboratorio de Microbiología de Barcelona, y de esta forma, la capital catalana le reconocía públicamente su aportación primordial al mundo de la medicina. La vacuna anticolérica del doctor Ferran, la primera de la historia que inmunizaba a los humanos contra una enfermedad, sería utilizada por todas partes inmediatamente después de la experiencia valenciana. En cambio, en el estado español no fue oficializada hasta pasado un cuarto de siglo de (1909), doce años después de la muerte de Cánovas del Castillo, y tres de la desaparición del "pollo de Antequera" —figuras paradigmáticas del caciquismo político español.
Imagen principal: el Dr. Ferran en el Laboratorio de Microbiología de Barcelona (circa 1920) / Fuente: Museu d'Història de la Medicina.
Durante aquella semana, la película de terror viró claramente hacia el género tragicómico. Los aduaneros de la Jonquera entraron en pánico y mientras las muestras de Ferran se pudrían en el depósito del Puesto de Carabineros del Reino, se entregaron a un esperpéntico intercambio de telegramas con las autoridades civiles y militares del momento. Una larga lista de personajes que se atribuían patentes de corso en aquel asunto y donde sólo faltaban las ratas del laboratorio de Ferran. Finalmente —y pasada una semana de retención— sería el monárquico y conservador Francisco Romero Robledo —ministro de Gobernación del gabinete Cánovas del Castillo— quien ordenaría la destrucción de todas las muestras.
Ferran, no se sabe cómo, ocultó uno de los frascos en un calcetín y lo pasó de contrabando. Con esta muestra "salvada" desarrollaría una vacuna y la probaría con él mismo y con su familia. El éxito se divulgaría en varias publicaciones médicas; y este detalle explica el porqué de su relación con la primera vacunación masiva: la del País Valencià. A principios de 1885, el cólera ya había llegado a la península Ibérica, y no por los "peligrosos" frascos de Ferran, sino a través de un mercante procedente de Marsella que —sin ningún tipo de control preventivo— algunas fuentes dicen que desembarcó en Andalucía y lo relacionan con el fenómeno llamado "diarrea granadina".
El Ayuntamiento de Valencia, presidida por el alcalde José María Ruiz de Lihory y Pardines, barón de Alcalí y líder local del pintoresco Partido Liberal y Conservador; y la mitra valenciana, representada por el cardenal Antolín Monescillo, un integrista que había estado en la prisión condenado por urdir la restauración de la Inquisición, no les ocurrió otra cosa que sacar a pasear a la Virgen de los Desamparados. Es decir, la celebración de una procesión extraordinaria y multitudinaria que concentraría a miles de personas. Reveladoramente, los casos de infectados se multiplicaron hasta el extremo que, entonces sí, por miedo al contagio, las Fallas (19 de marzo de 1885) fueron desconvocadas.
Pero, en cambio —y, también, muy reveladoramente— no se quiso anular la fiesta religiosa de Sant Vicent (3 de abril de 1885), y aquella concentración se convertiría en el segundo gran foco de propagación. El 22 de abril de 1885 se registra la primera víctima oficial en Valencia capital: una mujer que vivía en la desaparecida plaza de los Pellicers (ante el Mercado Central). El pánico se apoderaba de la capital y el catedrático de medicina de la Universidad de Valencia Amalio Gimeno Cabañas —aprovechando el contexto— forzaría la Junta Municipal de Sanidad a prescindir de tótems religiosos, y a acudir al doctor Ferran. En pocos días empezaba una vacunación masiva en Valencia y en Alzira, principales focos infecciosos.
Efectivamente, a mediados de mayo de 1885, el equipo del doctor Ferran iniciaba la inoculación de 30.000 dosis de vacuna anticolérica con un éxito rotundo: tan sólo 53 casos reactivos. La prensa internacional se rindió a la determinación y a la eficiencia del doctor Ferran. Y eso es lo que provocó otro tipo de reacción que no tenía relación con las bacterias que inoculaba Ferran, sino con la cultura —elevada a la categoría de institución— de la españolidad castiza, que no aceptaba —y no acepta— la genialidad catalana. En este punto es donde entró en juego la figura de Santiago Ramón y Cajal, en aquellos momentos catedrático de medicina de la Universidad de Valencia.
