Barcelona al segle XIX. La ciutat insurecta
Segons Friedrich Engels, Barcelona fou la ciutat amb més lluites de barricades durant el segle XIX. Moltes de les seves revoltes a més, presenten anècdotes ben curioses com ara cavalls abatuts per armaris, avalots iniciats per borratxos o conspiracions gestades a les xocolateries.
Demà dimecres 8 de juny realitzaré la xerrada "Barcelona al segle XIX. La ciutat insurecta" Amb l'Associació Cultural Tot Història.
L'acte es farà a les 19:00 al Centre Cultural Nau Ivanow (Carrer Hondures nº28 de Barcelona).
Tenint en compte que molts de vosaltres m'heu manifestat la impossibilitat d'assistir a aquestes xerrades per viure fora de Barcelona i veient l'èxit en la retransmissió via internet de la ponència d'aquest dissabte a la Seu d'Urgell, he decidit retransmetre en directe sempre que pugui. És per això que he habilitat una pestanya a la part superior del bloc anomendada "En directe!". Allà hi haurà la pantalla on es retransmet i també els enllaços a les xerrades anteriors. Per cert! Per a qui no estigués al cas el dissabte, la xerrada anterior, per suposat, també es pot veure enllaçada en aquesta recent estrenada secció del bloc.
Segueixo insistint en la importància de difondre la història per totes les vies possibles i intentar arribar a tothom.
Pd: Com sempre, us avisaré dels possibles contratemps via twitter.
Matilde Landa, la mujer que prefirió la muerte al bautizo
La dirigente del PCE se suicidó en el penal de Mallorca en septiembre de 1942 el día en el que el régimen franquista había organizado su conversión al catolicismo
ALEJANDRO TORRÚS Madrid 18/08/2013 08:36 Actualizado: 18/08/2013 08:44
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Matilde Landa.
Matilde Landa.
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Matilde Landa prefirió la muerte. La dictadura franquista ofreció a la dirigente comunista mejoras en la alimentación de los hijos de las presas del penal de Mallorca a cambio de su bautismo y conversión al catolicismo. Matilde eligió sus principios. El 26 de septiembre de 1942, día que estaba prevista la ceremonia de bautismo, Landa se precipitó por la terraza hacia el patio interior de la prisión. Se suicidó. En los 45 minutos que duró la agonía de Landa, completamente inconsciente, las autoridades eclesiásticas de Illes Balears aprovecharon para bautizarla en articulo mortis.
Minutos antes de su suicidio, Landa escribió una carta a su hija donde, de manera encubierta, se despedió de ella rogándole perdón. La ceremonia de su bautizo ya estaba preparada. "Hoy es el gran día, dicen. Doña Bárbara, otras señoras de Acción Católica y las monjitas andarán relamiéndose con el triunfo. El dolor del pecho no me deja pensar, Carmencilla; pero no creo que el aceite alcanforado alivie mi sufrimiento, porque otro dolor, más hondo, es el que me acucia (...)".
"No puedo ver sin llorar los rostros de esos niños a los que amenazan con dejar sin leche si yo no me convierto -prosigue la misiva- Tú sabes, Camencilla, lo mucho que me preocupan los niños, los más desgraciados, con sus corazoncitos, tan sensibles y tan a merced de los caprichos de los mayores. No puedo, no puedo aceptarlo. Sería como prostituirme. Ay, esos niños... ¿Será lo mío un capricho? (...) Quien sobra soy yo. (...) Espero que me sigas queriendo y que te acuerdes de mí a pesar de lo que te cuenten, a pesar de lo que voy a hacer. Que tú, mi niña, mi chiquitina, y esos pobres niños me perdonéis", escribió Landa antes de su suicidio en una carta que recoge Antoni Tugores en la obra Víctimes invisibles.
En esa misma misiva, Matilde Landa recordaba lo mucho que echaba de menos leer los versos que el poeta Miguel Hernández le había dedicado. Hernández y Landa se conocieron cuando, en 1938, la mujer formaba parte de la sección de información popular del subsecretariado de Propaganda del Gobierno Republicano y recorría la España republicana organizando conferencias para levantar la moral a los combatientes republicanos.
‘A Matilde' de Miguel
"En la tierra castellana
el castellano caía
con la voz llena de España
y la muerte de alegría.
Para conseguir la libertad de sus hermanos
caen en los barbechos los más nobles castellanos.
No veré perdida España
porque mi sangre no quiere.
El fascismo de Alemania
junto a las encinas muere.
Para hacer cenizas la ambición de los tiranos
caen en las trincheras los más nobles castellanos.
Españoles de Castilla
y castellanos de España
un fusil a cada mano
y a cada día una hazaña.
Voy a combatir al alemán que nos da guerra
hasta conquistar los horizontes de mi tierra".
Eran los años en los que la popularidad de Matilde Landa crecía sin parar. Un año antes, en 1937, Matilde había sido voluntaria en el Socorro Rojo Internacional, donde colaboró en la evacuación de Málaga. Cuando estalló la Guerra, Landa se incorporó a las tareas sanitarias en un hospital de guerra de Madrid. El activista italiano Vittorio Vidali "Comandante Carlos" había señalado que si tuviera que escribir la historia de la Guerra Civil española bastaría con dos biografías: la de Antonio Machado y la Matilde.
Condenada a muerte
Con la victoria del ejército de Francisco Franco sobre la República, Matilde Landa se quedó en Madrid para reconstruir desde dentro el PCE. El 4 de abril de 1939 fue detenida mientras preparaba la huida de dos compañeros del partido. Tras ser sometida a un Consejo de Guerra, fue condenada a muerte. Antes, le habían ofrecido salir libre si renegaba públicamente del PCE. También se había negado.
Condenada a muerte, Matilde ingresó en la cárcel de Ventas de Madrid, donde permanecían alrededor de 10.000 presas. Desde dentro, con el permiso de la directora de la prisión, compañera de la residencia de estudiantes, montó la llamada Oficina de Penadas, que se encontraba en su misma celda. Se trataba de una máquina de escribir en la que Matilde escribía recursos para que sus compañeras no fueran fusiladas una vez escuchados sus casos.
En poco tiempo se convirtió en la reclusa más carismática. La joven comunista se había convertido en un símbolo de dignidad y resistencia para sus compañeras reclusas. Un amigo de la familia, cercano al régimen franquista, intercedió para que no fuera ejecutada. A cambio, el régimen la condenó a 30 años de prisión que debían cumplirse fuera de la península. Fue entonces cuando trasladaron a Landa a Mallorca. Era el mes de agosto de 1940.
Landa se convirtió entonces en el objetivo propagandístico de la Iglesia balear. Su conversión al catolicismo sería una gran arma propagandística y minaría la moral de los vencidos. No bastaba con vencer. Había que humillar y convertir a los derrotados. Matilde fue apartada del resto de presos y sólo podía hablar con Bárbara Pons, de Acción Católica, quien se encargaba de que finalmente aceptara la conversión al catolicismo. Matilde Landa prefirió la muerte.