Un Franco dictador, homófobo y misógino - por Erasmo Quintana *
Estamos, créanme mis amigos, más que hartos cuando se oye el mantra que insiste en que el dictador Francisco Franco fue providencial para España. Es consecuencia del relato y la propaganda escrita por los vencedores, que ha llegado hasta nuestros días. Este país no estaba en el abismo, como nos hacen creer. Sí es verdad que había un pueblo huérfano, abandonado a su suerte, profundamente analfabeto, hambriento y explotado laboralmente -empezaba su trabajo a la salida del sol y terminaba al ponerse- . No veía horizonte de progreso para él y su familia, mientras constataba que la Iglesia, en vez de estar a su lado, asumiendo como propios sus problemas, hacía causa común con sus explotadores. Con este panorama, ¿qué podía pensar, dentro de su magra preparación, de la Iglesia, los curas y las monjas? Por esto, cuando triunfó la II República vio en ello su redención, que todo iría a mejor. Pero los perdedores, inoculados por la nueva corriente que se había puesto de moda fascista y nazi, no asumieron la derrota y no dieron tregua a las fuerzas democráticas que se alzaron con el poder aquel 14 de abril de 1931.
El ambiente del país se enrareció porque las expectativas tardaban en llegar, y hubo -es verdad- levantamientos de los sectores preponderantemente del partido anarquista, los cuales viendo a la Iglesia como su enemiga, terminó ensañándose con ella. Hicieron atrocidades quemando iglesias y conventos, y hubo muertos, pero nunca tantos que pareciera una guerra. Si el Ejército en su totalidad hubiera sido democrático, se pone sin reservas al lado de su Gobierno para dar una solución de Estado a la conflictiva situación. Nunca levantarse en armas contra el Gobierno legítimo, que fue causa de cerca de un millón de españoles muertos. Es, pues, mentira que la guerra entre hermanos era inevitable. Las fuerzas de inspiración nazis y fascistas aprovecharon un problema que tenía solución, para hacerse con el santo y la peana. Resultado: el infernal galope en suelo patrio de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis. Como bien diría el General De Gaulle: “Lo malo de una guerra civil es que la paz no empieza cuando termina la guerra.” La persecución y el exterminio sobre los que perdieron continuó cuarenta años después, y a este respecto el cínico dictadorzuelo llegó a decir a sus secuaces: “No extreméis la crueldad.”
Los ideólogos seguidores franquistas (especie que abunda más de lo que se piensa) afirman, como Pinochet, que dijo lo mismo, que Franco no mató a nadie. Y lo proclaman muy serios, tratando de reescribir la Historia. Pero lo evidente es que a Franco le adornaban dos cualidades que han sido poco tratadas: la de que fue un convencido homófobo y recalcitrante misógino. Lo primero estuvo más que demostrado incluyendo a los homosexuales dentro de la Ley de Vagos y Maleantes, ingresándolos en Manicomios y tratándolos con violentas sesiones de electroshock para “curarles” su “desviación” sexual, además de grandes palizas propinadas por Billy El Niño. En cuanto a lo segundo, quedó más que demostrado, pues de los cientos de Gobiernos que formó (por último cada uno o dos años renovaba el Consejo de Ministros), nunca hubo una sola mujer. Blanco y en botellla… La mujer en su mentalidad, para lo único que valía era para estar en su casa y con la pata quebrada atada a la cama.
El Gobierno del PSOE aprueba y firma en Consejo de Ministros el Decreto Ley que permite en el Valle de los Caídos la exhumación de los restos del dictador Franco. Es inadmisible que en una democracia digna un militar genocida tenga honores perennes de Estado, cuyo único mérito fue poner patas arriba a su país, creando un caos de destrucción, aniquilación y muerte, junto a la ultraderecha, los poderes financieros y la Iglesia. Por ello, nos sorprende que en esta hora haya tanta movida, viendo en la exhumación una grave afrenta e insulto esa legión de dictadores franquistas, unos declarados y otros vergonzantes.
* La casa de mi tía agradece la gentileza de Erasmo Quintana