Caricatura de Ferran (centro), Alfonso XII (derecha) y Romero Robredo (izquierda), publicada en La Moma (1885) / Fuente: Galería de Médicos Catalanes
Y de nuevo, la película gira hacia el género tragicómico. Ramon y Cajal, que ya era una figura médica reconocida, tuvo un colosal ataque de cuernos que por su monumentalidad pasaría a la historia. Conviene aclarar, sin embargo, que aquel episodio ha sido oportunamente marginado y sólo figura en su "historia negra". Ramón y Cajal se hizo inocular la vacuna de Ferran. Pero, poco después, redactó un informe dirigido al ministro a Romero Robledo (el que un año antes había ordenado la destrucción de los frascos de Marsella), poniendo a Ferran de vuelta y media. No hay que decir que Romero Robledo, atacado en su más profundo ego político, cultural y personal, ordenó detener las vacunaciones.
Lo peor de todo es que aquel indecente informe lo redactó pocas semanas después desde su nuevo destino en Zaragoza, mientras se producían los primeros casos de cólera en la capital aragonesa. Según los datos del Ministerio de Gobernación que dirigía Romero Robledo, Zaragoza sería la capital provincial española porcentualmente más afectada por aquella pandemia. Y no por el contagio que habría provocado Ramon y Cajal, que ya estaba vacunado; sino porque, sencillamente, Romero Robledo justificándose perversamente en el informe de Ramon y Cajal, había proscrito la vacunación.
Sólo en Zaragoza, entre el 21 de julio y 17 de septiembre de 1885, se contabilizaron decenas de miles de casos (algunos estudios afirman que afectaría a la mayoría sus 95.000 habitantes), y se saldaría con la muerte de más de 2.100 personas. En el conjunto del estado español, aquella pandemia provocaría la muerte de más de 66.000 personas. Ni Cánovas del Castillo, ni Robledo Romero, ni Ramon y Cajal, ni nadie de la larga lista "de malos" de los créditos de aquella película de terror, dimitirían. Después de aquel episodio, concretamente Romero Robledo —conocido popularmente como "el pollo de Antequera"-— sería nombrado ministro de Ultramar (1891) y de Justicia (1895).
El Dr. Ferran en la vacunación masiva de València / Fuente: College of Physicians of Philadelphia
El año siguiente a la vacunación masiva de Valencia, el doctor Ferran fue nombrado jefe del Laboratorio de Microbiología de Barcelona, y de esta forma, la capital catalana le reconocía públicamente su aportación primordial al mundo de la medicina. La vacuna anticolérica del doctor Ferran, la primera de la historia que inmunizaba a los humanos contra una enfermedad, sería utilizada por todas partes inmediatamente después de la experiencia valenciana. En cambio, en el estado español no fue oficializada hasta pasado un cuarto de siglo de (1909), doce años después de la muerte de Cánovas del Castillo, y tres de la desaparición del "pollo de Antequera" —figuras paradigmáticas del caciquismo político español.
Imagen principal: el Dr. Ferran en el Laboratorio de Microbiología de Barcelona (circa 1920) / Fuente: Museu d'Història de la Medicina.
Monday, 9 March 2020
Spain still paying bonuses to 115 police given medals by Franco
Pension top-ups criticised as it is revealed one officer has been accused of acts of torture
Ashifa Kassam in Madrid
@ashifa_k
Thu 19 Mar 2020 05.00 GMTLast modified on Thu 19 Mar 2020 05.05 GMT
Ashifa Kassam in Madrid
@ashifa_k
Thu 19 Mar 2020 05.00 GMTLast modified on Thu 19 Mar 2020 05.05 GMT
Spain’s socialists and other leftwing parties have pushed to dismantle the lingering regime of General Franco (C), seen here in 1939. Photograph: AP
More than four decades after the death of the dictator Francisco Franco, the Spanish government has said it continues to pay bonuses to 115 police officers who were awarded medals during his regime, including one officer accused of multiple acts of torture.
The revelation came last week in response to a parliamentary question about a custom of boosting the pensions of officers who win awards. With each medal yielding a pension bonus of as much as 15%, the question asked how many now-retired officers had been given honours before 1979 and, as such, receive topped-up pensions from the Spanish government.
“It’s unacceptable,” said Jon Iñarritu, a politician for the Basque party EH Bildu, who submitted the question. “Their only accomplishment was to violate human rights.”
The six-line answer to his question, seen by the Guardian, did not detail the total amount the government spends annually in boosting their pensions, nor did it address questions over the identities of the officers and the reasons they were honoured.
But among the known beneficiaries is Antonio González Pacheco, whose four medals have increased his pension by 50% – even as he has come to symbolise the brutality of the Franco dictatorship.
Nicknamed Billy the Kid for his habit of spinning his pistol around his finger, González Pacheco has long faced accusations of brutal beatings and the torturing of political activists – including at one point a pregnant woman – during the Franco era and the years that followed.
In 2013 he was charged with multiple accounts of torture by an Argentinian judge looking into the crimes committed by former officials during the dictatorship.
Spain’s high court denied the extradition request, however, ruling the alleged crimes fell outside the statute of limitations.
'Spain is fulfilling its duty to itself': Franco's remains exhumed
The awards and bonuses given to González Pacheco have been catapulted into the national conversation in recent years, as Spain’s socialists and other political parties on the left push to dismantle the lingering vestiges of Franco’s regime – a campaign that most notably led to Franco’s remains being helicoptered out of a state mausoleum last year.
Shortly after taking power this year, the socialists reiterated their longstanding promise to strip González Pacheco of his medals and pension top-up. But their efforts have been stymied by questions over the legal feasibility of doing so.
Iñarritu said he would continue to submit written questions to the Spanish government in the hope of pressuring them to carry out their promise. “I think it’s just a matter of common sense,” he said. “In any other EU member state, no one who had violated human rights would have the right to hold on to their honours.”
More than four decades after the death of the dictator Francisco Franco, the Spanish government has said it continues to pay bonuses to 115 police officers who were awarded medals during his regime, including one officer accused of multiple acts of torture.
The revelation came last week in response to a parliamentary question about a custom of boosting the pensions of officers who win awards. With each medal yielding a pension bonus of as much as 15%, the question asked how many now-retired officers had been given honours before 1979 and, as such, receive topped-up pensions from the Spanish government.
“It’s unacceptable,” said Jon Iñarritu, a politician for the Basque party EH Bildu, who submitted the question. “Their only accomplishment was to violate human rights.”
The six-line answer to his question, seen by the Guardian, did not detail the total amount the government spends annually in boosting their pensions, nor did it address questions over the identities of the officers and the reasons they were honoured.
But among the known beneficiaries is Antonio González Pacheco, whose four medals have increased his pension by 50% – even as he has come to symbolise the brutality of the Franco dictatorship.
Nicknamed Billy the Kid for his habit of spinning his pistol around his finger, González Pacheco has long faced accusations of brutal beatings and the torturing of political activists – including at one point a pregnant woman – during the Franco era and the years that followed.
In 2013 he was charged with multiple accounts of torture by an Argentinian judge looking into the crimes committed by former officials during the dictatorship.
Spain’s high court denied the extradition request, however, ruling the alleged crimes fell outside the statute of limitations.
'Spain is fulfilling its duty to itself': Franco's remains exhumed
The awards and bonuses given to González Pacheco have been catapulted into the national conversation in recent years, as Spain’s socialists and other political parties on the left push to dismantle the lingering vestiges of Franco’s regime – a campaign that most notably led to Franco’s remains being helicoptered out of a state mausoleum last year.
Shortly after taking power this year, the socialists reiterated their longstanding promise to strip González Pacheco of his medals and pension top-up. But their efforts have been stymied by questions over the legal feasibility of doing so.
Iñarritu said he would continue to submit written questions to the Spanish government in the hope of pressuring them to carry out their promise. “I think it’s just a matter of common sense,” he said. “In any other EU member state, no one who had violated human rights would have the right to hold on to their honours.”
Sunday, 1 March 2020
El vídeo viral d’Òmnium que despulla el lamentable paper del general Villarroya
Villarroya ha dit frases com ara 'El rei és el primer soldat d'Espanya' i 'Tots som soldats', en una arenga sense precedents a la conferència de premsa d'aquest migdia.
Les declaracions d’avui del general de l’exèrcit espanyol de l’aire, Miguel Ángel Villarroya, han defermat la befa a les xarxes. Villarroya,a la conferència de premsa diària del migdia que es fa a la Moncloa, ha dit frases com ara ‘Bon dia, sense novetats al front’, ‘El rei és el primer soldat d’Espanya’ o ‘Tots som soldats’, en una arenga sense precedents. L’escenificació militar d’ençà de l’aprovació de l’estat d’alarma i el paper de l’exèrcit espanyol en tasques de desinfecció d’instal·lacions com ara ports i aeroports han estat molt qüestionades aquests dies. Òmnium Cultural ha fet un vídeo viral en què, amb una veu que imita la de l’humorista Eugenio, despulla amb ironia el paper del general Villarroya en el seu afany de protagonisme. ‘Sembla un acudit, però no ho és. Militars gestionant una crisi sanitària’, critica. ‘Més hospitals i més exèrcits! Més sanitaris i menys soldats!’, acaba dient el vídeo. https://www.vilaweb.cat/noticies/el-video-viral-domnium-despullant-el-lamentable-paper-del-general-villarroya/?fbclid=IwAR0G8ItcloKNiu6ANfEOJK7rApeE8ki1Y7PSNcpRVS94DjexbCNUfaH6LoU
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